En toda las historias de Juan Guillermo Monsalve siempre sale a flote el mismo episodio: la advertencia que le hicieron al testigo estrella de que podría ser trasladado a la cárcel de Valledupar. El mismo Monsalve lo relató ante la Corte Suprema en la diligencia en la que relató su versión sobre los ofrecimientos que le habría hecho la defensa del expresidente Uribe para cambiar su testimonio.

“A todo el mundo nos sacaron. Claro que a mí me iban a mandar para Valledupar o una cárcel de castigo. Me iban a mandar para allá y entonces yo le comuniqué a don Iván y él me colaboró para que no me fueran a llevar para allá”, dijo Monsalve a la magistrada Sandra Yepes en esa diligencia.

Nicolás Jurado, uno de los compañeros de cárcel de Monsalve, contó en una reciente audiencia ante el Consejo Superior de la Judicatura su versión de ese episodio. Aseguró que esa advertencia de traslado se dio por cuenta de su participación en las fiestas que celebraba Emilio Tapia cuando estaba en la cárcel La Picota.

En la diligencia judicial, Jurado dijo que luego del escándalo que generó una fiesta en ese centro carcelario, inmediatamente desde el Inpec ordenaron el traslado de presos, entre ellos Juan Guillermo Monsalve, quien iba a ser enviado a la cárcel de Valledupar. Asegura que al enterarse de eso, inmediatamente el exparamilitar se comunicó con el senador Iván Cepeda para que él interviniera para que no lo trasladaran, tal como terminó pasando, según contó Jurado.

Además, Jurado aseguró que Monsalve le dijo en una ocasión que había hablado con Cepeda y, que si lo llegaban a trasladar a Valledupar, “me echo para atrás”.

La famosa fiesta

SEMANA reveló en 2014 cómo el polémico excontratista Emilio Tapia convirtió el pabellón donde estaba recluido en La Picota, en un salón de parrandas ocasionales. Entre los presentes en esta fiesta que causó la alerta del Inpec estaba el exparamilitar Juan Guillermo Monsalve.

En aquella ocasión, según relató la revista “los acordeones sonaron y el micrófono era rotado para corear a todo pulmón las melodías vallenatas, que eran acompañadas con whisky, como si se tratara de una fiesta organizada alrededor de la playa”.

Para la fiesta, fue necesario, además de cinco músicos vallenatos, gigantescos bafles que fueron ingresados a un pabellón de alta seguridad, un lunes de septiembre a las dos de la tarde. Entre quienes se gozaron la fiesta estaba Reginaldo Bray, condenado por el célebre desfalco al Ministerio de Transporte en el escándalo de Dragacol, un hombre conocido como Antonio o el Veneco, un venezolano procesado por narcotráfico, y tres paramilitares: José Gelves Albarracín, uno de los hombres más cercanos al extraditado Jorge 40; Juan Monsalve y Francisco Taborda, alias Nike o Nay.

En la fiesta, Monsalve se dejó ver chateando con sus teléfonos celulares y tomándose fotos tranquilamente, mientras escuchaba los acordes en un pabellón donde hay 26 celdas con capacidad para cuatro internos, es decir 104 detenidos. Sin embargo, y a pesar del hacinamiento carcelario, por orden de Emilio Tapia, el ingreso a ese pabellón era limitado y en el lugar solo habían 32 presos.

Tras el escándalo, el Inpec tomó decisiones al respecto, pero quedaron al descubierto los privilegios que muchos presos mantenían en ese centro carcelario.

No obstante, en un principio el Inpec argumentó que los videos revelados a través de SEMANA correspondían a una actividad cultural que se había realizado el 15 de septiembre en el marco de la celebración del día de la Virgen de las Mercedes. Según un comunicado que emitió en ese momento el Inpec, un conjunto vallenato fue a varios patios para entretener a todos los internos.

Sin embargo, por los videos fue claro que la parranda donde estuvo Monsalve, fue un evento privado de Emilio Tapia, pues sólo estaban sus amigos y no todos los internos del pabellón, como afirmó el Inpec.

Después de la fiesta, trascendió que en el lugar comenzó una cacería de brujas al interior del patio para tratar de encontrar a quienes, supuestamente, contaron de sus andanzas y parrandas.