Hasta el jueves pasado, el nombre de Carlos Fernando Galán estaba asociado con un futuro lejano. El comentario general era que se trataba de un pilo a quien la actual campaña le serviría para darse a conocer. Se hablaba más de las posibilidades de que apoyara a otros candidatos que de sus opciones para ganar. Sin embargo, al terminar la semana, después del anuncio sobre el retiro del aval a 308 candidatos inscritos por Cambio Radical, todo el mundo hablaba de Galán, quien se convirtió en el más buscado de todos los 11 candidatos que se disputan la Alcaldía de Bogotá.Galán fue audaz, valiente y arriesgado. Primero, porque aceptó la jefatura única del partido en contravía de los manuales que aconsejan separar las tareas propias de un aspirante a la Alcaldía -hacer propuestas, participar en debates, cosechar simpatías- de las de un jefe político que tiene que manejar pequeñas peleas irreconciliables. Y segundo, porque en solo dos días -el jueves se vencía el plazo legal para modificar las listas de candidatos- Galán hizo la purga más profunda que se haya llevado a cabo en la historia de los partidos en Colombia.Los dos hechos -la escogencia de Carlos Fernando Galán como director único de Cambio Radical y la depuración de las listas- están relacionados. La dirección colegiada, con Germán Varón Cotrino como vocero, había caído en una crisis insoluble. El partido había entregado avales en todo el país según los criterios de los jefes regionales y había inscrito sus candidatos en el plazo fijado por las normas. Ante la evidencia de que se habían colado nombres con problemas, condenas e investigaciones, la dirección y la bancada del partido se enfrentaron con posiciones en favor y en contra de la purga. Varón Cotrino y sus compañeros tuvieron que renunciar y el concejal y candidato Galán aceptó el martes a las 12:30 de la noche la dirección única de Cambio con la condición de que la colectividad respaldaría sus decisiones en materia de avales. Lo que nadie se imaginó fue que Galán se jugara por una purga tan profunda. En la rueda de prensa del jueves anunció que retiraba la inscripción de 308 candidatos repartidos en tres grupos. La decisión sobre el primero de ellos fue fácil: cobijó a 248 aspirantes con condenas, penales o disciplinarias. La del segundo contingente era polémica: lo componían 51 aspirantes con investigaciones en curso, pero sin fallo condenatorio. Y la del tercer lote fue realmente corajuda: sacó a nueve candidatos sin problemas legales, por "conveniencia política". Entre estos figuraban el actual compañero de Galán en el Concejo Distrital Julio César Acosta, hijo del exgobernador de Arauca Julio Enrique Acosta, quien se encuentra en juicio por parapolítica, y tres candidatos a la Gobernación que prácticamente tenían asegurada la victoria: Juan Francisco 'Kiko' Gómez, de La Guajira, a quien le achacan cercanía con paramilitares; José Luis Pinedo Campo, del Magdalena, hijo de Miguel Pinedo Vidal, quien ha estado en la cárcel por parapolítica, y Carlos Eduardo Pinilla, de Arauca, de la cuerda de Julio Enrique Acosta. Habría que agregar a Héctor Fernando Ramírez, exalcalde de Soacha, que aspiraba a regresar al cargo.La decisión de Galán pisa muchos callos y le generará mucho lío. El más sencillo es de tipo legal: puesto que ya estaban inscritos, la figura permitida por la reciente reforma política es que el director del partido le solicita su retiro al Consejo Nacional Electoral, que es quien tiene la última palabra. La polémica sobre los incisos, la interpretación y los derechos de los implicados va a ser interminable y agotadora.Hay problemas más complicados en el terreno político. Las purgas generan reacciones agresivas entre los afectados y sus simpatizantes, que con frecuencia terminan en señalamientos a otras personas que no cayeron en la redada. El viernes en la mañana, el senador Antonio Guerra de la Espriella, de Cambio Radical, salió como un botafuego en La W a cuestionar la elección de Carlos Fernando Galán como director del partido -la calificó de "inconsulta"- y la depuración de candidatos. La inconformidad se ha extendido a casi toda la bancada y no sería raro que se plantee el retiro del partido de algunas de sus figuras más prominentes. Habrá que ver cómo se comporta Cambio Radical en el Congreso, cuando su jefe natural, el ministro del Interior, Germán Vargas Lleras, solicite el apoyo de sus senadores y representantes para las iniciativas gubernamentales de la agenda legislativa.Pero en medio de una campaña electoral y con perspectivas tan débiles para Galán -en la última encuesta ocupó el quinto lugar con apenas el 6 por ciento de intención de voto-, lo único que importa es el impacto sobre los votantes. Y Galán tiene muchos frutos que cosechar con la doble movida de asumir la dirección para entrar a hacer uso inmediato de sus facultades. Galán no figuraba, y esta semana se tomó los medios. Lo acusaban de inexperto y demostró capacidad de decisión. El jueves, día del aniversario del asesinato de Luis Carlos Galán, Carlos Fernando actuó a semejanza de su padre. Y todo esto es rentable en un electorado que se queja por la falta de firmeza frente a las alianzas indebidas y frente al exceso de pragmatismo a la hora de aceptar apoyos por encima de todo. Es muy probable que Galán se dispare en las encuestas. El sacudón tendrá varias consecuencias. Los buenos resultados que se prevén en el electorado de opinión tendrán un costo en las regiones y en el voto de maquinaria. Cambio Radical puede ganar terreno para su candidato en la capital, pero el precio podrían ser las gobernaciones en las que tenía cartas fuertes para jugar -La Guajira, Vichada, Chocó, Magdalena y Arauca-, el debilitamiento de su estructura política en el nivel nacional y una bancada en rebeldía. Carlos Fernando Galán valorizó su candidatura para la Alcaldía de Bogotá pero se complicó la vida como director de Cambio Radical. Y los problemas del partido inevitablemente llegarán hasta su jefe natural, Germán Vargas Lleras. Impedido por la ley, acosado por la agenda de su despacho y convencido de que su futuro está ligado al éxito del actual gobierno de Juan Manuel Santos, Vargas Lleras ha delegado sus funciones de manejo partidista en jóvenes como Galán y como Felipe Ríos, concejal de Bogotá que no se postuló para ser reelegido. Un Cambio Radical depurado, o unido al Partido Liberal, es mejor para una eventual candidatura presidencial -en 2014 o en 2018- que un partido acusado de haber usado el poder para fortalecerse. El ministro del Interior ha dado todas las pruebas de que no quiere 'darles papaya' a sus rivales del futuro, que por ahora son escasos.La otra gran pregunta es si el empujón que recibirá Carlos Fernando Galán fortalecerá las posibilidades de una alianza con David Luna y con Gina Parody, o si, por el contrario, las debilitará. Luna es el centro de esta relación triangular y el lado débil ha sido el vínculo Parody-Galán. Pero ahora, con la purga, quedó removido el mayor problema que alejaba a estos dos: la presencia de candidatos cuestionados en las listas de Cambio Radical. Los contactos se incrementarán la próxima semana después de que Luna, el viernes pasado, en una columna publicada en Kienyke.com les lanzó a Galán y a Parody una invitación para unirse. Todo indica que los jóvenes no están resignados a ser espectadores de una elección entre veteranos y que están dispuestos a demostrarlo con jugadas audaces para mantenerse hasta el final de la contienda.