Abril Camila García tiene 21 años y estudia comunicación social en Barranquila. La joven, como cualquier otra de su edad, quiere terminar una carrera universitaria y para eso se propuso realizar una pasantía de un año en la Universidad de Málaga, España. En condiciones normales, el viaje a este país no tardaría más de 15 horas en un vuelo directo, pero para Abril llegar al Viejo Continente representa todo un reto. Ella sufre de hipertensión pulmonar primaria, una enfermedad que no permite que las arterias de sus pulmones transporten la sangre al corazón de manera correcta, causando que este haga un mayor esfuerzo para hacerla circular.
Debido a esta afección, Abril es oxigenodependiente, por lo que no puede viajar en avión. "Mi hermana y mi sobrina recorrieron gran parte de América Latina por tierra, hasta llegar a Brasil, para que la altura no le afectara los pulmones a la niña", cuenta Bibiana Chiquillo, tía materna de la joven. La idea era que Abril y su madre Mónica viajaran por tierra al Brasil desde Barranquilla. Allí tomarían un crucero Fantasía de la compañía MSC Cruises con destino a Barcelona, para luego viajar en tren a su parada final —Málaga—, ciudad que tiene una altura similar a la de Barranquilla y, por tanto, saludable para la estudiante. Madre e hija embarcaron el 10 de marzo, casi una semana antes de que Rio de Janeiro y São Paulo decretaran el estado de emergencia por la primera muerte de un paciente por coronavirus. Sin embargo, con el rápido avance de la pandemia en Europa, particularmente en España e Italia, el crucero no pudo llegar a su destino en Barcelona y debió anclar en las costas de Lisboa (Portugal) el 22 de marzo. "A cada pasajero le fue solicitado desembarcar con un ticket de avión para retornar a su país de origen", explica Mónica en un comunicado que envió a través de WhatsApp, contando su drama. El dilema está en que de los 1.338 pasajeros del crucero solo cinco no han obtenido ayuda de su nación (Colombia) para regresar. Todos los demás ya dejaron el barco y lo más grave es que tres de ellos tienen problemas de salud. Dos jóvenes están en silla de ruedas y son acompañados por una enfermera cuidadora, mientras que Abril está con su mamá. Colombia cerró sus fronteras terrestres, marítimas y fluviales el pasado 16 de marzo, y tres días después Iván Duque anunció que se suspendía el ingreso —por treina días— de viajeros, incluidos extranjeros y connacionales. Medidas que para la familia de Abril son otra adversidad que superar para retornar a casa.
Mónica Chiquillo, desde el barco, y Bibiana, desde Bogotá, han hablado con el consulado en Lisboa y la Cancillería para saber qué solución les ofrecen, pero hasta el momento siguen esperando. Puntualmente, la madre de la joven dice en el comunicado que buscan "apoyo diplomático para que puedan permanecer en Lisboa por el tiempo de cierre de fronteras y cuarentena, ya que se encuentran en los perfiles de mayor riesgo y no pueden exponerse a contraer el virus". Sin embargo, aunque el consulado ha hecho las diligencias ante las autoridades portuguesas, según confirmó Mónica a SEMANA, vía WhatsApp, no hay permiso para desembarcar. "Es lamentable que hasta la fecha su Gobierno no haya sido capaz de ayudar o proporcionar ninguna solución": MSC Cruises. Ella, su hija y los otros tres colombianos del crucero están sufriendo por la presión que hace la compañía MSC Cruises para hacer que abandonen el barco. Este fue la carta que les enviaron el 29 de marzo. "Puedo asegurarle que hemos estado trabajando incansablemente en MSC Cruises, incluso antes de su llegada a Lisboa, para encontrar una solución de repatriación para usted y sus conciudadanos colombianos que hicieron el viaje desde Brasil. Sin embargo, ese viaje ha terminado, el barco se está cerrando en un estado de espera y usted lamentablemente debe dejar el MSC Fantasía a las 18 horas del 30 de marzo de 2020", señala la misiva. La compañía reitera que no ha encontrado una solución para repatriarlos y que los obstáculos para esto están fuera de su control. "Es lamentable que hasta la fecha su Gobierno no haya sido capaz de ayudar o proporcionar ninguna solución. Simplemente nos hemos quedado sin opciones como empresa privada que está cerrando complemanente sus operaciones debido a la pandemia del covid-19", agrega. MSC afirma que más de cincuenta gobiernos "han sentido una profunda obligación con sus ciudadanos (...) esperamos que el Gobierno de Colombia les ofrezca ese mismo compromiso".
SEMANA se comunicó con la Cancillería para obtener una respuesta a este caso, pero hasta el momento de la publicación de este artículo no se ha pronunciado. Los cinco colombianos no bajaron del barco este lunes porque no hay ninguna alternativa para recibirlos. Si las autoridades colombianas ofrecieran una repatriación por avión, solo los dos jóvenes en silla de ruedas y su enfermera podrían abordarlo. Abril, por su hipertensión pulmonar primaria, no podría porque estaría en riesgo su salud.
El cardiólogo de la joven en Barranquilla, según contó su tía Bibiana, dijo que la última opción para Abril sería tomar un avión ambulancia con personal médico capacitado en reanimación, puesto que es muy probable que ella sufra complicaciones durante el trayecto de regreso a Colombia. A la medianoche del 30 de marzo en Lisboa, Mónica envió un mensaje a SEMANA desde la embarcación. "Confiamos en que las gestiones de la embajadora lleguen a buen término y en el menor tiempo posible. Es fundamental la gestión del nuestro gobierno, para que las autoridades portuguesas nos permitan desembarcar, o logren una negociación con MSC. Luego, una vez bajemos, podamos organizar una repatriación", dijo.