Cuando la fiscal del caso, en la seccional de Casanare, expuso ante una jueza de control de garantías de Yopal, las imágenes del cuerpo desmembrado de Yolennys Jiménez Castillo, su asesino, Luis Alberto Rivera, no podía ver la pantalla de la audiencia virtual con el resultado de su macabra venganza de celos.
Yolennys era una bella mujer, de nacionalidad venezolana, que tuvo la valentía de abandonar una perturbadora relación sentimental con Luis Alberto, el mismo que el 20 de agosto de 2023 se convirtió en feminicida, aunque trató de culpar a su víctima de la tragedia.
“Pues sí, y a veces me tiraba a pegarme, pero yo me le quitaba y nada más. Yo nunca llegué a golpearla”, dijo el feminicida en una primera declaración que entregó a la Fiscalía, cuando sabía que asesinó, desmembró y enterró en cuatro fosas a Yolennys, solo porque ella decidió rehacer su vida con otra persona.
Ese 20 de agosto Yolennys estaba con algunas amigas y Luis apareció, le hizo una invitación para trabajar en una finca donde él se estaba quedando. Fueron a revisar y cuando estaban en la finca Yolennys le confirmó que salía con otra persona. En ese momento el demonio se apoderó de Luis, que agarró por el cuello a Yolennys, la ahorcó mientras ella con sus manos trató de defenderse.
Las muestras del desespero por salvarse de la muerte quedaron en la cara del mismo asesino. Los rasguños que lanzó Yolennys para quitarse a Luis de encima se convirtieron en prueba de la brutalidad, de un salvaje que creyó ser dueño de la vida de su expareja sentimental. Medicina Legal reveló la barbarie que vivió la mujer, incluso después de la muerte.
“Amputación de miembro inferior derecho izquierdo, a nivel de caderas, con cortes a nivel de piel y músculos de bordes lisos y bien definidos. Fractura de bordes lisos y bien definidos a nivel de epífisis proximal del fémur bilateral, lo cual es consistente a mecanismo cortante, no tiene reacción vital. Dos heridas consistentes con mecanismo cortopunzante en región fronto-facial”, explicaron los forenses que revisaron lo que quedó de Yolennys.
Los cortes “definidos” a que hace referencia Medicina Legal tienen una explicación. Entre los oficios varios que desarrollaba Luis Alberto estaba el de carnicero. Conocía bien el uso de herramientas y el sitio exacto en el cuerpo por donde pasar su arma de trabajo. SEMANA conoció el expediente y las imágenes son aterradoras.
Yolennys, una sola mujer que en vida compartía su alegría, estaba repartida en cuatro fosas. Su cuerpo tuvo que ser reencontrado, unido y estudiado. Estaba en la misma finca donde el asesino ilusionó a su víctima con una posibilidad de trabajo. Ella no desaprovechaba una oportunidad de salir adelante luego de escapar de la pobreza en Venezuela.
“Los hechos arriba descritos obedecen a un contexto de violencia motivada basada en género, en el que existió convivencia en unión libre por alrededor de 4 años, encontrándose en proceso de separación desde el mes de abril de 2023 a causa de celos desmedidos y posesividad, control excesivo a la vida cotidiana, prohibiendo incluso compartir con amigos, con reporte de intolerancia y machismo acentuado”, señaló la Fiscalía durante la imputación de cargos.
Luego de asesinar, desmembrar y enterrar a Yolennys, el feminicida utilizó el teléfono de la víctima para hacer diferentes llamadas, incluso a la actual pareja sentimental de Yolennys, donde le advertía que era él, Luis Alberto, el esposo de ella. Después pidió posada donde un hermano y las sospechas empezaron a destapar la verdad.
La hija de Yolennys denunció la desaparición. Le advirtió a la Policía que la última vez que la vieron estaba con Luis Alberto y la llevó a una finca. Las evidencias se posaron en el carnicero del corregimiento de Tilodirán, a solo minutos de Yopal, capital del Casanare. Los uniformados lo buscaron y fueron hasta la finca, pero también desapareció.
Días después se presentó ante la Fiscalía de Yopal y entregó una descarada declaración, llena de mentiras y hasta culpando a Yolennys de ser parrandera y de pasear con jefes guerrilleros, como argumento para justificar la desaparición de la mujer.
“Ella tenía muchas amistades de tomar licor y una vez, hace como cuatro meses, me dijo que la habían invitado a un cumpleaños de un jefe guerrillero en Yopal, pero no me dijo dónde. Tomaba y salía a rumbear casi todos los días”, dijo el feminicida en su primera declaración.
Los investigadores de la seccional de Fiscalías en Casanare no comieron cuento y su experiencia los llevó a la finca, luego a las fosas y, finalmente, a la captura de Luis Alberto. Las declaraciones, incluso de la propia hija del asesino, fueron fundamentales para que en la audiencia terminara por aceptar cargos, reconocer que fue el asesino de Yolennys.
“Yo no estoy bravo, estoy es asustado, de esto no sé”, dijo Luis Alberto cuando la jueza de control de garantías le preguntó si aceptaba la imputación de la Fiscalía por los delitos de feminicidio agravado y ocultamiento de material probatorio. “No me siento satisfecho, no me asesoro bien, ahora sobre la audiencia, acepto cargos”, insistió el feminicida para advertir que no se sentía “tranquilo” con la abogada de oficio que le proporcionó el Estado.
Las entrevistas previas a Luis Alberto, cuando en su mentira ocultaba la verdad del brutal asesinato de Yolennys, fueron fundamentales para concluir en la responsabilidad que tenía, en ese momento, en la desaparición de la mujer, luego en su aterrador crimen.
- Preguntado: Indique a esta unidad si usted había tenido alguna discusión con la señora Yolennys durante los días que estuvo con ella.
- Contexto: No nada, solo ella que dijo que se iba para Yopal y pues que se fuera que siempre me dejaba botado.
Incluso trató de justificar las marcas y rasguños que tenía en su cara cuando fue entrevistado por la Fiscalía. “Que ellos me iban a matar, entonces cuando yo escuché unas motos Érika dijo llegaron, llegaron, yo salí corriendo a esconderme, yo no pensé que era la Policía y por eso salí corriendo, yo me fui para el monte y luego me fui para la finca donde yo trabajo”, dijo el feminicida.
La hija de la víctima también entregó su versión y advirtió a la Fiscalía la “tortura” en que se convirtió la relación de Yolennys con Luis Alberto. Maltrato y violencia desmedida al punto de atacarla con rocas. “Una relación patética. El señor Luis trataba mal a mi madre. Era una persona celosa, una época que viví con ella y con el señor Luis, había problemas como mi mamá cocinaba, como mi mamá hablaba, por todo había problema, hasta con nosotros”.
Incluso los familiares de Luis Alberto relataron la perturbadora relación y los problemas de comportamiento que tenía este hombre de 55 años de edad, nacido en Armero Guayabal en el Tolima, de 1,65 de estatura y con un tatuaje de fusil en su brazo, ahora convertido en confeso feminicida.
La contundencia del material probatorio recaudado por la Fiscalía, en la seccional de Casanare, fue suficiente para que una jueza de control de garantías legalizara el procedimiento de captura, la imputación de cargos y ordenara una medida de aseguramiento en contra de Luis Alberto que, al ver la evidencia, no tuvo más alternativa que aceptar ser el asesino de Yolennys.