En las instalaciones de la Corte Internacional de Justicia continúan los alegatos en el caso de Colombia contra Nicaragua, el país centroamericano reclama la soberanía de, no solo parte del mar territorial colombiano, sino del archipiélago de San Andrés y providencia. Durante esta etapa se conoció inicialmente el testimonio de Manuel José Cepeda y posteriormente el del representante de las comunidades raizales Kent Francis James.

En su intervención ante el principal órgano judicial de la Organización de la Naciones Unidas (ONU), James expuso la importancia del mar para las comunidades raizales en las islas de San Andrés y Providencia, que llevan más de 400 años en el territorio. En su explicación, describió el contexto humano, histórico, social y ambiental que debería evaluarse en las reclamaciones en el juzgado.

Además de la estancia de los raizales en las islas, James contextualizó que el sustento de las comunidades ha sido dependiente de las áreas marítimas alrededor del archipiélago, que sus vidas están conectadas al mar y que han trabajado en la preservación del ambiente a través de prácticas pesqueras sustentables y no dañinas.

Isla de San Andrés Colombia, raizales de la isla pescan en el mar Caribe Foto: Guillermo Torres / Revista Semana | Foto: Guillermo Torres

“Los raizales dependen de los derechos de pesca tradicionales que se extienden sobre grandes áreas marítimas en cuestión en este caso. Esta es una clara primera contrademanda de Colombia”, señaló James en su intervención.

También contó que las islas son un territorio con historia diversa, ya que han tenido llegada tanto de migrantes holandeses como ingleses.

“Hubo una mezcla de indígenas del Caribe, junto con africanos esclavizados y británicos, holandeses, franceses, alemanes, españoles y chinos, entre otros. Actualmente, los raizales son en su mayoría criollos; en aspectos como idioma, religión y costumbres, los británicos influyeron notablemente”, expuso el vocero de los raizales.

Siguiendo con el contexto histórico, destacó que la isla fue uno de los lugares donde se luchó contra la esclavitud de migrantes africanos que llegaban al territorio, contó así la historia de Philip Beekman Livingston Jr, quien en 1834 luchó por la emancipación de esclavos negros de la isla y de zonas aledañas como la costa de los Mosquitos y las Islas del Maíz.

“Liberó a los esclavos de su familia, entregándoles propiedades y tierras, instruyéndoles en lectura, escritura y matemáticas, además de organizar actividades empresariales para su propio beneficio. Sus actos de humanidad influyeron en otros para emancipar también a todos los esclavizados en las islas”, contó en La Haya.

Estas liberaciones fueron parte vital para que los raizales de la islas comenzaran a plantar coco para poder exportar a los Estados Unidos y otros países. Mientras tanto, otros productos, como los huevos de aves y el guano, fueron importantes para el sustento de los raizales. Pese a ello, como él manifestó, para los raizales siempre su mayor labor y manutención ha venido del mar.

“El mar es un espacio vital para los raizales, una ruta comercial para los pueblos criollos del suroeste del Caribe. Es su herencia económica. El mar es también su patrimonio cultural. Es la fuente de historias reales y de ficción, de cuentos, de fábulas, de aventuras, de diversión y tristeza. Como dicen los raizales: es un regalo de Dios”, destacó en su participación.

Con respecto a la reclamaciones que ha interpuesto Nicaragua, dijo que sería muy difícil sobrevivir con una separación marítima de los territorios conformados por islotes, cayos, atolones y riberas, que conforman la tarea principal de los raizales: la pesca artesanal.

“Como hemos dicho, los raizales de San Andrés, Providencia y Santa Catalina tienen un vínculo natural con el mar: viven de él y lo consideran parte de su hábitat natural. Cualquier restricción de sus tradiciones históricas y culturales tendría un impacto significativo y negativo en su forma de vida e identidad”, finalizó su intervención.