Luis Carlos Vélez: ¿Cómo ve la crisis del coronavirus? Julio Rojas Sarmiento: Esta es una coyuntura inédita en la historia moderna, y nos desafía a pensar de una manera diferente. Se requiere ser flexibles y ágiles, aprendiendo constantemente de los países que están viviendo una etapa más avanzada de la enfermedad. La prioridad tiene que ser, sin duda, preservar la vida y la salud de todas las personas. Pero también es necesario, de manera oportuna, diseñar medidas que permitan mitigar el impacto económico y social para el mayor número de individuos posibles. Lo otro, es determinante preservar el empleo de los colombianos. "Nos motivó alivianar los efectos que una coyuntura como esta puede tener en la vida personal y empresarial de nuestros clientes". L.C.V.: ¿Por qué Aval tomó la iniciativa, que luego siguieron otros bancos, de modificar sus plazos y términos y darles cintura a sus clientes en este momento? J.R.S.: Nos motivaron dos propósitos: primero, incentivar que las personas estén tranquilas quedándose en sus casas para disminuir el riesgo a la salud, para ellos y para otros. Y en segundo lugar, alivianar los efectos que una coyuntura como esta puede tener en la vida personal y empresarial de nuestros clientes. Se trata de un paquete integral de 11 medidas que responden a necesidades específicas y prioritarias de pensionados, trabajadores independientes, pequeñas, medianas y grandes empresas, y colombianos en general. Todos se ven beneficiados de esta estrategia.
L.C.V.: El país está empezando a navegar por la crisis de la economía global. ¿Cómo ve lo que ha pasado en los últimos días con la caída de las bolsas, el petróleo, el alza del dólar? J.R.S.: Lo primero que eso genera es incertidumbre, porque nadie sabe qué impacto real va a tener en la economía, ya que hay elementos que aún se están desarrollando. Las personas están sacando recursos de países emergentes y de inversiones con mayor riesgo para pasarlas a inversiones de menor riesgo. Eso paraliza las economías globales al reducir la demanda. La pregunta grande es qué tanto va a durar esa incertidumbre, y hay muchas opiniones porque es un virus nuevo y nadie está muy seguro, pero hay escenarios. Si es a corto plazo, una gran parte de la economía se recupera. Si es a más largo plazo, empieza a pasarse de un choque financiero a un choque que afecta a las empresas, y eso es más complicado. L.C.V.: ¿Cómo va el banco? J.R.S.: 2019 fue un muy buen año. Atendimos a nuestros más de 6 millones de clientes con la gran labor de nuestros 45.000 colaboradores entre Colombia y Centroamérica. Generamos utilidades de más de 2,6 billones de pesos, pagamos impuestos por más de 2,3 billones, y ganamos participación de mercado.
L.C.V.: Usted y otros jóvenes hijos y nietos de grandes industriales son prácticamente la tercera o cuarta generación de familias empresariales. ¿Hay una responsabilidad mayor que sus antecesores por ese hecho? J.R.S.: Siento que he sido muy afortunado de tener la oportunidad de contar con una formación muy valiosa. Hace varios años estoy radicado en Bogotá porque tengo la firme convicción de dedicar el conocimiento adquirido y mis esfuerzos al país. L.C.V.: Algunos dirían que usted es un delfín. ¿Cómo ve ese calificativo? J.R.S.: No sé si estoy de acuerdo con la connotación de esa palabra. Pero sí he sido muy afortunado de tener las oportunidades que me han brindado hasta ahora. Y lo que toca es poner a trabajar eso de manera positiva.
L.C.V.: ¿Esta nueva generación de empresarios tiene otra responsabilidad con el país a la que tuvieron sus antecesores? J.R.S.: Yo creo que el mundo está cambiando. La teoría económica de que el propósito de la empresa es solo generar utilidades nació con los Chicago boys en los setenta y se ha venido demostrando que no puede ser exclusivamente así. Ese es solo un componente de ser empresario, pero de lejos no es el único. Esto siempre me lo ha enseñado mi familia. El crecimiento de la economía es fundamental, aunque no solo crecimiento absoluto, sino el bienestar, la equidad y una mayor inclusión a toda la población.
