Según Machuca, como consecuencia de la pandemia de covid-19, las ventas de la empresa cayeron un 60 por ciento, lo cual no solo implica una afectación en las utilidades de la compañía; también una reducción del impuesto al consumo, con el cual se financia la educación y la salud de miles de personas.
“Nuestra vocación social es generar recursos para la salud y para la educación. De las utilidades que le giramos a la Gobernación nos pidieron un anticipo de 23.000 millones, y se pagaron las matrículas de todos los estudiantes de la Universidad de Cundinamarca”, afirmó el gerente.
A su vez, contó que con la donación de 65.000 litros de alcohol que hizo Asocaña, se produjo alcohol antiséptico y gel antibacterial para distribuirlos y entregarlos en los hospitales, puestos de salud, hogares geriátricos, estaciones de bomberos y otras entidades del departamento.
“Lo primero que hicimos fue preguntarnos para qué está creada la compañía, cuál es el sentido de la empresa. Mirar más allá de lo económico y pensar en el campo social”, añadió Machuca.
A raíz del detenimiento en la distribución de licor en la región, destinaron el parque automotor para ayudar a distribuir los productos de los campesinos en las grandes superficies y en las centrales de abastos, ubicadas en la capital del país
Con estas estrategias, la Empresa de Licores de Cundinamarca ha buscado una innovación que permita, además de producir productos, crear más empleo y, de esta manera, ayudar a combatir la desigualdad.
“Innovar desde la mente de cada uno de los trabajadores para que se vea reflejado en nuestros productos y en el desarrollo de nuevas propuestas”, concluyó el gerente.
La cumbre ‘Colombia: desigualdad y movilidad social’ fue organizada por SEMANA, la Empresa de Licores de Cundinamarca y la Gobernación de Santander, con el apoyo de la Alcaldía de Floridablanca y la Alcaldía de Piedecuesta.