SEMANA: Todo indica que el martes 18, cuando se retomen las conversaciones, tendrá lugar el primer gran pulso del proceso, precisamente en torno a la discusión de si convocar o no una Asamblea Constituyente. ¿Está de acuerdo?ANDRÉS PARÍS: El día martes 18 de junio nos pondremos de acuerdo sobre cómo vamos a desarrollar las discusiones del segundo punto de la agenda. Con toda seguridad allí, y en todos los temas y subtemas de este gran punto definitorio del Acuerdo general, surgirán debates sobre el papel a jugar por parte de una Asamblea Nacional Constituyente.SEMANA: ¿Es la Constituyente un inamovible' para las FARC? Es decir, ¿depende para ustedes el éxito del proceso de que se convoque? ¿Ven este proceso sin Constituyente?A. P.: Junto con muchos sectores, cada vez más amplios y diversos, compartimos la certeza que la Asamblea Nacional Constituyente es la llave de la paz, que ha salido del bolsillo presidencial y de las FARC-EP y hoy recorre los buenos espíritus patrióticos de los colombianos. Un proceso de paz como el que advertimos queremos transitar debe significar cambios históricos de todos y para bien de todos los compatriotas. Así planteado el asunto, contrapreguntamos: ¿Qué instrumento constitucional existe para provocar con ánimo incluyente y democrático estos cambios? Hay uno solo: la Asamblea Nacional Constituyente.SEMANA: Uno creería que las FARC plantean la Constituyente por dos razones de fondo:a) Blindar jurídicamente el proceso y, en caso de acuerdo, a los excombatientes desmovilizados frente a cualquier cambio futuro de gobierno.b) La Constituyente abre la posibilidad de transformar drásticamente el régimen político. ¿Está de acuerdo con ambas cosas?A. P.: Me inclino a apoyar más la segunda tesis, cambiando la palabra ‘drástico’ por ‘profundo’. En un ambiente constituyente, de acuerdos consolidados con un nuevo entorno político nacional, ¡nuestro blindaje será el pueblo que nos acompañe! En Colombia, por andar buscando la desmovilización, a los diferentes gobiernos se les ha escapado la paz. Construyamos el nuevo país democrático y justo y desaparecerán las guerrillas y también las fuerzas políticas y militares que genera la contraguerrilla.SEMANA: ¿Han sopesado la posibilidad de que, si se convoca, los enemigos del proceso obtengan la mayoría en una eventual Constituyente? Sectores de la derecha también quieren la Constituyente porque aspiran a cambiar la Constitución del 91. Ese sería un escenario algo insólito: que las FARC y el uribismo coincidieran en un mecanismo para cambiarla, así sea para hacer cambios muy distintos. ¿No cree?A. P.: Estimado periodista, vivimos en el país de lo insólito. Vivimos en Macondo. ¿Cómo explicar que esa Constitución del 91 fue reformada más de 38 veces por las fuerzas que hoy convergen en la alianza de gobierno y la oposición de ultraderecha y nadie se conduele por esas mutaciones? Y cuando se plantea utilizar el camino más democrático para rescatar el espíritu inicial de esa Constitución, entonces nos recuerdan el coco del Uribismo. El temor de unos y otros realmente no es el adversario que tienen en la misma orilla. Es exactamente la falta de una visión histórica de patria, Estado y democracia lo que se interpone en la necesidad de producir al amparo del proceso de paz cambios institucionales, económicos, sociales y políticos. Se desatarán fuerzas sociales, se movilizarán acciones políticas antes contenidas por décadas de inmovilismo bipartidista y estas derrotarán cualquier alianza nostálgica de la derecha reaccionaria. Lo importante es que se produzca el primer acto: ¡convoquemos la Asamblea Nacional Constituyente, anunciémosla desde ya y para el 2014 Colombia  será de todos los Colombianos!