La implosión de la Coalición Centro Esperanza mueve el tablero y cambia las cuentas electorales en la campaña presidencial. Favorece al candidato de la Colombia Humana Gustavo Petro, al exalcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández, quien está de segundo en las encuestas, y también a quien se quede con la candidatura de la centroderecha.

Los grandes perdedores son: Sergio Fajardo, quien ha caído de un 25 % a un 7 % en las encuestas durante los últimos 14 meses; Alejandro Gaviria, quien hasta ahora no despega con un 2 % de intención de voto; y a Juan Manuel Galán, quien quedó atrapado en ese remolino. Los otros miembros de la coalición son inviables por sus cifras.

La Coalición Centro Esperanza tuvo su origen en un proyecto político impulsado por Juan Manuel Santos para recuperar la Presidencia. La idea empezó a rodar muy bien. La narrativa que lograron posicionar fue que eran el centro político y cualquiera que pensara distinto representaba a un extremo. Así consiguieron más de 11 millones de votos en la llamada consulta anticorrupción, también se quedaron con la Alcaldía de Bogotá y Claudia López ganó las elecciones prometiendo que Sergio Fajardo sería el próximo presidente.

La banderas del autodenominado centro prometían luchar contra la corrupción y ser pulcros en la forma de hacer política. En noviembre de 2020, SEMANA publicó una portada titulada “¿Existe el centro?”. El objetivo era hacerles entender a nuestros lectores que un grupo de políticos no podía adueñarse de unas banderas que no les correspondían solamente a ellos. La conclusión del análisis fue que el centro tiene matices y alertó: “El centro es hoy un amplio territorio electoral en disputa. Algunos lo usan como un mecanismo para mostrarse políticamente correctos. Por eso, hablar de un centro único y puro es una utopía, y es necesario ver cada uno de los matices”.

El llamado centro no entendió que, más allá de las ideologías políticas y los pedestales morales, los ciudadanos necesitan es soluciones a sus múltiples problemas. Cuando a alguien lo roban o terminan asesinándolo por quitarle su bicicleta o su celular en la calle, o pierde su empleo, no tiene vivienda o educación para sus hijos y atención en salud, poco importa el discurso político que promete mucho y hace muy poco.

El ejemplo perfecto es la alcaldesa Claudia López. Su aprobación ha caído de manera estrepitosa a la vez que su desaprobación se ha disparado. Ella pensaba que gobernar era solo un tema de imagen y comunicación, así como le funcionaba haciendo oposición y durante la campaña. Pero sus resultados han sido desastrosos y los habitantes de Bogotá le han pasado factura. Una encuesta de Centro Nacional de Consultoría para SEMANA dejó en evidencia que solo el 5 % de los ciudadanos creen que la capital del país va por buen camino en materia de seguridad. Por su parte, un estudio del proyecto ‘Bogotá Cómo Vamos’ indica que solo el 19 % de los ciudadanos aprueba la gestión de la alcaldesa.

Claudia López, quien ostenta el cargo de elección popular más importante en esa corriente política, resultó ser una gran decepción que golpeó la credibilidad del discurso de los integrantes de la Coalición Centro Esperanza que buscan la presidencia en el 2022. La gente quiere resultados, no palabras, y los electores solo votarán por quien les parezca confiable a la hora de cumplir lo prometido en campaña. No como ocurrió con Claudia López. Digan lo que digan, los candidatos de la Centro Esperanza tienen un inmenso reto para vencer la desconfianza provocada por la alcaldesa de Bogotá entre quienes votaron por ella y quizás esperan que voten por ellos.

