En noviembre del año 2010, cuando el presidente Santos apenas cumplía sus primeros meses en la Casa de Nariño, un hecho marcó claramente que su llegada al poder, ese que representaba un giro de 180 grados con su antecesor. Después de años de duros conflictos diplomáticos, el mandatario se reunió con quien hasta la fecha había generado fuertes tensiones entre ambos países: Hugo Chávez. El encuentro dejó sus frutos. Y ante la pregunta de un periodista sobre cómo había resultado la conversación, Santos contestó: "¿Usted quiere que hable sobre mi nuevo mejor amigo?".La frase fue uno de los hechos que marcaron definitivamente una distancia irreconciliable entre él y su antecesor, Álvaro Uribe. Por eso, aunque solo se trata de un tweet, la aseveración es contundente: “Hace 6 años se lo advertí a Chávez: la revolución bolivariana fracasó”. La crítica al chavismo en ese tono por parte del primer mandatario representa un punto de quiebre en las relaciones diplomáticas entre ambos países durante su gobierno.Le puede interesar: Venezuela: dictaduraEn los últimos días, la diplomacia colombiana ya venía dando muestras de una posición diferente frente a Venezuela. Colombia se unió a los países que pidieron antes de las marchas garantías para los manifestantes. Esto fue visto por el vecino país como un acto “intervencionista” y criticado por su canciller Delcy Rodríguez y por el propio Nicolás Maduro.No fue el único reclamo. El pasado 19 de abril, cuando los venezolanos también marchaban en las calles -unos desde el oficialimo y otros desde la oposición-, la canciller colombiana María Ángela Holguín exponía en la OEA su preocupación por la militarización de civiles en Venezuela.Le recomendamos leer: Santos y Maduro buscan fórmula para resolver crisis fronteriza"Yo creo que es una preocupación que es compartida por muchos. Armar a la sociedad es algo peligroso", explicó Holguín tras reunirse con el jefe del organismo internacional, Antonio Guterres.La conversación de la jefe de la diplomacia colombiana con Gutiérrez no fue fortuita sino que correspondió a una orden del presidente Santos. "Solicité a la Canciller que pida hoy (miércoles) al Secretario General de ONU poner su atención en la preocupante militarización de la sociedad venezolana", escribió Santos en su cuenta en la red social Twitter.También le sugerimos: ¿Está ‘madura’ la Carta Democrática contra Venezuela?La relación entre Colombia y Venezuela en los últimos años ha estado llena de ires y venires. Cuando gobernó Uribe las peleas con Venezuela parecían irreconciliables. Después del bombardeo al campamento de ‘Raúl Reyes’ en Ecuador, Chávez ordenó el envío de tanques hacia la frontera con Colombia. En ese entonces la crisis fue tal que el tema llegó a la OEA, donde se concluyó que el Gobierno colombiano violó la soberanía e integridad territorial ecuatorianas.Sin embargo, la llegada de Santos al poder permitió que Colombia tuviera una relación más fluida con el vecino país. En los primeros meses del gobierno Santos, Colombia se convirtió en el socio más importante entre los países andinos, tanto para las cancillerías como para los empresarios de otras latitudes. Incluso logró, gracias a su mediación, un apretón de manos entre el presidente de Honduras, Porfirio Lobo, y su homólogo venezolano Hugo Chávez.Tras la muerte de Chávez y la llegada de Nicolás Maduro al poder en el 2013 empezó un nuevo capítulo para las relaciones entre los dos países. Cuando eso sucedió ya estaba andando el proceso de paz con las FARC y Colombia trataba de tener las relaciones diplomáticas en su mejor punto, aún con puntos que generaron controversia en el chavismo como la visita del líder opositor Henrique Capriles a Colombia.Los guiños con Venezuela eran claves por su importante papel en el proceso de paz con las FARC, de hecho una de las últimas órdenes que le dio Chávez a Maduro fue respaldar los diálogos de paz y así lo hizo.Sin embargo, tras el cierre unilateral de la frontera colombo-venezolana la tensión creció. Y justo después Juan Manuel Santos se pronunció y abrió una grieta más. “La revolución bolivariana se está destruyendo a sí misma (….) Venezuela compara éxodo de colombianos con el de los africanos que llegan a Europa. ¡Eso es ridículo!”, aseguró en su momento. Maduro reaccionó y calificó lo dicho por Santos como “las peores ofensas de la historia", mientras seguía repitiendo que el cierre del paso fronterizo correspondía a una estrategia para combatir el "paramilitarismo colombiano".Después de casi un año los gobiernos de Colombia y Venezuela acordaron un plan para normalizar la situación y la frontera fue reabierta. Sin embargo, en la mente de los colombianos quedó la masiva deportación de Venezuela de más de 1.000 compatriotas acusados injustamente de ser paramilitares, ‘bacheteros’, ilegales o simplemente colombianos. La crisis humanitaria fue tal que la CIDH pidió al gobierno de Maduro indemnizar a los colombianos deportados.Con la reapertura del paso fronterizo soplaron nuevos vientos en las relaciones diplomáticas, y valga decir, los ciudadanos de la frontera tuvieron un momento de alivio. Solo en el primer día se calcula que 30.000 personas cruzaron.Pero el buen ambiente no duró mucho. Maduro ordenó acciones militares en la frontera por temor a que se recrudeciera el conflicto en Colombia. En ese momento todavía no se había firmado el acuerdo definitivo con las FARC y el país vivía en incertidumbre.Transcurrieron los días, el Gobierno y las FARC sellaron el acuerdo, pero Nicolás Maduro volvió a cerrar la frontera de forma provisional. Esta vez aseguraba que en las fronteras las casas de cambio están vinculadas a la mafia "y ellos han establecido una manipulación política y económica para manipular la moneda".Desde ese momento la tensión continuó y episodios como el de los 60 militares que hicieron un campamento en Arauca crisparon los ánimos.Así las cosas, Colombia ha venido apartándose del apoyo a Venezuela, no solo por sus acciones sino por la grave crisis humanitaria que se presenta en el vecino país. Aun si solo se cuentan los hechos más recientes las cifras son alarmantes. Las protestas iniciadas el 1 de abril contra Maduro suman ahora un total de siete muertos, decenas de heridos y al menos 230 detenidos.