Aunque en el acento de su español evidencie que se le dificulta pronunciar sílabas con erre, ese o eme, Lisa Vander Eecken es bogotana, habla perfecto inglés, que es en realidad la lengua con la que creció, y pocas costumbres tiene de su país natal.Su rostro sí la delata. Aunque la fluidez de su inglés distraiga, sus rasgos faciales, la forma ondulada de su cabello cuando roza sus hombros, sus ojos oscuros y la firmeza que adquiere su mandíbula cuando está seria muestran a una mujer que cualquier bogotano asumiría como una cachaca más.No se llamó Lisa siempre, pues la bautizaron como Sandra Milena, pero una circunstancia todavía desconocida hizo que Lisa terminara en manos del ICBF en 1996. Una publicación del diario El Nuevo Siglo del 23 de octubre de ese año muestra el rostro de ella y de su hermano Óscar Andrés Sánchez como niños a la espera de ser adoptados. Niños que “buscan su hogar”.

Esta es la publicación de ‘El Nuevo Siglo‘ donde aparecen ella y su hermanoElla dice que figuraban como niños desaparecidos.“Nadie vino a buscarnos, entonces nos pusieron en una casa de una familia de paso, y ahí nos quedamos hasta que se completara el proceso de adopción con nuestro nuevo hogar en Bélgica”.Lisa todavía tiene contacto con esa familia que la recibió durante un año antes de tomar un avión que la llevaría hacia el viaje más largo de su vida: la aventura por encontrar a sus padres biológicos. Quisieron adoptarla, pero el ICBF no lo permitió y no dio una causa clara de su negativa.Desde hace dos años su vida volvió a cambiar. Lisa ahora es madre y sabe que esa responsabilidad le va a quitar tiempo para buscar a sus padres biológicos. Dice que es una madre fuerte y que nunca abandonaría a sus hijosLisa nació el 28 de diciembre de 1994, y cuando estaba próxima a cumplir sus 17 años de vida, un puntazo en el corazón la hizo buscar sus raíces. Fueron unas ganas de saber qué sangre corría por sus venas, por entender la razón de sus rasgos físicos. Tal vez fue amor.Viajó en 2011 a Colombia, y una vez el vuelo aterrizó en suelo latinoamericano, descubrió que ese amor era verdad. “Abrumador”. De repente apareció en su cabeza una sensación que no había experimentado antes, “estar en casa”.Todo le parecía conocido. La música le generaba nostalgia, la gente desconocida le parecía familiar, la comida le sabía a casa. “Era como estar en casa… pero al mismo tiempo no estarlo”.“Mis padres adoptivos siempre me alentaron a ir a Colombia para buscar a mis padres biológicos. Me dieron coraje”, dice Lisa.

Desde su primer viaje floreció un amor por Colombia innegableDesde que comenzó en serio su búsqueda decidió crear en redes sociales diferentes canales en donde comparte sus avances. Bautizó a su titánica misión como “A Journey of a Lifetime”, allí ha contado su historia, sube fotos con su hijo, alienta a la selección Colombia y hasta tiene un video en donde realiza pruebas de su ADN para saber cuál es el origen de sus ancestros más remotos.No contenta con la fría Bogotá, de donde es oriunda, viajó a Santa Marta y Cartagena para hacerse una idea un poco más amplia del país que lleva en el corazón pero no en la mente.Regresó años después, exactamente cuando ya era mayor de edad, en busca de sus papeles de adopción. Gracias a un programa en Bélgica que ayuda a las personas adoptadas que buscan esos documentos Lisa pudo viajar de nuevo a Bogotá.Esta vez su estadía fue más larga, y en vez de hotel se quedó donde la familia que la acogió durante un año antes de abandonar Colombia. “Familia acogida”, es el término que usa y pronuncia con dificultad.“Me dicen el nombre de una señora cuyo hijo es el padre de mi hermano”, en efecto, logró contactar a Luz Ferrucho, quien además le dijo que su madre dio a luz a su hermano cuando tenía entre 18 o 19 años. De la información que ha recopilado, Lisa cree que su mamá vivió en el barrio Juan Pablo II, uno de los últimos rincones de Ciudad Bolívar. No sabe si allí sigue.Lisa creció en un pequeño pueblo a media hora de Bruselas, sus padres belgas Jean-Marie y Marleen los adoptaron porque no podían tener hijos propios. Una vez en Europa Sandra se llamó Lisa y óscar Andrés conservó su segundo nombre.En su segunda vez en Colombia supo gracias a los papeles que su madre biológica se llama Nidia Patricia Sánchez. Esa información le abrió pie para conocer un pasado nada agradable: el alcoholismo y la indiferencia en la crianza, llena de abusos que le dieron en poco tiempo.Desde hace dos años su vida volvió a cambiar. Lisa ahora es madre y sabe que esa responsabilidad le va a quitar tiempo para buscar a sus padres biológicos. Dice que es una madre fuerte y que nunca abandonaría a sus hijos.Antes de colgar, dice que el tiempo límite para encontrarlos va a ser una carrera, vendrá en septiembre u octubre a Colombia y está convencida de que no se puede devolver con las manos vacías, o más bien, con esa sensación de que no sabe todavía de dónde viene.