Lo que inicialmente describen como una escena de película romántica se convirtió en una de horror. María Magdalena y su esposo (alemán) fueron al río Rin, en Fráncfort (a dos horas de donde viven) con una botella de champaña. Pretendían celebrar el 6 de junio una década de haberse conocido. Según cuenta el esposo, decidieron nadar en el río, se dejaron llevar por la corriente y cuando miró al horizonte ella ya no estaba.
“Está desaparecida”, fue la información que le dio a la familia dos días después de los hechos. ¿Por qué no lo hizo el mismo día que ocurrió la tragedia? Esto es justamente lo que se preguntan los familiares de la mujer de 43 años, que tiene a una niña de tres años esperándola en casa.
María Magdalena, oriunda de Cúcuta (Norte de Santander), tiene dos hermanos que también viven en Alemania, pero él no los buscó para contarles lo sucedido y a la madre de Magdalena, quien vive en Bogotá, solo le contó hasta el 10 de junio lo que pasó. Indicó que ese día él había sido llevado por la corriente, tuvo que nadar con mucho esfuerzo para llegar a la orilla y salvar su vida.
Sin embargo, en el reporte que él les entregó a las autoridades alemanas indicó que había sido salvado por una pareja que se movilizaba en una moto acuática. Ese cambio de versión en los hechos genera dudas en la familia, más después de analizar lo que ellos consideran otras inconsistencias.
María Magdalena siempre fue considerada una buena nadadora y, a la vez, una persona prudente. No le gustaba estar cerca de lugares que generan algún tipo de riesgo para su vida y su salud. “Era algo exagerada con los cuidados”, dice Sandra Sánchez, la mayor de los ocho hermanos, y por eso no entiende cómo se iba a meter a un río que tiene un letrero grande que advierte no meterse a nadar por el peligro que representa.
Según Sandra, su hermana tampoco consumía alcohol, ni una champaña, como manifestó su esposo, “menos sabiendo que hace unos meses había salido de una cirugía en la que le quitaron un tumor del riñón”. Por otro lado, al parecer tampoco dejaba sola a su hija, ni siquiera al cuidado de sus abuelos paternos, pero ese día supuestamente lo hizo.
Lo que más dudas les genera sobre la supuesta desaparición que se habría dado el 6 de junio es que días antes ella dejó de reportarse con sus seres queridos en Colombia y Estados Unidos. “La última vez que me habló a mí fue el 30 de mayo, y a mi mamá dos días antes de su desaparición, cuando antes hablábamos todos los días, pero ella no volvió a responder; incluso la foto de perfil no aparecía”, le dijo Sandra a SEMANA.
Entre los últimos registros del chat de WhatsApp, la familia indica que la mamá de Magdalena recibió días antes de su desaparición un mensaje frío desde el celular de ella. No la llamó como siempre, ni le mandó un mensaje de voz, ni le contestó llamada, solo le llegó un mensaje escrito con palabras que ella no utiliza, y sin el saludo caluroso de “Mamita linda, ¿cómo amaneció?”. Solo dijo que saldría con su esposo.
Su pareja asegura que estaban celebrado el aniversario, pero según la información de la familia ellos cumplían siete años de casados el 11 de julio. A esto, el ciudadano alemán aclaró que era el aniversario de los 10 años de haberse conocido.
Días después de la desaparición alguien habría ingresado al chat porque de nuevo aparece la foto de perfil junto con su esposo e hija. Pero nadie responde en él. “Yo le escribo todos los días con la esperanza de que responda, pero nada. Solo le pido a Jehová que nos ayude a esclarecer qué fue lo que realmente pasó”, dice Sandra claramente acongojada.
Los familiares aseguran sentirse solos en medio de la incertidumbre. El esposo de María Magdalena no deja ver a la niña. Las autoridades alemanas no les entregan avances de los investigado, ya casi completan dos meses sin tener respuestas y las autoridades colombianas aseguran que no es un asunto que les competa a ellas, debido a que, para poder obtener la nacionalidad alemana, María Magdalena renunció a su país de origen, porque así lo exige la reglamentación del país europeo.
Esa fue la opción más práctica que vio ella para cumplir sus sueños, trabajar en una aerolínea, en servicio al cliente sacando provecho de los cinco idiomas que habla, formar una familia con el hombre del que se enamoró y brindarle estabilidad a su pequeña niña.
Pero Sandra le ruega a la Cancillería colombiana intervenir o a las autoridades a las cuales les dicen: “La sangre de mi hermana es colombiana, ella vivió la mayor parte de su vida en Colombia, por favor ayúdennos”, puntualizó Sandra.