La llegada de Justin a casa era el mayor motivo de ilusión para Paola Murcia y su familia, tras meses de ausencia desde que el perrito se perdió en el parque Salitre en Bogotá. Sin embargo, una luz de esperanza llegó por primera vez con certeza cuando fue citada a la Casa de Justicia de Los Mártires para la entrega de su mascota.
La presión de redes sociales y de decenas de simpatizantes del caso que llegaban a Rosales a exigir que el perro regresara con su familia, finalmente llevaron a María Paula Vallejo, la mujer que se había encontrado el perro en la calle 72 con 1, a concretar ese final feliz para Murcia, pero especialmente para su hijo, pues la compañía del pequeño animal es una ayuda psicológica.
SEMANA había revelado las historias que se cruzaban en los reclamos por este perro criollo de apenas un año y acompañó la audiencia de conciliación en la cual se hizo la entrega del perro. Paola había alistado todo en su casa para recibirlo, su cama y su cobijita. La familia llegó completa a ese complejo judicial antes de las 3:00 de la tarde.
Tras horas de espera, finalmente salieron con el perrito a eso de las 6:00 de la tarde. Visiblemente emocionada hasta las lagrimas, Paola Murcia agradeció el apoyó de tantas personas que hicieron posible que la causa de Justin se haya vuelto viral.
Todos clamaban por Justin
El clamor ciudadano por el regreso del perrito reveló la semana pasada las múltiples versiones que se cruzaban en este episodio. Por un lado, el perrito criollo era la vida entera de un niño de 13 años para quien su partida había sido desgarradora. La novela en la que se había convertido su historia tenía a miles de colombianos por las redes sociales con los pelos de punta.
Todo comenzó el pasado 25 de septiembre en un día que parecía muy feliz. Justin se salió de su arnés porque le quedaba grande. Y en esa inmensidad del parque, nadie pudo detenerlo.
Los días siguientes fueron de agonía. La desesperación por encontrarlo fue tal que pasaron jornadas completas pegando carteles con su foto y los teléfonos de la casa. “Incluso contactamos una empresa que se encarga de ayudar a buscar mascotas perdidas llamada Petzy. Se le pagó un plan de los que ellos ofrecen, pero no tuvimos resultados”, contó Paola Murcia, la dueña del perro.
El 30 de octubre apareció este mensaje en redes sociales, publicado por María Paula Vallejo. “Hola, vivo en Rosales y me acabo de encontrar este perrito por la calle 72 con 1. Logré cogerlo y lo tengo en mi casa calientito con comida y agua. Tiene una correa de supermán, pero no tiene placa. Ayúdenme a encontrar a los dueños, por fa. Estoy feliz que pude cogerlo. Ayuda”, decía el texto.
Cuando Paola vio esa publicación, le volvió el alma al cuerpo. De inmediato, llamó al celular que aparecía allí. “Me cuenta que encontró el perro en la madrugada del día domingo 30 de octubre y que lo resguardó, dándole techo y comida. Le dije que estaba segura de que era mi perro por sus características y que necesitaba verlo, que a dónde podía ir para encontrarnos. Me pidió datos, fotos sobre mi perro, las cuales fueron enviadas junto con unos videos, a lo que respondió que tranquila, que lo pensaba llevar a bañar y que luego me avisaba”, relató.
Por chat, María Paula le pidió evidencias de que se trataba de su perrito. Y Paola comenzó a mandarle fotos, videos. Le rogó que no la dejara en ascuas, pues necesitaba confirmar que se trataba de su perro. Ella le contestó que estaba en el veterinario, donde lo iban a bañar para que “quede hermoso, oliendo rico”.
María Paula le preguntó la historia de Justin, y Paola le contó que lo adoptó en Fusagasugá, pero es de Neiva. Le mandó también el carnet de vacunas. Le mostró fotos del día que fueron por él, cuando apenas tenía dos meses, y le mandó videos del perrito brincando feliz en su casa.
Intentaron concretar la entrega, pero María Paula les postergó este momento. “Así sea a la medianoche vamos”, le rogó Paola. Y María Paula le contestó: “Cuido al perrito como mío. Si no, imagínese todo lo que he hecho”. Paola se vio cada vez más angustiada y le escribió con desespero: “Para mi son siglos seguir con esta zozobra”.
