A Gustavo Salgar Villamizar, junto con la medicina, le apasionó el fútbol. Incluso se las arregló en todo momento para tener línea directa con los técnicos y dirigentes del Cúcuta Deportivo y darse el lujo de recomendar jugadores. Era un defensor acérrimo de que el equipo siempre le perteneciera a la ciudad. Su hermano Édgar fue aficionado a la tecnología. Procuraba conseguir todos los jugueticos electrónicos que se iban conociendo y si eran aparatos que se pudieran usar en medicina, mucho mejor.

La muerte de los hermanos Salgar Villamizar por covid –Gustavo, que era médico radiólogo, murió el 22 de diciembre, y Édgar, cirujano gastrointestinal, falleció el 30 del mismo mes– refleja la dimensión de la tragedia que ha generado el coronavirus –que deja más de 50.000 muertos en el país– y ha sido uno de los golpes más fuertes en Norte de Santander. No solo eran conocidos por sus trabajos, también por aportar en el crecimiento académico y deportivo de la ciudad. En Colombia han fallecido 153 profesionales de las áreas médicas, de enfermería y atención de salud por covid según datos del Instituto Nacional de Salud (INS), 35 eran nortesantandereanos. Carlos Alberto Salgar Gallego, cirujano general-endoscopista e hijo del doctor Édgar, recuerda: “En el lapso de una semana se murió primero mi tío y luego mi papá. Y un mes antes (el 25 de noviembre) había fallecido un cuñado de ellos (Orlando Ballén), el esposo de la única hermana mujer de mi papá”. Lo cuenta de manera tranquila y resaltando que no sería menor tildar este hecho de drama familiar, “porque son tres fallecimientos en menos de seis meses”.

Lo vivido por la familia Salgar refleja el compromiso que el gremio médico del país ha tenido desde que se declaró la pandemia, una guerra sin pausa. Carlos dice que a su papá lo tienen en la ciudad como uno de los grandes benefactores de la salud pública, pues fue uno de los fundadores de la Clínica San José, donde han procurado proyectar todo tipo de tratamientos aprovechando la tecnología médica. “Era un hombre bondadoso. Yo creo que era más famoso por eso que por sus habilidades como médico y cirujano, que también eran excelentes”, dice el hijo.

Édgar Mauricio, el hijo mayor del doctor Édgar, argumenta que la pasión por la tecnología la alimentaba con el deseo y la posibilidad de que Cúcuta pudiera disfrutar y beneficiarse de los aparatos innovadores. “Siempre nos inculcó que teníamos que dar lo máximo, que al final de la jornada teníamos que poner nuestras cabezas en la almohada con la tranquilidad de que lo dábamos todo”.

Contagiados en el gremio

Las muertes del personal de la salud en Norte de Santander le han dolido a la región. Entre los 20 médicos que perdieron la vida batallando contra la covid están algunos de los más reconocidos y que lograron avances importantes en salubridad, tratamientos, desarrollo tecnológico y espacios adecuados para la atención de la comunidad de esta región. Se cuentan también las 15 víctimas de otras áreas –como enfermería, fisioterapia, administrativos– que aportaron con su atención y tacto durante el primer año de la pandemia.

“En general son muertes que han dolido muchísimo, como en general con todas las personas que en el ejercicio han podido participar y han dado todo lo que ha sido necesario, no solo para garantizar la salud, sino también para garantizar la vida”, resalta Carlos Martínez, director del Instituto Departamental de Salud (IDS) de Norte de Santander. Según los datos de la entidad, desde que se inició la pandemia, 840 profesionales de la salud se han contagiado con el virus, la cuota más alta es la de auxiliares de enfermería, con 397 casos; siguen los 154 de médicos, 122 de enfermería y luego se cuentan otras especialidades y áreas. Por eso los 2.387 fallecidos por el virus al 20 de enero de 2021 en el departamento se vuelven un argumento fuerte para insistir en el cuidado y el respeto por las recomendaciones que buscan evitar que los contagios sigan aumentando y suba el número de muertes.

Martínez destaca que desde el principio han estado muy pendientes para que los protocolos de seguridad de los profesionales de la salud minimicen o anulen el riesgo de contagio y que eso se ha cumplido a cabalidad. La insistencia se centra en seguir el llamado a la ciudadanía, que por indisciplina, desconfianza, desconocimiento o rebeldía evita seguir las recomendaciones. Pareciera que las muertes generadas por covid no los movieran. El personal de la salud que ha fallecido, “desde el inicio de la pandemia siempre estuvo presto a ese cumplimiento del juramento hipocrático. Nunca pensaron en lo que podría pasarles; al contrario, siempre pensaron en lo que pudieran aportar”, agrega.

Lo que compensa

Los hermanos Mauricio y Carlos no pararon después de los fallecimientos de su tío y su padre. Destacan que el compromiso con los pacientes covid y no covid es mayor y que prefieren estar en la clínica “dando el máximo”, como se los enseñó su papá.

Las dos últimas semanas de noviembre y las de diciembre fueron cruciales en Norte de Santander, pues los mayores contagios del virus y de otras enfermedades en toda la población coparon la capacidad de las unidades de cuidados intensivos (ucis) a tal punto que se declaró la alerta roja hospitalaria. Además, la capacidad del personal médico también está en punto máximo por agotamiento e incapacidades derivadas de covid y otras patologías.

La ocupación de las ucis mostró alguna mejoría en el arranque de enero por una paradoja: mientras se registraban recuperaciones, también aumentaron los fallecimientos. Y aunque es un panorama que parece adverso, los mismos médicos procuran y tratan de conservar el optimismo, porque como dice el cirujano torácico Marcel Leonardo Quintero, del Hospital Erasmo Meoz, a pesar del agotamiento “creo que ver a los pacientes que salen victoriosos compensa todo esto”.

El médico Adán Muñoz Vera, presidente del Colegio Médico del Norte de Santander, lamenta el fallecimiento de los profesionales de la salud. Destaca que “han muerto médicos muy representativos de la ciudad y el departamento”, y por ello ha insistido en que las medidas que se tomen desde los gobiernos municipal y departamental deben ser estrictas en procura de evitar el aumento de contagios. Es una propuesta que va directamente en beneficio de la salud de la ciudadanía, pero que también tiene una incidencia en el personal médico, “tenemos que cuidar a los que salvan vidas”, advierte, recordando que no se pueden flexibilizar los protocolos.

Para los hermanos Salgar Gallego el lavado permanente de manos, el uso del tapabocas y el distanciamiento son medidas eficaces en contra del virus, del que se ha aprendido sobre la marcha. Las normas básicas de bioseguridad son un aliado perfecto, pero la indisciplina social es el talón de Aquiles en esta emergencia, “la gente tiene que entender que nosotros, los médicos, también nos morimos”, dice Édgar Mauricio.

Y aunque se ve tranquilo y comparte que en su momento el toque de queda decretado tuvo un impacto positivo, resalta que será muy importante el compromiso de la población. Sin embargo, es consciente de que en cualquier momento puede presentarse otra ola de contagios, “creo que nos vamos a tener que acostumbrar a tener esa dinámica en la que habrá unos picos altos”, concluye.