Seguramente el ministro de Ambiente no quiso decir lo que dijo. En una entrevista con Yamid Amat el pasado miércoles, Gabriel Vallejo señaló que en el Parque Nacional Chiribiquete "no hay vida humana, salvo los indígenas que se considera que todavía están allí, que nunca han salido de allí, pero allá no hay vida humana". La frase del ministro se tomó las redes sociales. El comentario cayó mal, pues viene de un funcionario que debe proteger la enorme riqueza natural del país y las múltiples culturas indígenas que aún habitan y resguardan ese inmenso tesoro. Sin embargo, sólo ver la entrevista evidencia que Vallejo pasó por un momento de mucha confusión. En medio del enredo soltó semejante perla. Vallejo estaba hablando de Chiribiquete, el parque más grande que tiene el país. Se dice que es la última frontera de la Amazonía, pues sus bosques vírgenes separan esa inmensa selva de la región andina de Colombia. Lo que hace ese territorio tan increíble es precisamente que más del 90 % de sus tres millones de hectáreas están intactas. En el Chiribiquete se han reportado 300 especies de aves, 72 de escarabajos, 313 de mariposas, 261 de hormigas, seis especies nuevas de libélulas, siete de primates, tres de nutrias, cuatro de felinos, 48 especies de murciélagos, dos de delfines, 60 de peces y más de 30 tipos de cobertura vegetal. Por eso, el parque está postulado para entrar al Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. En la antigüedad, los indígenas karijonas creían que el mundo y la humanidad se habían creado en la Serranía del Chiribiquete. Y otra de las maravillas que tiene el lugar son vestigios de arte rupestre de esas culturas que datan de hace miles de años. Un estudio científico demostró que ese enclave en la Colombia profunda registraba la presencia del ser humano más antigua de Latinoamérica. Por eso, su importancia arqueológica y natural es inmensa. Muchos expertos consideran que en el Chiribiquete pueden todavía vivir grupos indígenas no contactados. Esto quiere decir, poblaciones que no han tenido ningún encuentro con Occidente. Sin embargo, esa presencia, aunque ha sido documentada por antropólogos, no está plenamente confirmada. Precisamente uno de los objetivos de consolidar ese lugar como zona protegida es permitir que si estas comunidades habitan allí puedan seguir lejos del mundo moderno. Vallejo no encontró las palabras para contar esa historia. Y por tratar de explicar, cometió una grave equivocación que le ha costado muchas críticas y algunos chistes.