Una luz de esperanza apareció en el complejo proceso que se adelanta contra Edward Alfirio Nieto Coronel. O al menos esto es lo que piensan los abogados de este joven estudiante universitario que cumple actualmente una condena de 57 años de prisión por haber participado en la masacre de tres hombres en el corregimiento de Juan Frío, una zona apartada del municipio de Villa del Rosario (Norte de Santander).
Tras once años reclamando su inocencia, este estudiante de derecho confía en que las pruebas ordenadas por la Corte Suprema de Justicia, que aceptó el recurso extraordinario de casación, demuestren que no tuvo que ver en esta masacre. El alto tribunal, en un documento conocido por SEMANA, ordenó recopilar la declaración de Carlos Andrés Palencia González, más conocido como Visaje, el temido jefe de la banda criminal de Los Urabeños que delinquía en la zona.
¿Por qué es importante su declaración? En marzo de 2017, Visaje reconoció en un preacuerdo con la Fiscalía General su plena responsabilidad en 125 hechos violentos tras su paso por las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, el Bloque Catatumbo de las Autodefensas Unidas de Colombia y la banda criminal de Los Urabeños, entre estos la masacre de Villa del Rosario.
Estos asesinatos selectivos se ordenaron, según indicó, en medio de la lucha sin cuartel que emprendió por el control del territorio y expandir dicha banda criminal que estaba conformada, en su mayoría, por paramilitares que le dieron la espalda a un proceso de paz y decidieron seguir delinquiendo antes que entregar sus armas y volver a la vida civil.
Tras conocer esta aceptación, los abogados de Nieto lo buscaron afanosamente con el fin de preguntarle si conocía o tenía conocimiento de la participación de este joven en esa masacre. La respuesta fue tajante y totalmente diciente: “no”. Tras ponerle de presente unas fotografías aseguró, bajo juramento, que el joven nunca había hecho parte de la organización. Con esta evidencia en mano, buscaron tumbar la sentencia emitida por el Tribunal que ratificó la condena atendiendo las pruebas presentadas por la Fiscalía.
La esperanza de un fallo absolutorio
La hipótesis de la defensa es que Alfirio estuvo en el lugar y la hora equivocados. Las pruebas documentales aportadas por sus abogados indican que cuando se presentó la masacre el joven se encontraba a unos pocos kilómetros jugando un torneo de microfútbol con un grupo de amigos y familiares. Después, fue llamado por su novia, quien le dijo que le tenía un regalo para su suegro por motivo de su cumpleaños.
Cuando se encontraban almorzando, un grupo de agentes de la Sijín de la Policía llegó a la vivienda ubicada en el barrio Aguas Calientes, en el municipio de Rangonvalia, y capturaron a todos los que ahí estaban, acusándolos de tener participación en la masacre puesto que una fuente les había advertido que hacían parte de la banda criminal. En el allanamiento a la vivienda encontraron armas de uso privativo de Fuerzas Militares, material de intendencia como camuflados, una pistola nueve milímetros, un proveedor para 40 cartuchos y de acción automática tipo subametralladora.
Lo que siguió fue el inicio de su peor pesadilla: una imputación de cargos por homicidio agravado; concierto para delinquir agravado; fabricación, tráfico y porte de armas y municiones de uso privativo de las Fuerzas Armadas y explosivos; fabricación, tráfico y porte de armas de fuego o municiones de uso personal. Un año después recibiría la peor de las noticias, una de las condenas más altas contempladas en el Código Penal y la imposibilidad de acceder a cualquier beneficio.
Con la decisión de la Corte Suprema de revisar el caso los abogados de Alfirio esperar que se haga justicia y se demuestre que no tuvo participación ni conocimiento alguno en estos homicidios. Para darle más fuerza a esta versión se pidió tener en cuenta la declaración de Alirio Antonio López Rodríguez, alias Águila 7, otro de los comandantes de Los Urabeños en Norte de Santander.
En el recurso de casación se explica que en los fallos emitidos por el juzgado primero especializado de Cúcuta y la Sala Penal del Tribunal Superior no se realizó una especificación de su participación dentro de los hechos por los que fue sentenciado, ni se logró hacer una vinculación con Los Urabeños, por lo que se considera que se presentó una verdadera injusticia.
Este complejo caso, incluso, ya fue presentado ante la Corte Interamericana de los Derechos Humanos para que emita un pronunciamiento de fondo. El estudiante universitario sigue esperando, desde la cárcel, que se pueda demostrar su inocencia.