Finalmente se materializó, en el campo diplomático, una de las decisiones anunciadas hace más de un año: el retiro de la Embajada de Colombia en Estados Unidos de Francisco Santos Calderón. En enero de 2020 ocurrió el detonante de esta determinación. Se conoció una conversación privada entre él y la entonces nueva canciller, Claudia Blum, en la que se referían a los exministros Guillermo Botero y Carlos Holmes, y hacían señalamientos al Departamento de Estado de Estados Unidos.

Con la polvareda internacional que levantó, el embajador, por primera vez, optó por dar un paso al costado. Sin embargo, apareció la pandemia y el Gobierno debió concentrarse en atender la emergencia. Colombia cerró sus fronteras aéreas para controlar la expansión del virus y la sede diplomática se convirtió en un salvavidas para más de 11.000 pasajeros nacionales e internacionales que quedaron atrapados en Estados Unidos. Aunque las aguas se calmaron, la campaña electoral en ese país volvió a encender las tensiones. Las denuncias de injerencia de políticos colombianos relacionados con el Centro Democrático, a favor del entonces presidente Donald Trump, también marcaron parte de la agenda, y con el triunfo del demócrata Joe Biden, muchos consideraron que la distancia con el Gobierno Duque había quedado marcada. Todavía hoy se espera una conversación directa entre los dos mandatarios que aún no ha llegado.

Ya en diciembre pasado, Santos le había anunciado de nuevo a Duque su intención de irse. Volvieron a tocar el tema en marzo y acordaron su renuncia en mayo, pero llegó la protesta y, para rematar, se precipitó la salida de la canciller Claudia Blum. El capítulo más reciente lo advirtió el expresidente Andrés Pastrana, quien le confirmó a SEMANA que Iván Duque le había ofrecido la Embajada en Washington.

Unos días después, Santos llamó al mandatario de los colombianos y aprovechó para ponerle punto final a su cargo diplomático, del que venía desprendiéndose desde hace más de un año. A pesar de las tensiones que se generaron, Santos logró recomponer las relaciones y moverse en momentos difíciles de la pandemia: tendió los puentes entre el Ministerio de Salud y las compañías farmacéuticas que producen las vacunas contra la covid-19, gestionó dotaciones en salud y lideró la consecución de gran parte de los 80 millones de vacunas que la administración Biden entregará a Latinoamérica.

Además, el Gobierno de Estados Unidos dio una señal favorable para el país: en el presupuesto para 2022 pidió al Congreso una ayuda para Colombia por 453 millones de dólares, superior a la que se había dado al país en años anteriores. En las últimas semanas, Francisco Santos organizó una maratónica agenda diplomática que le permitió a la vicepresidenta y canciller, Marta Lucía Ramírez, encontrarse con el secretario de Estado, Antony Blinken; con el director sénior para el Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional, Juan González, y con congresistas demócratas y republicanos.

La Vicepresidenta Marta Lucía Ramírez con autoridades de salud norteamericanas | Foto: NO

Pero un tema personal terminó empujando la decisión de Santos de regresar al país: el nacimiento de su nieta Belén. Santos le dijo a SEMANA que no le sorprendió el ofrecimiento del Gobierno Duque a Andrés Pastrana. En Palacio sabían que él quería retirarse del cargo, que podría quedar acéfalo desde la próxima semana, cuando el embajador llegue a Bogotá, se encuentre con Duque y le acepten oficialmente su renuncia. El nombre de Juan Carlos Pinzón es el que ha tomado fuerza para ocupar ese cargo diplomático.

A Santos lo consideran un hombre leal, y aunque algunos estiman que saldrá molesto con el uribismo, el embajador asegura que no es cierto. Está agradecido con Iván Duque y el respaldo a su labor. Además, “con el presidente Álvaro Uribe nunca he tenido un sí ni un no”, confesó a esta revista.

Tras su llegada a Bogotá, Pacho Santos no se quedará quieto. Es político y aunque no lo dice públicamente, tiene claro que la lucha electoral de cara a 2022 es contra la izquierda, que, a juicio de la derecha, pretende desestabilizar la democracia en el país. Sin embargo no será candidato presidencial; llegará a Colombia a opinar. Y está que se habla. ¿Una candidatura al Senado? Tampoco le interesa. Lo que sí es seguro es que se pondrá la camiseta y apoyará la aspiración al Congreso de Gabriel Santos, su hijo, hoy congresista de Centro Democrático.

Aunque dice irse satisfecho por lo logrado, Francisco Santos retornará al país sin conocer quién chuzó o grabó su controvertida conversación. Y quizá nunca llegue a saberlo, una frustración que se lleva de vuelta a Bogotá.