Juan Pablo Salazar sufrió un accidente de esos que llevarían a pensar que es preferible no vivir más. El día del matrimonio de su hermana se tiró al mar de clavado desde una lancha, calculó mal y se partió el cuello. Hoy, 11 años después, lo que más extraña es bailar salsa y jugar micro. Sabe muy bien que su vida –literalmente– está llena de obstáculos, que tiene que levantarse todos los días a “ganarse la dignidad a codazos”, porque “ser discapacitado en Colombia es tener menos oportunidades a mucho mayor costo”. Pero ante todo, es un ser optimista y trabajador. Eso lo ha demostrado con hechos: creó la Fundación Arcángeles, la cual apoya y acompaña a personas con discapacidad desde la rehabilitación física hasta la inclusión laboral. Creó la campaña Remángate, contra las minas antipersonal, y actualmente es el presidente del Comité paralímpico colombiano. Se lanzó al Senado y se quemó. Habiéndose quemado, dignamente y con fino humor, creó una serie en YouTube titulada El quemao. Ahora, cuando se estrena como director del Plan Presidencial de Inclusión de Personas con Discapacidad, presenta la segunda entrega, El poseído, una serie sobre los oscuros secretos de la política. Y así, se podría seguir su lista de logros, pero es mejor oírlo a él. Semana.com: ¿Por qué después de la quemada en las elecciones al Senado vuelve a la vida pública? Juan Pablo Salazar: Porque la invitación que me hace el Gobierno es una oportunidad real para lograr cambios y demuestra que hay voluntad política. La quemada fue una experiencia muy enriquecedora que me dio visibilidad y me alegra poder capitalizar esta visibilidad desde el poder ejecutivo donde puedo enfocarme en esta causa. Desde el Senado no tendría ni el foco ni el alcance. Sé que sueno como perdedor de reality, pero a veces lo mejor es lo que pasa. Semana.com: Cuéntenos en qué consiste su nuevo puesto y cómo le ha ido J. P. S.: Mi nuevo trabajo es liderar el Plan Presidencial de Inclusión de Personas con Discapacidad. Es decir, articular toda la oferta institucional en materia de discapacidad hacia un norte común, entendiéndola como un asunto de derechos humanos y no de salud pública. En general, consiste en adelantar la agenda legislativa, velar por la implementación de las leyes que existen y gestionar proyectos y programas con otros actores relevantes para favorecer la inclusión de esta comunidad. Voy bien; hasta ahora aterrizando, pero con muchísimas expectativas. Semana.com: ¿Volvería a lanzarse a un cargo de elección popular? J. P. S.: El objetivo de esto no es hacer una carrera política, sino lograr cambios para la causa que represento. Si en el futuro siento que puedo seguir sirviéndole a esta causa desde un cargo de elección popular, no dudaré en hacerlo. Sigo pensando que no puedo quedarme cómodo criticando, sino que debo echarme al agua y sumar todo lo que pueda sumar. Ahora, hay muchos escenarios desde donde se puede sumar como en el que estoy ahora. Semana.com: Usted ya ha hablado de esto, pero para los que no saben, ¿cómo fue el accidente? J. P. S.: Hace 11 años iba en una lancha llegando a una playa y, cuando me clavé, no calculé bien la profundidad del agua y me partí el cuello. Semana.com: ¿Cuál fue la etapa más dura tras el accidente? J. P. S.: Los primeros tres meses en cuidados intensivos, pegado al respirador. Semana.com: ¿Qué consejo les daría a quienes sufren accidentes que los dejan con una discapacidad permanente? J. P. S.: Cualquier persona puede reinventarse, todas las veces que quiera. Eso es mucho mejor que ser una versión disminuida de lo que eran antes. Semana.com: ¿Qué es lo que más extraña? J. P. S.: Siempre digo que bailar salsa y jugar micro. Y eso es verdad. Pero también es justo decir que lo ‘mamón’ de esto es tener que acostumbrarse a tanta logística para las cosas cotidianas. Levantarse, bañarse, vestirse y transportarse se convierten en empresas sofisticadísimas que quitan mucho más tiempo. Semana.com: ¿Qué sigue siendo lo más duro? J. P. S.: Como para todas las personas con discapacidad, es ‘mamón’ sentir que tengo que levantarme todos los días a ganarme la dignidad a codazos. Semana.com: Sin pelos en la lengua, ¿cómo describiría en la lengua lo que significa ser una persona