Que un instituto del gobierno esté en crisis es rutina, y no noticia. O sólo empieza a serlo cuando pasa por ahí la nariz husmeadora de la Procuraduría en busca de malos manejos, como ha sucedido en estos días con el Instituto Nacional de Salud, dando origen a una vistosa polémica. Hay investigaciones en curso contra tres de sus funcionarios --cuatro, incluyendo al propio Director, Luis Fernando Duque--, y en consecuencia el problema ha saltado a las páginas de la prensa, con fotos y todo. Pero lo grave no está ahí. Así lo declara a SEMANA el doctor Genaro Murgueitio, presidente de la Federación Médica Colombiana: "Estoy sorprendido y abrumado por el tratamiento que se da a los problemas de salud, de los que sólo se habla cuando median argumentaciones de tipo jurídico. Se habla de peculados de insolvencia moral, pero se está dejando de lado la situación del INS. El país se está olvidando de que la labor investigativa de esta entidad es de envergadura mundial y sólo le interesa conocerfallas administrativas y que dos o tres personas estén siendo investigadas sobre una nómina de más de mil doscientos trabajadores".Lo grave, en efecto, va por debajo: es que el INS no funciona. Ni produce ya vacunas (de tétanos, de rabia, de fiebre amarilla, etc.), ni fabrica sueros antiofídicos y sales para la diarrea, ni hace análisis de drogas y alimentos, que son las funciones que venía cumpliendo desde su fundación, en 1917, ni construye acueductos rurales, ni paga salarios a sus trabajadores. La gente se muere picada por las culebras, mordida por los perros, desaguada por la diarrea; y entre tanto el Instituto Nacional de Salud está completamente paralizado, y desgarrado por una pugna interna.En la polémica de estos días han surgido dos maneras de enfocar el problema. La del director del Instituto, doctor Duque, que lo achaca a que no hay plata porque el gobierno no la da (un poco en la postura del ministro de Gobierno Jaime Castro cuando dice que los "enemigos de la paz" están en el Ministerio de Ha cienda). Y la de los científicos del INS, que reconocen que no hay plata, pero afirman que con la poca plata que hay no deberían estar paralizadas las funciones vitales del Instituto. Según ellos, el verdadero problema es la mala administración y, en suma, la ineptitud del Director para establecer prioridades y conseguir los recursos. Si hubiera plata, no se necesitaría que hubiera Director.La verdad es que las cifras del INS son escalofriantes. Según confirmó el doctor Duque a SEMANA, las necesidades de operación del Instituto son de $1.578 millones. El CONPES, sin embargo, sólo le fijó 1.106, de los cuales solamente 985 se incluyeron en el presupuesto nacional, y sólo se han recibido 385. Así las cosas--y el doctor Duque se las ha descrito así a Planeación, al Ministerio de Hacienda y a la Comisión Cuarta de la Cámara- el Instituto Nacional de Salud no llegará a fin de año. Y, advierte el Director a SEMANA, "el año que viene será todavía peor".En cuanto a la acusación de que la poca plata que hay está mal manejada, el doctor Duque replica diciendo que no la maneja él. El presupuesto del Instituto llega ya hecho con pelos y señales, inmodificable: rubros con sus recursos respectivos, o (más a menudo) sin ellos, y el Director no los puede trasladar. Su autonomía para ordenar gastos llega sólo al medio millón de pesos, y la de la Junta Directiva (con voto favorable e indelegable del ministro de Salud) a un millón. "Más sano sería --dice el doctor Duque-que el dinero que hay lo distribuyera la Junta: pero no es así. En eso los científicos tienen información errada".Los científicos, por su parte, reconocen que todo lo anterior es bastante cierto: el presupuesto, que es insuficiente, llega además amarrado. Pero para eso es el Director del INS, insisten: para impedir que el Ministerio de Hacienda o Planeación desbaraten el presupuesto, para explicarle al Ministro, o a quien sea, por qué es importante la vacuna contra la rabia: "Mire, señor Ministro: es que si un perro muerde a su hijo... etc". Y aseguran que en muchos de los casos de parálisis de actividades