Era julio de 2021 y las protestas estaban en un punto de máxima agitación. Uno de los puntos más caóticos estaba ubicado en Cali, lo llamaban “Puerto Rellena” y se convirtió en el cambuche de los jóvenes de la primera línea que se manifestaban de manera violenta. Con ese grupo convivía una mujer que llamaba la atención: alta, rubia, de ojos azules y, además, de origen alemán.
Fue expulsada del país, pero con su salida dejaba en una tumba al que dice es el amor de su vida, Jhoan Sebastián, un joven caleño que murió de 12 disparos. Por eso regresó a Colombia, a cerrar el luto y trabajar en el país, pues asegura que también se enamoró de Colombia. Decidió poner la cara y esto le contó a SEMANA.
SEMANA: Rebecca, a usted la expulsaron de Colombia, ¿por qué regresó?
Rebecca Sprößer: Lo primero es por mi corazón, mi corazón está acá, aunque yo nací en Alemania y mis papás son alemanes, me siento colombiana. Siento como si me hubieran expulsado de mi propio país. Mi corazón me trajo de nuevo acá. Pero el motivo más importante es porque no pude estar al lado de Jhoan Sebastián cuando él murió, no pude estar en el entierro y ni ir a su tumba, eso para mí es lo más importante, poder visitarlo en su tumba.
SEMANA: ¿Qué sintió cuando pisó suelo colombiano?
R.S.: Sentí tanta felicidad. Tengo en Colombia una familia que me adoptó y los amo, se lo dije a ellos, siento una felicidad indescriptible. Yo me estaba muriendo allá en Alemania, durante un año y medio no sabía lo que era la felicidad y ahora siento lo que significa nuevamente.
SEMANA: ¿Reconoce que traspasó la línea y que actuó ilegalmente cuando fue expulsada?
R.S.: Para nada, yo sinceramente lo que hice fue defender la vida y, por el contrario, lo veo como algo muy noble. Nunca en mi vida he estado contra la ley y menos en Colombia, no participé en vandalismo ni tiré piedras. Lo único que hice fue difundir internacionalmente lo que está pasando en Colombia, estaban matando al pueblo y de hecho creo que salvé algunas vidas.
SEMANA: ¿Cómo fue su relación con los jóvenes de la primera línea?
R.S.: Ellos me dieron una bienvenida hermosa. Me cuidaron con su propia vida, porque pensaron que me iban a matar. Me sentía segura y sabía que allí no se iban a meter con una alemana, y si lo hubieran hecho hubiéramos ganado porque iban a decir que el Estado mató a una ciudadana alemana. Me metí en los barrios más profundos y conocí los sueños y necesidades de los jóvenes. Había chicos pilos que me hablaron de la historia de Colombia, de lo que querían cambiar y hacer. Por eso decidí quedarme con ellos.
SEMANA: Hubo excesos, vandalismo y ataques violentos contra la fuerza pública, ¿lo reconoce?
R.S.: No puedes pintarlo ni negro ni blanco, en los dos lados hay gente loca y malintencionada. Antes de llegar a Puerto Resistencia vi mucho vandalismo, violencia en ambos lados. Cuando llegué a este sitio vi que las personas estaban aguantando frío y hambre, todos eran buenos y creo que me quedé con los buenos. La primera línea que conocí en Puerto Resistencia quería cambiar el país de manera pacífica y hasta me peleé con ellos cuando utilizaron piedras y otras cositas artesanales para defenderse. Les dije que siempre había que conversar.
SEMANA: ¿Cómo recibió el triunfo de Gustavo Petro en Alemania?
R.S.: Siempre estuve rodeada de colombianos y obviamente estuvimos pendientes de los resultados. Cuando ganó no lo podía creer, necesité muchos días para poder procesar ese cambio.
SEMANA: ¿Los jóvenes de primera línea deben estar fuera de las cárceles?
R.S.: Realmente soy la persona más pacífica que existe. Debería existir un proceso limpio porque hay personas en la cárcel que merecen estar allá porque cometieron delitos graves y no deben ser gestores de paz. Pero también hay muchos falsos positivos judiciales que para mí, obviamente, deben ser liberados.
SEMANA: ¿Si el presidente Petro le pide ser gestora de paz, aceptaría?
R.S.: Pensé en eso cuando vino el anuncio de la paz total, me encanta ese término. Sí me gustaría, para mí sería hermoso, pero siento que hay personas que merecen más ese puesto. Yo soy extranjera y hay personas que llevan años defendiendo los derechos humanos, son líderes sociales, por eso creo que no soy la persona más indicada.
SEMANA: Mucha gente diría que usted está loca y que debería estar en su país. ¿Qué les responde?
