El viernes 10 de octubre, cuando apareció un cadáver en la carretera de Cali a Palmira, a la altura del corregimiento de Rozo, muchos pensaron que se había adelantado la matanza de los sábados que se ha hecho rutinaria en la que fuera la "sucursal del cielo" y hoy parece la del infierno.Sin embargo, este crimen se salía del todo de las características de los asesinatos sabatinos: era un asesinato aislado y no masivo como los otros, y el cadáver presentaba señales evidentes de tortura. Tenía en el cuello huellas de estrangulamiento, las manos maltratadas como cuando han estado amarradas, hematomas en todo el cuerpo, raspaduras como si hubiera sido arrastrado por terreno pedregoso, y dos tiros en la cabeza. La víctima, un caleño de 29 años residente en Inglaterra desde hacía nueve, no se imaginó nunca que ese 13 de diciembre de 1985 cuando llegó a Colombia a visitar a sus familiares por primera vez desde que había salido del país, estaba firmando su sentencia de muerte. Se trataba de Heber Marín Cotrino, quien desde que se instaló en Londres hacía parte de un comité de derechos humanos, y trabajaba con la comunidad colombiana de esa ciudad (aproximadamente 30 mil personas), para obtener mejores condiciones de vida en su calidad de inmigrantes latinos, y era miembro activo del sindicato más grande de la Gran Bretaña, Transportand General Workers Union (TGWU). Marín, que tenía previsto regresar a Londres el mismo día en que fue hallado su cadáver, había coordinado en el mes de febrero de este año, la visita a Colombia de una comisión internacional de observadores -financiada por el Parlamento Europeo- y de una comisión del Diálogo Norte-Sur, asi como de otras organizaciones religiosas y de derechos humanos de Europa, que el pasado dos de octubre divulgaron el informe de su visita, afirmando que la situación de los derechos humanos en el país era crítica y que los asesinatos, las desapariciones y las torturas eran más frecuentes cada día.Y esa situación no era ajena a Heber Marín. Su hermana, María Etty, del M-19, fue encarcelada y torturada en 1979 por el robo de las armas al Cantón Norte del Ejército en Bogotá. Su estado era tan lamentable que durante el Consejo Verbal de Guerra que le siguieron estuvo con muletas porque no podía caminar. Dos años después María Etty salió de la cárcel gracias a la ley de amnistía y junto con su esposo viajó a Londres donde se residenció.La denuncia por la muerte de Heber Marín Cotrino fue puesta ante la Procuraduría Regional del Valle y sus familiares y amigos así como varios organismos internacionales solicitaron al gobierno una severa investigación. Investigación que se suma a las ya incontables, y todavía pendientes, de la guerra sucia que vive Colombia.