En menos de 48 horas, Roberto Soto Prieto, sindicado de ser el cerebro del robo de los 13.5 millones de dólares de una cuenta colombiana en el Chase Manhattan, estuvo preso, libre, extraditado y deportado. O por lo menos ésos fueron algunos de los titulares de prensa que se leyeron la semana pasada en medio de lo que parece ser el penúltimo capítulo de esta historia. Penúltimo porque, aun cuando no se sabe a ciencia cierta si Soto será traído a Colombia o no, ya paró el proceso del gato y el ratón en que él estaba con las autoridades colombianas y las cartas han sido puestas sobre la mesa en un juzgado austriaco. La partida que acaba de comenzar puede ser larga y es posible que cada contrincante tenga uno que otro as debajo de la manga.Que Soto es un jugador de peso pesado, ya no queda la menor duda. La inteligencia y audacia que se le atribuyen en el caso de los 13.5 millones de dolares parecen estar también presentes en la batalla que por traerlo a Colombia se acaba de comenzar. El traslado a Austria es a todas luces un hábil movimiento. Soto había estudiado allá parte del bachillerato y la universidad y por lo tanto el terreno le resulta familiar. Domina el idioma como pocos y tanto por sus estudios como por sus importantes negocios en Alemania, tiene las conexiones y los recursos económicos para afrontar la situación con las mejores armas. SEMANA se ha enterado de que Soto contrató un pool de abogados reconocidos como algunos de los más prestigiosos del país, y con ellos ha diseñado un hábil plan para solicitar asilo político. Los argumentos presentados por él y sus asesores, aún cuando irrisorios para cualquier colombiano, podrían resultar convincentes para un juez de Europa central. Básicamente, su argumentación es la siguiente: a) Se presenta como un miembro del partido liberal colombiano, aclarando que se trata del partido que perdió las elecciones y que por lo tanto está en la oposición. b) En su condición de militante de ese partido opositor, se declara perseguido político; c) Como ejemplo de esa persecución señala que sus documentos le fueron confiscados bajo la acusación de falsedad y que él tuvo que recurrir a una alta figura del partido de gobierno para que le fueran devueltos; d) Como justificación principal de la persecución de que dice ser objeto, asegura que es conocedor de secretos militares por haber llevado a cabo importantes ventas de armamento a países centroamericanos. En este último punto, Soto coincide con las versiones del norteamericano Robert H. Russell quien sostiene que prestó su cuenta bancaria en Suiza para una transacción de armas. Además de esta solicitud de asilo, las autoridades colombianas creen que Soto, desde antes de la fecha en que se produjo el robo, estaba tramitando una nacionalización en ese país, basada en sus varios años de residencia allí. Sobre esto, sin embargo, SEMANA no pudo obtener ninguna confirmación.Ridículo como podría sonar todo lo anterior, el hecho es que el gobierno austriaco es tan respetuoso del concepto de asilo político que ninguna solicitud ha sido negada en los últimos 20 años. El espíritu de la justicia austriaca puede medirse en la actitud del juez, quien se ha negado a aceptar dialogar con la embajada colombiana en Viena, alegando que está obligado a considerarla como representante de una de las partes en este conflicto.Si las anteriores son las cartas de Soto, las del gobierno colombiano son otras. Existen dos vías para que Soto sea traido al país: la judicial, o sea la extradición, para la cual es requisito previo que Soto sea llamado a juicio, pero como esto no ha sucedido todavía, todo indica que esta vía sólo puede ser utilizada a mediano o largo plazo; la otra vía es la administrativa que en la práctica correspondería a la deportación. Para ésta algunos juristas sostienen que es necesario que el deportado haya delinquido en el país que lo deporta, pero otros afirman que tal decisión depende del gobierno de ese país. En todo caso, alrededor de estas dos opciones, se presentaron la semana pasada múltiples interpretaciones y no existe acuerdo al respecto, ni siquiera por parte de las autoridades colombianas, entre las cuales hay diferentes puntos de vista. Independientemente de los galimatías jurídicos, lo que parece cierto es que el desenlace en buena parte depende de la voluntad del gobierno austriaco que hasta ahora, según fuentes del alto gobierno, ha dado pruebas de cooperación.