“Pido perdón a Dios, a ustedes y a todos aquellos a quienes yo haya hecho sufrir”. La frase, pronunciada por Luis Alfredo Garavito Cubillos, a las 5:00 de la tarde del 25 de noviembre de 1999, fue el preámbulo a una confesión terrible, que documentó la revista SEMANA en su versión impresa en el artículo LA BESTIA, publicado el 28 de noviembre de ese mismo año.

“Yo soy responsable de la muerte de 140 niños”, dijo el hombre que conmocionó a la colectividad colombiana por ser el autor de homicidios atroces contra 172 menores de edad, según los informes de la Fiscalía General de la Nación, pero que según su propia confesión, asesinó a más de 200 personas entre niños y adultos, porque también cometió crímenes en Ecuador y Venezuela.

La historia de Garavito vuelve a la luz pública tras el escándalo que reveló la noche de este domingo 31 de octubre el programa Los Informantes, de Caracol Televisión, debido a que el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) pidió la libertad condicional de este confeso asesino y violador de niños y niñas en distintas zonas del país. César Fernando Caraballo, exdirector de la Penitenciaria de Máxima y Mediana Seguridad de Valledupar, más conocida como La Tramacúa, firmó una carta donde señala que Garavito merece libertad condicional.

En la misiva del 14 de mayo de 2021, Caraballo le pide a Camilo Manrique Serrano, Juez Primero Civil del Circuito Especializado en Restitución de Tierras Valledupar, que evalúe el trámite de libertad condicional del asesino en serie.

“Con el debido respeto a su despacho me dirijo a remitir la documentación del señor Garavito Cubillos Luis Alfredo, dando cumplimiento a las órdenes impartidas por parte de la Dirección Regional Norte del Impec, para que se estudie y verifique por parte de su despacho lo concerniente a la concesión o no del subrogado de libertad condicional en favor del referenciado”, precisa la carta.

La asombrosa revelación de Garavito dejó mudos por varios segundos al grupo de fiscales que lo escuchaban hace 22 años. No era para menos, pocas veces se está frente a un asesino en serie. Por esa razón, la indagatoria se prolongó durante 12 horas.

Sin desparpajo alguno, Garavito Cubillos, nacido en Génova (Quindío), relataba en noviembre de 1999 sin omitir detalles que él venía asesinando a niños de entre 8 y 16 años. Lo dijo sin que le temblara la voz, con una frialdad aterradora.

César Fernando Caraballo, exdirector de la Penitenciaria de Máxima y Mediana Seguridad de Valledupar, firmó una carta donde dice que Luis Fernando Garavito merece libertad condicional. | Foto: Los Informantes

¿Qué llevó a este hombre alcohólico, que pasó por dos hospitales siquiátricos y amante de la música de carrilera, a sembrar de sangre y dolor a 13 departamentos del país dónde ejecutó sus crímenes contra frágiles criaturas? Garavito Cubillos pasó sus primeros años en su tierra natal junto a sus padres, Manuel Antonio y Rosa Delia. Era el mayor de una familia que pronto empezó a crecer. Vinieron seis hermanos más y al hogar llegó el odio y la violencia pues el pequeño pasó a ser una víctima sistemática de los golpes de su padre.

Fue así como empezó a merodear las escuelas de su departamento, en donde simulaba entablar amistad con los pequeños. Se mostraba seductor y amable. “Yo sentía un impulso, nunca planeé un hecho así. Todo sucedía de repente”. Así, este hombre, de cejas pobladas y mirada penetrante, se acercaba a los niños y entablaba con ellos una conversación sencilla. “Les preguntaba el nombre, les regalaba dulces, los invitaba a caminar”.

El anzuelo funcionaba. El apacible hombre se empezaba a transformar a medida que tenía la certeza de que estaba solo con su víctima. Se convertía en una bestia. Empezaba por atar a los niños y luego los desnudaba mientras les pasaba sus manos por sus cuerpos. Los niños gemían y lloraban y él, para sentirse más fuerte, se refugiaba en el alcohol. Borracho, los acuchillaba, los violaba y los degollaba.

Esta macabra acción la repitió, según su propia confesión, 140 veces. Después de Quindío estuvo en Risaralda, Caldas, Antioquia, Cundinamarca, Valle, Cauca, Nariño, Putumayo, Boyacá, Meta, Casanare, Guaviare e incluso atravesó la frontera y cometió crímenes similares en Ecuador y Venezuela, por lo que se estima que es responsable de muerte de más de 200 personas entre niños y adultos.

En el año 2001, Luis Alfredo Garavito fue sentenciado a 1853 años y 9 días de cárcel, la condena más alta de la que se tenga registro en Colombia, y que posteriormente fue conmutada a 40 años por su colaboración en la identificación de otros asesinos seriales.

En octubre de 2018, la Fiscalía buscaba procesos para evitar la salida anticipada en libertad de Garavito, ya que había cumplido 20 años de condena y le habían hecho rebajas de la pena por su “buen comportamiento”, debido a su apoyo a la justicia y descuentos por estudio.

La Bestia fue capturado el 22 de abril de 1999 en una zona rural de Villavicencio, justo cuando se disponía a asesinar a otro menor. La Corte Suprema de Justicia negó la extradición de Garavito hacia Ecuador ese año. El vecino país lo solicitaba para respondiera por el asesinato de cuatro niños en 1998.

Según un estudio realizado por Angélica Oviedo y Hernán Páez, estudiantes de la Universidad Pontificia Bolivariana, y publicado en el año 2012, Luis Alfredo Garavito posee un trastorno antisocial de la personalidad, cuyos principales síntomas y síndromes antisociales detectados son: “ausencia de empatía en las relaciones interpersonales, ausencia de miedo, ausencia de remordimiento, autoestima distorsionada, cognición de “deshumanización de la víctima”, desconsideración o distorsión de las consecuencias, trastorno de identidad disociativo, egocentrismo, narcisismo, impulsividad, locus de control extremo, manipulación ajena, motivación de la autojustificación, pedofilia, necrofilia, sadismo, megalomanía, psicopatía y sociopatía”.

El confeso asesino y violador de niños cumple su condena en un pabellón de máxima seguridad de la cárcel La Tramacúa, de Valledupar. El hombre, de 64 años, padece de leucemia crónica y había sido tratado por complicaciones derivadas de su enfermedad en la unidad de sanidad médica del centro de reclusión tras sufrir varias recaídas.

La enfermedad de Garavito fue confirmada en marzo de 2020 por la defensora del pueblo de Valledupar, Denia Zuleta. En ese entonces, se conoció que tuvo que ser trasladado a urgencias del hospital Rosario Pumarejo de López, de la capital de Cesar, con diagnóstico de síndrome anémico, luego de que en ese momento indicara que tenía fatiga y se encontraba débil.