con discapacidad en Colombia? J. P. S.: Menos oportunidades en todo sentido a mucho mayor costo. No se puede decir que estamos en cero, pero somos una población históricamente excluida. Por otro lado, la discapacidad obliga a las personas a pensar creativamente para solucionar obstáculos constantes. Eso desarrolla habilidades y también es chévere sentirse parte de un colectivo social que lucha por sus derechos. Semana.com: ¿A quién se le puede atribuir la responsabilidad de esto? J. P. S.: La exclusión es una enfermedad de la cultura de una sociedad. Sus síntomas son: falta de políticas públicas que impactan la educación, el trabajo, la salud, etc. Por eso sólo con una conciencia colectiva que deje de ver a esta población como “el otro” lograremos una sociedad posible para todos. La rampa queda mal hecha, el profesor no sabe lenguaje de señas, los empresarios no saben que oficios asignar a trabajadores con discapacidad intelectual, la sociedad no tiene respuestas. Estas respuestas son responsabilidad de toda la sociedad. Semana.com: ¿Qué es lo que más hace falta para superar esta situación? J. P. S.: Hay que cambiar el paradigma para que esta población no sea percibida como los castigados de Dios ni como pacientes, sino como ciudadanos con los mismos derechos. El hecho de llevar este asunto a Presidencia es una prueba contundente de que está la voluntad política para liderar esta transformación desde el alto gobierno. Semana.com: ¿Qué lo llevó a crear la Fundación Arcángeles? J. P. S.: No me dijeron lo que quería oír cuando me levanté esa mañana en el hospital. Esto era un asunto de derechos humanos que necesitaba muchísimo trabajo. Semana.com: ¿Qué ha logrado con la Fundación? J. P. S.: Ha sido una plataforma maravillosa para nuestro activismo político. Es un centro de rehabilitación que cree en el deporte como herramienta de cambio social. Han sido nueve años de muchos logros con mucha ayuda de mucha gente valiosísima. Saco pecho, en particular, de haber empezado el rugby en silla de ruedas en seis países incluido Colombia y de generar conciencia a propósito del flagelo de las minas antipersonal con Remángate. Semana.com: ¿Cómo ha cambiado la situación de las personas con discapacidad en los últimos años? J. P. S.: Lo más importante que ha logrado la humanidad en esta materia en los últimos años es la entrada en vigor de la Convención ONU sobre los Derechos de la Personas con Discapacidad. Este documento nos “curó”. De repente, dejamos de ser objetos de caridad y asistencialismo para convertirnos en sujetos de derechos. La discapacidad está en el entorno y es deber del Estado hacer todos los ajustes razonables en ese entorno para que todos tengamos acceso a las mismas oportunidades. Semana.com: Cuéntenos de su serie, ¿qué trae ‘El poseído’, esta segunda entrega que acaba de presentar? J. P. S.: Después de lanzarse y quemarse, en esta entrega el personaje entra a trabajar en Presidencia e inmediatamente queda poseído de todas las malas mañas estereotípicas de nuestros servidores públicos. Es una sátira al arribismo de nuestra sociedad que entiende el ascenso a un cargo público como una oportunidad para satisfacer sus vanidades, en vez de una oportunidad para servir. Entonces se detiene en los detalles del guardaespaldas y la oficina para al final aterrizar en que la lucha de las personas con discapacidad es una lucha por la dignidad. Semana.com: ¿Cómo ha sido la receptividad? J. P. S.: Pues en redes sociales no la han “trolliado” tanto como a otras entregas que hemos hecho. Siento que la gente se ríe y capta el mensaje de fondo. Ahora, es sátira política y eso siempre pisa callos. Semana.com: ¿De los personajes que ha invitado, quién ha resultado buen actor? J. P. S.: Debo decir que si a Sergio Diazgranados no le cuaja esa vaina de la política, tiene un futuro muy prometedor en las tablas. El tipo tiene paciencia en la producción y coge las intenciones rápido. Mi abuelo y mi “amigo” Nicolás lo hacen muy bien, pero debo confesar que nunca han actuado: realmente son oposición. Mi favorito ha sido mi conductor, alias el 'Fríjol’. Talento puro, tomas únicas y un porte que envidiaría Cary Grant. Vea la nueva entrega de la serie:
Twitter: @miguelreyesg23