R.S.: En Colombia aprendí qué es Dios, en Alemania no confiamos, no somos religiosos. Yo simplemente aprendí, encontré un propósito de vida, lo siento en mi alma y es estar acá, hacer cosas buenas por este país, construir un futuro mejor. En Alemania no hay nada que hacer, todo ya está hecho.
SEMANA: ¿Vino con la idea de hacer el duelo por el crimen de su novio de primera línea, Jhoan Sebastián?
R.S.: Sí, estoy en ese proceso de dolor y necesito sanar porque todavía estoy muy afectada, muy mal. No sé cómo sanar, cómo hacer ese proceso sin estar acá presente y poder ir a todos los lugares importantes para mí.
SEMANA: ¿Cómo fue esa relación amorosa?
R.S.: Solamente estuvimos tres meses. Para mí es difícil explicar ese amor, no tengo hijos, pero creo que fue tan profundo como el amor de una mamá. Lo más importante era su felicidad, me enamoré tanto de él que para mí era mi papá, mi hermano, mi mejor amigo, mi alma gemela, el papá de mis hijos. Era todo para mí.
SEMANA: ¿Antes de morir hablaron?
R.S.: Sí. Me dijo “No me dejes solo”, ese fue nuestro trato. Yo nunca quería irme de su lado y así se lo prometí. Él estaba bien, en el hospital estaba consciente. Pensábamos que él podía salir y estar juntos y felices, pero cuando me detuvieron y expulsaron murió a las pocas horas.
SEMANA: ¿Cree que su expulsión del país fue el detonante que le causó la muerte?
R.S.: Sí, él estuvo en la uci y usted sabe que normalmente es imposible entrar en una uci. Hablé con los médicos, les supliqué que me dejaran estar ahí porque yo le prometí no dejarlo solo. Él me necesitaba y me pidió que estuviera todo el tiempo con él.
SEMANA: ¿No se despidieron?
R.S.: No tuve ninguna despedida. Me citaron a la Fiscalía para un interrogatorio y después fui a Medicina Legal para revisar mis heridas. Luego me detuvieron y me expulsaron. Nunca tuve el chance de decirle nada, tal vez dijo “Ella no me quiere”.
SEMANA: ¿Va a visitar su tumba en Cali?
R.S.: Pienso que fue mejor que yo no estuviera en el entierro, porque creo que me hubiera muerto junto a él. Yo no hubiera aguantado, me hubiera ido con él.
SEMANA: Hay quienes dicen que el atentado no era contra él, sino contra usted. ¿Qué opina?
R.S.: No lo sé, porque la Fiscalía no ha hecho nada. Lo único que puedo decir es que él estuvo frente a mí y él me salvó de los disparos que tenían la trayectoria hacia mi corazón.
SEMANA: Una hipótesis de las autoridades señala que la muerte de Jhoan se trató de un ajuste de cuentas porque tenía anotaciones por estafa y hurto. ¿Qué opina?
R.S.: Es triste. Eso fue hace más de diez años y aprendí que en Cali nadie espera más de diez años para cobrar venganza, porque es muy fácil matar a alguien, espero que eso también cambie. Pero creo que es la forma de justificar un asesinato.
SEMANA: ¿Cómo va la investigación por la muerte de Jhoan? ¿Hay algo que usted pudiera hacer para identificar a los asesinos?
R.S.: La Fiscalía nunca me contactó. Lo único que me hicieron fue una entrevista. Yo les dije desde un comienzo que vi ese sujeto, si lo tuviera al frente podría identificarlo, solo yo puedo hacerlo, pero parece que no les importa.
SEMANA: ¿Teme por su vida en Colombia?
R.S.: Perdí el miedo, me quitaron todo, yo perdí todo con Jhoan Sebastián, ya no queda nada. Pero con cabeza fría puedo decir que estoy en un riesgo muy alto. A mis seres queridos les digo que en el peor de los casos estaré con Jhoan.
SEMANA: ¿Qué le diría al presidente Petro si lo tuviera al frente?
R.S.: Lo primero, darle un abrazo rompecostillas. Después, simplemente le daría las gracias por devolverme la felicidad, porque yo ya no sabía qué era la felicidad.
SEMANA: ¿Y si se queda en Colombia le gustaría casarse y tener hijos?
R.S.: Claro que sí, aunque para mí todavía es difícil porque quería tener hijos con Jhoan Sebastián. De hecho, la misma noche del atentado le dije a mi mejor amiga que quería quedar embarazada. Se lo iba a decir, pero lo mataron.
SEMANA: ¿Valió la pena todo esto?
R.S.: Sí, claramente sí. Pensé que no volvería y aquí estoy. Me expulsaron, pero hoy me abrieron nuevamente la puerta.