Millones de creyentes y demás televidentes veían este domingo una transmisión religiosa del canal RCN cuando se llevaron una sorpresa. Se trataba de la eucaristía que ponía fin a la peregrinación del Señor Caído de Monserrate, en Bogotá, y en la que curiosamente apareció el presidente Iván Duque y varios miembros de su Gobierno. Además del mandatario se pudo ver a la primera dama, María Juliana Ruiz; la vicepresidenta de la República, Marta Lucía Ramírez; la ministra del Interior, Alicia Arango; el ministro de Salud, Fernando Ruiz, y Diego Molano, director del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República, Dapre, entre otros. Lo más sorprendente de todo es que al final, cuando monseñor Luis José Rueda, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, terminó la misa, el mandatario subió al altar a hacer una reflexión sobre la difícil situación que enfrentan las familias por la epidemia e hizo un homenaje a las víctimas y a quienes trabajan sin cansancio por contener la crisis. “Es una ocasión para rendirle tributo a todos aquellos que trabajan intensamente para salvar vidas. A los médicos, enfermeras, epidemiólogos, policías, a quienes están en la cadena de abastecimiento y quienes están haciendo pedagogías dentro de las casas”, dijo. Así mismo, invitó a creyentes y no creyentes a unirse espiritualmente por el país. “Es emocionante ver al Señor Caído en su peregrinaje por Bogotá y ver cómo se acercan muchos feligreses, con distanciamiento social, a pedirle acompañe al país en estas circunstancias”, dijo. Según se vio en la transmisión, se trató de un encuentro cerrado, con todas las medidas de bioseguridad. Y según pudo conocer SEMANA, se trató de invitación del arzobispo de Bogotá, con el objetivo de realizar una jornada de oración nacional, convocada por la Iglesia. La aparición no pasó inadvertida. Aunque durante la epidemia los colombianos se han acostumbrado a verlo todos los días en su programa nocturno “Contagiémonos de solidaridad”, donde actualiza los avances del manejo del coronavirus, su aparición generó controversia en redes. Muchos celebraron que el presidente profesara su fe en estos momentos de crisis, mientras que otros criticaron que estuviera allí. Entre los principales argumentos de los detractores está la contradicción de asistir a una misa cuando las directrices del Gobierno indican lo contrario. Dicen que el arzobispo podría haber oficiado la misa sin problema, pero se preguntan si era necesario que el presidente y parte de su gabinete asistieran como público. “¿Entonces las medidas para unos sí y para otros no?”, escribieron. También criticaron que el mandatario no se hubiera referido a la lamentable noticia de la masacre de Samaniego que dejó como resultado a ocho jóvenes asesinados. Según el gobernador, el municipio pasa por una ola de violencia. En los últimos dos meses, 20 personas han sido asesinadas en una población que tiene alrededor de 50.000 habitantes.