Cerca de 11.400 migrantes están represados en Necoclí, Antioquia, mientras esperan poder cruzar el Tapón del Darién hacia Panamá. Miles de hombres, mujeres –algunas de ellas embarazadas–, niños y niñas duermen en hoteles, hostales y casas arrendadas por días, mientras otros se instalan en la orilla de la playa. De la misma manera, decenas de personas, en su mayoría haitianas y algunas cubanas, piden atención médica todos los días, en un hospital que no da abasto.

La Defensoría del Pueblo alertó que la ESE Hospital San Sebastián entró en colapso en la atención debido a la alta demanda y pidió apoyo a las autoridades, pues no hay suficientes recursos humanos, ni técnicos o de infraestructura para prestar asistencia en todos los casos.

Neyder Pupo Negrete, gerente del hospital de baja complejidad, le explicó a SEMANA que la mayor demanda de esa población es por consulta externa y urgencias. Si bien la entidad tiene en su personal médicos, enfermeras y odontólogos, debe atender a los 72.000 habitantes de Necoclí, ahora sumados a los migrantes que han llegado a ser más de 15.000 por temporadas.

Más de 15.000 migrantes duermen en las calles de Necoclí. Esperan que la compañía de transporte los cruce por el golfo de Urabá, lo que constituye un riesgo judicial para los empresarios. Para llegar a Panamá, los migrantes deberán atravesar el Tapón del Darién.

El gerente señaló que la mayoría de los pacientes que llegan a urgencias son niños y niñas con síndrome respiratorio, enfermedades virales y diarreicas, entre otros. “Todo eso es secundario al trayecto y los traslados que viven por su condición de migrantes. Están en hacinamiento constante”, agregó.

Sumado a eso, los adultos que van al hospital suelen tener dengue y paludismo, y enfermedades crónicas como hipertensión y diabetes descontroladas a falta de tratamiento oportuno.

La institución pasó de recibir 20 pacientes a 40 diarios, aproximadamente. La Cruz Roja tiene un punto de atención en el muelle, donde atiende en promedio 30 personas, dando un apoyo adicional en salud. Además, la Gobernación de Antioquia envió a un médico y una enfermera para sumarse al personal de atención.

Los trabajadores están cada vez más cansados. Pero aparte de eso, tampoco hay recursos. Al corte de agosto, la deuda por los gastos de atención a los migrantes llegó a 86 millones de pesos, de acuerdo con el gerente, pues les dan atención, medicamentos, tratamientos y demás, pero no reciben el pago por ello.

“El municipio debería responder, pero Necoclí no tiene recursos, entonces estamos buscando apoyo de la Secretaría de Salud de Antioquia y el Ministerio de Salud”, contó.

Según Emilda Beltrán, auxiliar de enfermería de la ESE, quien trabaja en las áreas de hospitalización, urgencias y salas de parto, desde el año pasado han nacido cerca de ocho bebés hijos de migrantes.

Para ella ha sido imposible no sentirse afectada emocionalmente por algunas de las situaciones que ve a diario. Recuerda bien a una paciente gestante haitiana que no hablaba español y a quien en su travesía le habían robado sus pertenencias. No tenía nada y estaba sola.

Una trabajadora del hospital consiguió el contacto de una fundación de Apartadó, donde trabajaba una monja que hablaba haitiano, quien la ayudó en el parto de su bebé y a encontrar a su familia.

“Son situaciones que lo marcan mucho a uno, pues ante todo somos seres humanos”, dijo en conversación con este medio.

La crisis migratoria continúa, para el gerente del hospital la situación ha empeorado desde hace algunas semanas, pero no es algo nuevo. Mientras Colombia quiere que Panamá permita ampliar el número de personas que pueden transitar hacia el norte para reducir el represamiento, ese país dice que este no cumple con los acuerdos en ese sentido.

Así, la crisis se dilata y los migrantes siguen llegando a Necoclí, en donde no quieren quedarse, pero quedan atrapados casi inevitablemente, en ocasiones por varios días. Mientras tanto, la presión sobre el sistema de salud municipal pone en jaque a los trabajadores de la ESE Hospital San Sebastián.