El capitán Jesús Alberto Solano tenía 34 años, era oriundo del municipio de Ubalá, Cundinamarca. En enero 2007 decidió ingresar a la Escuela de Cadetes de la Policía General Francisco de Paula Santander, donde fue carabinero por más de 10 años.
Gracias a sus esfuerzos y logros, en 2017 fue ascendido al grado de capitán y nombrado director de la Sijin en Soacha, oficio que ejerció hasta el pasado 28 de abril. Durante su carrera recibió 10 condecoraciones y 132 felicitaciones.
La Policía lo reconoció como un destacado oficial debido a que llevaba una carrera en ascenso en la institución. Fue jefe de evaluación y calidad, donde logró la primera acreditación en alta calidad del programa de formación de patrulleros. Era criminalístico y unos de los primeros investigadores categorizados ante Colciencias. Estaba a punto de sustentar su tesis doctoral en educación en la Universidad de La Salle.
Además de sus 13 años en la Policía prestando servicio, Solano era casado y tenía una hija de cinco años que hoy lloran su pérdida.
En la noche del miércoles 28 de abril, las tensiones entre la Policía y los manifestantes crecían conforme pasaba el tiempo y los vándalos hacían de las suyas destruyendo y saqueando todo lo que estuviera a su paso.
En medio de los actos de violencia, el capitán Solano se percató de que un grupo de delincuentes intentaba robar un cajero automático de Bancolombia en la Autopista Sur con calle 22, por lo que se enfrentó a ellos para detenerlos. En medio del encuentro, Solano recibió cinco puñaladas de los sujetos que arremetieron contra su vida.
Durante el ataque y luchando contra la muerte, el oficial fue despojado de su arma de dotación, el carné policial y el radio de comunicaciones. Sin embargo, el momento más difícil ocurrió cuando los delincuentes notaron que tenía un chaleco antibalas.
Inmediatamente reaccionaron alegando que era un infiltrado. “Es un infiltrado, infiltrado, tiene un chaleco y es Policía. Lo van a dejar morir sus propios socios”, gritaban en medio de los desmanes y los restos de rocas.
Agonizando en el suelo, Solano tuvo que vivir más humillaciones, pues algunos de los manifestantes que cruzaban le gritaban a su paso “infiltrado” y toda suerte de insultos.
En medio de las tensiones, sus compañeros y algunos miembros de la comunidad corrieron a auxiliar al capitán que se desangraba en el suelo y fue trasladado a un parqueadero de la zona mientras los delincuentes destruían todo a su paso.
En medio de la angustia, los compañeros y civiles trataban de salvarle la vida y evitar que la hemorragia continuara. En ese momento, se hizo presente un paramédico que lo atendió con lo que tenía a su mano mientras esperaban una ambulancia.
Sin embargo, hubo que esperar varios minutos ya que, debido a los desordenes, era muy difícil que la ambulancia pudiera abrirse paso. Finalmente llegó la ayuda y el capitán fue trasladado al Hospital Cardiovascular de Soacha donde pasó varias horas intubado.
Aunque estaba con vida, el pronóstico era reservado, su situación delicada y tuvo que someterse a una cirugía de urgencia.
Pese a todos los esfuerzos hechos por los médicos, Solano finalmente perdió la batalla contra la muerte y falleció el viernes 30 de abril hacia las 6 de la tarde dejando una familia sumida en la tristeza.
Las reacciones no se hicieron esperar. El alcalde de Soacha, Juan Carlos Saldarriaga condenó el hecho y aseguró que: “Este crimen no puede quedar impune en esta ciudad. El capitán, en el ejercicio de su deber, perdió su vida en manos de delincuentes y bandidos que están en la calle delinquiendo”.
El gobernador de Cundinamarca, Nicolás García, también lamentó lo sucedido. “Vivimos tiempos difíciles en los que es fundamental afianzar los lazos de diálogo y solidaridad. Un abrazo para su familia y amigos en este doloroso momento”.