La misión de contra inteligencia militar fue bautizada inicialmente como Harel. Otros de los participantes de esa investigación sugirieron que se debía llamar Honor. El argumento para asumir este último nombre era lógico desde su punto de vista. Lo que debían hacer, efectivamente, era un tema de honor militar como lo era descubrir quién de los suyos era el que había traicionado a la institución y colaboraba con el enemigo: las Farc.El reto era aún más grande. El sospechoso no era un soldado asignado a una unidad en la mitad de la selva que ante la necesidad había vendido su lealtad por unos pesos. Se trataba nada más y nada menos que de un general de la República.
Una serie de extraños reveses que sufrió la tropa y las operaciones contraguerrilla, que después de meses de planeación a último momento misteriosamente terminaban fracasando, dieron inicio a la misión de trabajo. Esta es una de las tantas investigaciones que hacen parte de la llamada operación Bastón, que agrupa algunos de los más importantes casos desarrollados por la contrainteligencia del Ejército, como lo reveló SEMANA.
Todo ocurrió en diferentes departamentos del oriente del país. Como si la guerrilla tuviera una especie de bola de cristal, muchas veces logró anticiparse a las operaciones, saber por dónde se desplazarían las tropas y, en algunos casos, aprovechar esto para asestar golpes a los militares. Esta situación se volvió recurrente y era claro que se trataba de una fuga de información estratégica y operacional.
Los investigadores comenzaron por reconstruir los casos en donde las operaciones fallaron e indagaron cómo se pudo haber filtrado la información. Por semanas, varios fueron desplegados a diferentes zonas para tratar de recolectar en terreno datos confiables que permitieran llegar al responsable. Como parte de esas labores lograron encontrar varias fuentes claves. Una de ellas fue la la hija de un jefe guerrillero del frente 10 de las Farc. Militó desde los 12 años en esa organización y llegó a ser la radista, por muchos años, de alias Grannobles, el temido hermano del Mono Jojoy que también era comandante. Estuvo por 23 años en esa guerrilla hasta que se desmovilizó. Lo que les contó esta mujer, y que está grabado en varias horas de video, fue impactante. Les dijo que conoció al general cuando tenía el grado de capitán a comienzos de los años 90 en Arauca. “Lo conocí en las Bocas del Ele, en una finca llamada El Palmar. Yo no sabía que era de las fuerzas militares. Llegó allá a reunirse con el señor Grannobles. Yo andaba con Grannobles desde muy jovencita”, se escucha decir a la mujer en su relato.
El señalamiento era grave, pero era claro si se trataba de una persona que quisiera enlodar al oficial. Por ello, aceptó someterse a varias pruebas de polígrafo para corroborar que lo que estaba diciendo era real. Pasó cada una de ellas. “En agosto, en una reunión en Miramar, a él le entregaron un maletín, sé que era plata, pero no me acuerdo si eran dos mil o tres mil millones. Yo alcancé a contar hasta dos mil pero sé que le dieron algo más. Yo estaba contando, pero me quité porque él me estaba mirando. Eso fue en una finca que era de mi mamá”, contó la mujer.Esta última reunión a la que hace referencia la desmovilizada en su relato ocurrió hace pocos años cuando el oficial ya había alcanzado el grado de brigadier general.
Con este indicio comenzó una labor de verificación de todos y cada uno de lo detalles que ella contó. Simultáneamente, con la ayuda de la Unidad de Información y Análisis Financiero -UIF- comenzaron a realizar un cruce de información sobre las finanzas del oficial y su círculo más cercano. “Se evidencia un incremento injustificado del patrimonio”, afirma uno de los apartes de la misión Harel. Las labores de búsqueda de información se extendieron por varios meses. Al final, basados en decenas de entrevistas y documentos, se llegó a la conclusión que al menos durante 18 años ese oficial había vendido información secreta no sólo a las Farc, sino también al ELN y más recientemente a las disidencias.“Recibió dineros producto del tráfico y fuga de información con los GAOr (grupos armados residuales o disidencias) colocando en riesgo la integridad física de la tropa y saboteando el desarrollo de operaciones militares”, dice otros de los documentos del voluminoso dossier de la misión Harel.
Cuando la delicada información fue confirmada y documentada el caso escaló y fue puesto en conocimiento de algunos de los integrantes de la cúpula del Ejército. Discretamente le recomendaron al general solicitar su retiro para evitar un escándalo. Cosa que el alto uniformado hizo. Se fue en silencio. Esos hallazgos también fueron compartidos a la Fiscalía, para iniciar una investigación penal por los delitos de enriquecimiento ilícito, revelación de secreto, entre otros. El caso no ha avanzado. SEMANA se abstiene por ahora de revelar la identidad de este militar para no entorpecer las investigaciones sobre este delicado tema del general y las Farc.