L.C.V.: ¿Cómo mejoramos en Colombia el crecimiento del PIB? J.R.S.: El PIB no es algo místico; es una fórmula matemática. Es consumo, más inversión privada, más inversión de Gobierno, más exportaciones, menos importaciones. Es más fácil decir esa fórmula que aplicarla, pero sí hay varias cosas que podemos estar haciendo. Como economía tenemos que evolucionar y no ser tan dependientes de la exportación de materias primas, particularmente en la coyuntura en que estamos viviendo se vuelve evidente. Si no nos volvemos una economía de mayor valor agregado, vamos a seguir teniendo estos choques como los que estamos viendo a medida que se baje el precio del petróleo. L.C.V.: ¿Y cuál es el camino? J.R.S.: Deberíamos poder tener un nivel bastante mayor de exportaciones en servicios en particular. Un ejemplo claro son los desarrolladores. Hay que cultivar y generar la educación para crear empleo doméstico y también internacional. Para eso, es fundamental enseñar inglés y código, así como las tecnologías más recientes. En consumo, es necesario seguir generando una clase media, y eso solo se hace a partir del empleo. El empleo y la economía se vuelven un círculo virtuoso. A medida que la economía esté creciendo a más del 3 por ciento se genera empleo.
L.C.V.: Eso suena mucho al discurso de la economía naranja… J.R.S.: La economía naranja es una muy buena iniciativa en un sector en donde Colombia puede hacer una diferencia. Internamente se crea una industria cultural y además se puede exportar. Las mejores expresiones se pueden ver en la música, el cine, la televisión. En Colombia hemos sido buenos en el pasado, pero se debe seguir apoyando ese sector. L.C.V.: ¿Cómo ve al presidente Duque? J.R.S.: Yo lo aprecio mucho y creo que tiene una visión muy clara sobre cómo tiene que mejorar este país: crecimiento equitativo. Esos dos pilares hay que apoyarlos. Los resultados económicos del año pasado fueron buenos, y ahora tenemos que seguir evolucionando con una economía a mediano y largo plazo para poder ser competitivos. L.C.V.: ¿Qué quiere decir para usted equitativo? J.R.S.: Para mí, solamente el crecimiento del PIB no es suficiente. A la base de la pirámide de los 50 millones de colombianos les tiene que llegar ingresos de una manera más distribuida. Si uno ve las economías que han logrado pasar de subdesarrolladas a desarrolladas, lo han hecho por la generación de una clase media, que es el corazón de una sociedad, y la que hace que evolucione un país. Eso es lo correcto, así que deberíamos estar fomentando ese tipo de desarrollo y la generación de empleo.
L.C.V.: Lograr esa equidad también significa que aquellos industriales y familias con mucho dinero como de la que usted proviene ¿paguen más impuestos? J.R.S.: Cada uno tiene que contribuir proporcionalmente, y hoy en día así está hecho el sistema tributario. Solo el grupo Banco de Bogotá pagó más de 2,3 billones de pesos de impuestos el año pasado. Pero también tenemos que estar seguros de que todos estén contribuyendo para que sea un sistema que incentive que uno siga invirtiendo en el país. Y lo que no deberíamos permitir como sociedad es la evasión.
L.C.V.: En la búsqueda de esa equidad, hay expertos como Thomas Piketty que aseguran que tiene que haber un impuesto a la riqueza. ¿Usted estaría de acuerdo con eso? J.R.S.: Piketty tiene sus problemas de metodología y de cálculo. Sobre eso hay varias cosas. Primero, el impuesto a la riqueza es un doble impuesto porque lo que se genera en patrimonio ya paga impuestos de renta. Es un impuesto que es muy difícil de implementar correctamente, ya que muchas veces termina poniéndole impuesto a unas inversiones que no son líquidas. Al final del día, filosóficamente me parece que hay unas mejores maneras de un sistema tributario progresivo. Esto desincentiva el ahorro y la inversión porque el que más gasta en cosas que no son productivas en la economía, no le genera impuesto. L.C.V.: Usted es exponente de una nueva generación. ¿Por qué cree que se desconfía tanto de las generaciones longevas en el poder? J.R.S.: En primer lugar, la libertad de expresión es fundamental en cualquier democracia. Y la democracia es esencial para tener un país avanzado. La protesta o el derecho a estar en desacuerdo lo tenemos que proteger. Lo que sí no deberíamos permitir es que un derecho como la libertad de expresión sea infiltrada y manipulada por ciertas personas y grupos que solamente quieren crear caos. Eso no lo deberíamos permitir ni como sociedad ni como jóvenes. Esas personas le quitan la validez a tener una discusión desde diferentes puntos de vista. Los pocos encapuchados no pueden lograr quitarle la validez a algo que siempre es saludable en cualquier economía o cualquier Gobierno, y es que haya debate.
L.C.V.: ¿Usted es optimista sobre el futuro del país? J.R.S.: Sí, definitivamente. Colombia tiene muchas ventajas que nos toca seguir cultivando. Es uno de los países más biodiversos del mundo, posee una localización geográfica privilegiada, y un muy buen talento humano al que tenemos que acompañar a aprender las nuevas tecnologías y a participar en esta evolución del mundo. Pero se debe trabajar para diversificar la economía, crear más empresa e inversión que logre generar empleo y una distribución más equitativa.