María Paula nunca le entregó el perro, y la angustia de Paola creció. María Paula le mandó mensajes diciendo que “tienen un ángel muy grande que hayamos encontrado a Justin… No puedes poner nunca en duda que no está bien conmigo”. Y remató: “Alégrate, a través mío se hizo el milagro. Justin es hermoso. Fui el canal y aquí está bien”. Le mandó fotos del perrito haciendo siesta con un corazón rojo al lado.
El 31 de octubre, María Paula le puso una cita frente a la Embajada de Argentina. Al rato le avisó que mejor se verían en el CAI de Rosales. Allá llegó Paola con su esposo, su hermano y su suegra. “Ella estaba allá en el lugar, pero no llevó el perrito. Me dijo que no me lo podía entregar porque presentaba signos de maltrato. Era obvio, si llevaba días fuera de su hogar, no iba a estar bien”, contó Paola.
“Le rogué, le lloré y siento que solo disfrutaba con el dolor ajeno, viendo llorar al niño y a mí, rogándole, y nada. No fue posible hacerla cambiar de parecer”, agregó. Pasó una semana sin saber de Justin. Paola decidió con su familia poner el caso en conocimiento de las autoridades. El 9 de noviembre fue a una Unidad de Conciliación en Kennedy para pedir que la acompañaran en el caso. La diligencia fue programada para el 23 de noviembre, pero María Paula Vallejo no asistió.
Murcia suplica que devuelvan el perro, pues significa mucho para su hijo. “Es su hermano. Mi hijo era un niño que sufría de ansiedad, de estrés, se encerraba, temblaba, se mordía los dedos. El doctor dijo que lo bueno era conseguirle una mascota. Fue muy positivo para él, comenzó a tener una responsabilidad, el perro dormía con él, lo levantaba para ir al colegio. Le sirvió mucho. El psicólogo expidió una fórmula diciendo que a mi hijo le ha afectado mucho que el perro se perdió. Por eso, para mí es un perro de apoyo emocional”.
El caso pasó a las redes sociales, que han seguido con angustia el dolor de la familia y llamaron a plantones en frente de la casa de María Paula para reclamar por el perro. “La imagen que queda es de alguien de estrato seis que intenta quitarle su mascota a una familia de estrato tres”, dijo Lina Lamos, allegada de la familia.
SEMANA intentó comunicarse con María Paula Vallejo, pero ella dijo que esperaría para hablar del caso. En redes sociales, sin embargo, había contado su versión. Ha dicho que no entregó el perro en un comienzo porque apenas puso el mensaje en redes sociales aparecieron dos familias: Paola, que reclamaba a Justin, y otra persona que decía que el perrito se llamaba Tobi.
Esa segunda familia contó en otro post de redes sociales que se encontró al perro totalmente emparamado en el centro comercial Titán Plaza el mismo 25 de septiembre por la noche. “El perrito tenía un comportamiento extraño. Estaba en una esquina y cada vez que uno gritaba el perrito temblaba, más que todo con los hombres. No se dejaba consentir de ellos”, dijo. La mujer tuvo al perro por casi un mes hasta que un día que dejaron la puerta de la casa abierta se salió y apareció luego en Rosales. Ella también vio la publicación y contactó a María Paula. Fue a la cita con ella y vio llegar a la otra familia; entonces, dijo que ella solo quería “lo mejor para Tobi” y se fue.
En las redes, la mayoría de las personas se habían encarnizado con María Paula y le pedían que devolviera al perro. Otras la defendían. Se ha dicho que el perrito no se perdió en Salitre, sino que la familia lo dejó con un vendedor ambulante mientras ellos ingresaban al parque y al salir ya no estaba. María Paula ha expresado en otras publicaciones en redes que el perrito solo responde al nombre de Tobi y no de “Justin o Justincito”.
“Tobi está tranquilo, en paz, en un hogar de paso. Va a ser vacunado y operado. Dejo claridad que mi interés de rescatar un perro de la calle era ayudarlo de corazón. Por eso publiqué esa foto. Mi único interés es que el perro esté bien en una familia amorosa”, escribió en Facebook María Paula.
Ella ha dicho que la familia la ha increpado de manera agresiva y que se siente amenazada. Pero al final, decidió acudir a los organismos del Estado y resolver la situación devolviendo al perrito.