del Instituto, ésta se debe a negligencia administrativa y no a falta de dinero, puesto que sí lo había. Citan casos. El Ministerio de Salud dio en abril del año pasado $29 millones para fabricar vacuna antirrábica; sólo 7 millones se dedicaron a ello, y hoy la producción está paralizada. Para la de fiebre amarilla (de la cual el INS está comprometido a mantener un millón de dosis en reserva, y sólo tiene 22 mil), había dinero del Centro Internacional de Investigaciones del Desarrollo del Canadá; pero no fue gastado en su totalidad, y el CIID no da mas mientras no se responda por el remanente. Para suero antiofídico había un contrato con el Brasil que le garantizaba al INS 120 millones de pesos; pero por negiigencia no se produjo el suero. Y 22 millones de dólares que le corresponden al INS de un préstamo del Banco Mundial,no han empezado a gastarse por falta de una decisión que ha debido tomarse desde principios de julio.En cuanto a las prioridades, señalan que no se ha cumplido ninguna de las establecidas por el Presidente de la República al dar posesión al doctor Duque en octubre de 1983 (se hablaba de él para la embajada en Corea del Sur, pero acabó en el INS). Convertir al INS en el primer Centro de Investigación Científica: las investigaciones están paralizadas. Fortalecer el Laboratorio Samper Martínez: está clínicamente muerto. Producir biológicos: no se prcduce ninguno. Continuar los avances del Estudio Nacional de Salud: se va a publicar apenas la encuesta de 1978. Y si se habla de prioridades más modestas, consideran los científicos del INS que era más importante pagarle al personal del serpentario de Armero los dos meses de sueldo que se le adeudaban que gastar medio millón de pesos en comprar sillas mecedoras de estilo colonial para la casa de la finca y una manguera para aspirar la piscina. Se preguntan si tiene mucho sentido coordinar electrónicamente la información de las bibliotecas de salud del país, como es la ambición del doctor Duque, cuando han dejado de llegarles las revistas científicas por falta de pago en las suscripciones. Y piensan que es por lo menos irónico organizar un lujoso simposio internacional con cientificos invitados de Estados Unidos y Europa para "rendir homenaje a Pasteur en el centenario de la vacuna antirrábica",en el mismo momento en que ésta ha dejado de fabricarse en Colombia, y cuando en Norte de Santander se intenta dominar el crecimiento aritmético de los casos de esa enfermedad gracias a cincuenta dósis donadas por Venezuela.La discrepancia frontal entre el enfoque de los científicos sobre el manejo del INS y el de su Director se concretó en estos días en la renuncia --que no ha sido aceptada todavia- del director del Laboratorio Nacional de Salud Samper Martínez, el doctor Mauricio Restrepo. En su carta, que fue respaldada por más de un centenar de firmantes del Instítuto, decía el doctor Restrepo que está de acuerdo con las ideas que ha expresado el doctor Duque sobre el INS; pero que "entre ellas y su praxis hay una brecha insalvable". La existencia de esa brecha está exacerbando los ánimos. El doctor Restrepo denuncia que el director "perdió la autoridad"; y éste lo reconoce, achacando la animosidad reinante en buena parte al hecho de que desde hace meses no se paguen salarios. Los científicos insisten en que el problema es más viejo, y más de fondo: es que el Director anda por su lado, hablando de proyectos magníficos, pero impracticables, o protagonizando Jornadas de Vacunación espectaculares, pero dejando entre tanto el Instituto al garete. Y además las relaciones están prácticamente rotas. Está interrumpida la comunicación entre la División de Saneamiento Básico Rural y el Director. Tampoco la hay entre éste y la Oficina Jurídica. Y la Junta Directiva no se reune desde el 22 de julio. Ya nadie quiere hablar con el doctor Duque, y, como van las cosas, o éste se retira, o todos los demás se van.Se quedarán muy solos los ratones del Laboratorio. Pero además estarán muertos, porque desde el día 21 de este mes los encargados de aliment*los están en huelga por falta de pago. --