Aurora Gutiérrez es una auxiliar de enfermería del Hospital San Lorenzo de Arauquita, en el departamento de Arauca. Una foto de ella atravesando un cuerpo de agua a caballo, junto a su compañera Liliana Páramo, se hizo viral en las redes sociales, después de que el ministro de Salud, Fernando Ruiz, la compartiera, orgulloso por el trabajo de las inmunizadoras en todo el país.

La publicación desató una polémica por el abandono estatal que viven cientos de municipios y zonas alejadas en Colombia, que no cuentan con carreteras ni con una posibilidad de acceso “normal”, ni siquiera para trasladar vacunas.

La foto viral la tomaron en la vereda Guamalito, mientras se dirigían a aplicar cinco primeras dosis de AstraZeneca a una familia de escasos recursos, que no podía movilizarse hasta el punto de vacunación habilitado en el hospital. En la nevera que ella misma está cargando iban alrededor de cien biológicos para otras familias que vacunaron en esa jornada.

El equipo vacunador del hospital está compuesto por 19 personas, cuatro vacunadores, dos anotadoras y dos digitadores. En promedio, ponen cien dosis diarias y la meta fija es “aplicar las que más podamos”.

Liliana y Aurora, vacunadoras de Arauquita | Foto: Gobernación de Arauca

Desde que comenzó el Plan Nacional de Vacunación, en febrero de este año, ella y los demás trabajadores se han dirigido a las veredas y zonas rurales de cada municipio.

En las imágenes adicionales también se puede ver cómo las vacunadoras deben atravesar trochas en moto y lagos en chalupa, con el mismo objetivo: llegar hasta la última persona posible para ponerle la dosis contra la covid.

En conversación con SEMANA, Aurora relató que cada mañana sale a vacunar a distintas zonas por sus propios medios. Le entregan las dosis, pero no tiene ningún vehículo asegurado, fuera del que ella misma o sus compañeros pueden proporcionar para movilizarse.

“El transporte para nosotros los funcionarios es un poco difícil, es un poco complejo, ya que cada uno de nosotros ponemos el vehículo. En muchas ocasiones nos toca a pie, a caballo, en canoa, para poder llegar a las zonas del municipio”, relata la auxiliar de enfermería.

Aurora y Liliana, vacunadoras de Arauquita | Foto: Gobernación de Arauca

Para ella, todos los funcionarios del departamento quisieran que hubiera vías, vehículos o algún medio de transporte asegurado para su labor. Además, señala que una mejor forma de contratación también es la aspiración de ella y sus colegas, junto con un salario más justo por su trabajo invaluable.

Aparte de las dificultades de acceso a todas las familias arauquiteñas, que también caracterizan la geografía colombiana, siente que otro de los grandes retos es el escepticismo de algunos frente a las vacunas. A veces, después de cumplir con esos recorridos extenuantes y llegar al destino, se encuentra con algunas personas que habitan en las veredas y que no quieren recibir la inyección.

Hay dos métodos de convencimiento que le han servido. Por una parte, que “como buenos arauquiteños y llaneros”, la mayoría del pueblo los conoce, sabe quiénes son y quiénes son sus padres, lo que sirve para generar confianza. Además, Aurora les dice a los habitantes que es una dosis de esperanza e intenta motivarlos de esa manera.

Aurora, vacunadora de Arauquita | Foto: Gobernación de Arauca

De hecho, reconoce que una de las sensaciones más gratificantes es la de ver los ojos agradecidos de las personas cuando reciben la inyección. “Cuando se aplica una vacuna y se les ve la cara, en la expresión, y dicen ‘mi Dios me los bendiga, me los proteja, bendiciones para sus manos, son suaves’. Eso es muy gratificante”, cuenta con emoción la vacunadora Gutiérrez.