La más reciente encuesta del Centro Nacional de Consultoría para SEMANA, del pasado 8 de diciembre, dejó al descubierto las consecuencias de los errores de la Coalición Centro Esperanza. Gustavo Petro registró el 35 % de intención de voto en Bogotá. Por su parte, Sergio Fajardo, quien en el 2018 en fórmula con Claudia López había ganado la votación en la ciudad en la primera vuelta, apareció solo con un 6 % de intención de voto. El ingeniero Rodolfo Hernández, quien no tiene ninguna estructura política en Bogotá, se quedó con el segundo lugar en la ciudad más importante de Colombia y también desbancó a Fajardo.

En medio de todo este panorama, se formó la Coalición Centro Esperanza con un discurso sobre el cambio en la forma de hacer política pero con políticos de mucho kilometraje como Sergio Fajardo, exalcalde de Medellín, exgobernador de Antioquia y tres veces candidato presidencial; o Juan Fernando Cristo, exministro de Samper y de Santos, a quien relacionaron con la mermelada en ese gobierno. También está Juan Manuel Galán, quien fue congresista por el Partido Liberal de César Gaviria y trabajó en un consulado durante el Gobierno Uribe, es decir, no ha hecho nada distinto en su vida profesional que ser político. O Jorge Enrique Robledo, quien lleva décadas en el Congreso, y Carlos Amaya, exgobernador en Boyacá que manejó toda la burocracia de su departamento.

En la construcción de este plan de apariencia independiente en el autodenominado centro político entró en escena en agosto del año pasado Alejandro Gaviria, exministro de Santos, tras un corto recorrido como rector de la Universidad de Los Andes y una campaña de expectativa planeada milimétricamente durante un año. Mientras la mayoría de medios de comunicación le tendían tapete rojo, como lo hicieron con Claudia López, SEMANA fue el primero en alertar que Gaviria tenía en la sombra unas maquinarias políticas poderosas y que no era independiente.

En su portada del 4 de septiembre de 2021, titulada “¿Independiente?”, SEMANA reveló que Alejandro Gaviria era producto del apoyo de los expresidentes Juan Manuel Santos y César Gaviria. Aunque el candidato lo negó, porque sabía que no le convenía frente al electorado, los hechos han demostrado todo lo contrario. Luego terminó en la Coalición de la Centro Esperanza de Santos.

Todo parecía muy bien amarrado pero en la Centro Esperanza no contaron con lo que desataría Íngrid Betancourt, quien decidió poner en la palestra pública sus incomodidades con lo que llamó incoherencias de Alejandro Gaviria. En medio del primer debate presidencial de SEMANA y El Tiempo, Íngrid le sacó los trapitos al sol a Gaviria y le reclamó públicamente por recibir el apoyo de políticos representativos de las maquinarias. Desde ese momento quedó planteada una guerra interna que terminó en la implosión de la Coalición.

Íngrid Betancourt anunció que irá sola a primera vuelta y esto dividirá los votos de este sector político que, según las encuestas, ya tenía dificultades para llegar a segunda vuelta. Esto abre el camino para el siguiente escenario. Si la centro derecha logra consolidarse, tras las consultas del 13 de marzo, el candidato que gane tendría posibilidades reales de llegar a la segunda vuelta.

Según una encuesta publicada por El Tiempo, Federico Gutiérrez ganaría esa consulta. Esto llevaría a que si el candidato del Centro Democrático Óscar Iván Zuluaga no despega en las encuestas debería considerar retirar su candidatura después de las elecciones de marzo. Mientras tanto, el ingeniero Rodolfo Hernández sigue subiendo en intención de voto y podría aguarle la fiesta a la derecha y terminar ganando su tiquete a segunda vuelta para enfrentar a Gustavo Petro.

Con base en las circunstancias de hoy pareciera ser que en el photofinish de primera vuelta estarán Gustavo Petro, Rodolfo Hernández y Federico Gutiérrez. Falta ver hasta dónde le alcance la cuerda a Íngrid Betancourt y si logra recoger las banderas de la lucha contra la corrupción y el cambio en la forma de hacer política y tal vez pueda sorprender. En cualquier caso, el gran perdedor es la Coalición de la Centro Esperanza.