“En la cabeza, la víctima recibió 32 heridas de arma blanca y en el cuello, 34… Murió desangrado”. Brutal. Así se puede calificar el relato que hizo la Fiscalía en la audiencia en la que judicializaron a dos personas por transportar los restos de un hombre torturado, ‘picado’ y asesinado en la llamada ‘casa de los masajes’, ubicada en pleno centro de Bogotá.

SEMANA reveló los detalles de una investigación en poder de la Fiscalía y la Policía Metropolitana que puso en evidencia los aberrantes casos de personas asesinadas, torturadas y desmembradas, que luego aparecían en bolsas de basura en esquinas de la capital del país.

Esta tenebrosa historia se da en una casa del barrio San Bernardo, a solo unos metros de un tradicional y conocido colegio. Un sector que otrora fue orgullo de los bogotanos, pero ahora es el centro de tráfico de estupefacientes, la guarida de peligrosas bandas y albergue de la cuadra de la muerte, cuyo epicentro es una terrorífica vivienda de tres pisos, fachada verde y puertas de color café. Hasta ese peligroso lugar llegó SEMANA.

La casa

La vivienda fue plenamente identificada por la Fiscalía como el escenario del más aberrante y brutal de los asesinatos recientemente denunciados con cuerpos que aparecían en bolsas de basura. La víctima fue amarrada, torturada y asesinada. Los sádicos le propinaron 161 heridas de arma blanca, luego metieron el cuerpo en una carreta de reciclaje y lo botaron junto a los desperdicios de un mugroso hotel.

Se trata de ‘la casa de los masajes’, así señalan los testigos el macabro sitio que la misma Fiscalía describió como el espacio de torturas y asesinatos. Una vivienda que en los sistemas del ente acusador aparece con seis reportes de hechos criminales que incluyen lesiones personales y amenazas. Todo detrás de una fachada de hotel de paso o ‘pagadiario’, como se conoce en la calle.

“Yo he estado en mi pieza y he escuchado gritos extraños, como si en algún momento le pegaran a la gente, me ha tocado quedarme callado… En esa casa no se puede ni hablar ni preguntar ni chismosear, porque lo van matando”, advierte un testigo a la Fiscalía.

A unas cuadras de la Policía Metropolitana, del Ejército, de la Alcaldía y hasta de la Presidencia está el barrio San Bernardo, asediado por el crimen.

La casa de tres pisos está en una concurrida cuadra, incluso con establecimientos de comercio que dan la apariencia de estar en una zona residencial, claramente afectada por la falta de cultura ciudadana y la pobreza, pero lejos de imaginar la barbarie que se describe en las declaraciones de los testigos.

Al llegar a la vivienda no se observan signos o elementos que indiquen la tragedia que guardan sus paredes. La vida sigue normal en esa casa de la muerte, la misma Fiscalía y los vecinos advierten de una ley del silencio: “El que denuncie termina en ‘la casa de los masajes’”.

Las declaraciones en poder de SEMANA son contundentes y fueron suficientes para enviar a la cárcel a dos personas capturadas por ser, dicen los testigos y la Fiscalía, los encargados de la seguridad en la entrada de ‘la casa de los masajes’ y además los responsables de sacar el cuerpo picado de una persona que fue torturada en el tercer piso de la vivienda.

“Informa que en el sector hay un lugar que le dicen ‘la casa de los masajes’, una casa verde con puertas cafés que funciona como ‘pagadiario’. Allí entran y salen integrantes de la banda los Seguros. Los habitantes del sector tienen miedo por lo que les pueda suceder, ya que se escucha cómo golpean a sus víctimas”, dijo el fiscal del caso.

La investigación

Los detalles del proceso que dejó como víctima a un hombre de 45 años de edad, el mismo que fue secuestrado en ‘la casa de los masajes’ y apuñalado en 161 oportunidades, están en una investigación que lideró la Fiscalía y la Sijín de Bogotá. Con cámaras de seguridad, les siguieron el rastro a los responsables de llevar un cuerpo desde el macabro lugar hasta el barrio siguiente.

Los investigadores establecieron que los dos capturados fueron los encargados, al parecer, de recibir el cuerpo envuelto en sábanas y la funda de un colchón ensangrentado. Luego lo metieron en una carreta de reciclaje y lo botaron junto a un bulto de desperdicios. Horas después, una persona observó como escurría sangre y llamó a la Policía.

La víctima fue identificada como Luis Ángel Rodríguez y el dictamen de Medicina Legal es perturbador. Tenía un cable amarrado y en las manos, muestras del intento por evitar la lluvia de puñaladas.

“En el área uno: cráneo y cara, hay un total de 34 lesiones; en el área dos, del cuello, un total de 32 lesiones; en el tórax, un total de 29 heridas… Miembro superior derecho, 13 lesiones con heridas de defensa en la mano y miembro superior izquierdo, un total 11 lesiones con siete heridas de defensa en la mano”, explicó el fiscal del caso tras advertir la causa de la muerte: hemorragia masiva.

Lo torturaron, lo hirieron y, con el dolor que pudo estar sintiendo, dejaron que lentamente muriera desangrado. El análisis de Medicina Legal no determina si la muerte lo cogió en la opaca y tenebrosa casa verde, en la carreta o en el montón de basura donde fue encontrado.

Para los investigadores, no hay duda de que los seis cuerpos encontrados con signos de tortura y en bolsas de basura en las esquinas del centro de Bogotá hacen parte de una confrontación criminal por el control del tráfico de estupefacientes. Hay una guerra que incluyó una mensajería macabra; cada cuerpo embolsado y el sitio donde lo arrojaron es un mensaje claro entre bandas rivales.

En una de estas viejas y lúgubres casas, se ve una carreta de las que utilizan para mover los cuerpos luego de ser torturados, asesinados y picados. Posteriormente, son tirados a la calle en basureros.

El reporte oficial

Luego de que SEMANA revelara los detalles de la investigación sobre la existencia de la llamada ‘casa de masajes’ y de cómo en ese lugar secuestraban, torturaban y asesinaban personas, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, lo negó. Incluso advirtió que era “desinformar”, mientras reconoció la investigación sobre la guerra por el tráfico de drogas en la capital. “Es falso, es desinformar que hay ‘casas de pique’ en Bogotá; eso no existe, lo que ha ocurrido son casos de ajusticiamiento por narcotráfico”, dijo la mandataria.

Ahora, la Fiscalía confirma, mediante los testigos, la existencia de estos espacios de muerte. Las declaraciones son específicas en detalle y explican cómo la aterradora historia del tercer piso de ‘la casa de los masajes’ era de conocimiento de las autoridades.

El secretario de seguridad de Bogotá, Aníbal Fernández de Soto, fue más tajante en su afirmación al advertir que no hay investigaciones en la Policía o la Fiscalía sobre las llamadas ‘casas de pique’ o similares. “No hay algo que nos indique que hay ‘casas de pique’ o algo en ese sentido. Son ajustes de cuentas entre grupos de delincuencia”, señaló el funcionario.

A pesar de que el Distrito lo niegue, las ‘casas de masajes’ existen. Lo denunciaron los testigos, lo confirma la Fiscalía por medio de las investigaciones que adelantó con la Policía de Bogotá y se reitera en los documentos obtenidos por SEMANA.

La casa sigue funcionando como un improvisado hotel, mientras sus paredes y pisos guardan las pruebas de los macabros crímenes.