El rector de la Universidad de los Andes, Alejandro Gaviria, está más que decidido a postular su nombre a las presidenciales de 2022. Aunque el académico ha insistido en negar su aspiración electoral, SEMANA confirmó que, si nada extraordinario ocurre, hará oficial su decisión durante la primera semana de agosto.

La negativa de su parte a una campaña presidencial obedece al respeto por su universidad y a que no ha sido una determinación fácil. Recordemos que el país conoció en 2017 sus quebrantos de salud porque él lo decidió hacer público, pero ahora, con el tema superado, una juventud inconforme con la institucionalidad reflejada tras las marchas del 28 de abril, además de distintos barones políticos motivándolo, el dirigente tendría la decisión tomada.

En los últimos días, Gaviria se ha reunido en más de cuatro oportunidades con el expresidente César Gaviria, uno de los dirigentes que más le ha insistido en postular su nombre. Él lanzaría su candidatura por medio de un movimiento significativo ciudadano como independiente, recogiendo firmas y alejado de los extremos, lo que le permitiría llegar a la primera vuelta como una figura alternativa.

Aunque cae bien entre las mayorías de la Coalición de la Esperanza, Gaviria no ingresará a este grupo político, al menos durante los próximos meses. Tiene diferencias con Jorge Enrique Robledo, quien le cerró la puerta por sus manejos a la salud cuando fue ministro en el Gobierno de Juan Manuel Santos.

Tampoco arribará al Pacto Histórico, como se lo pidieron hace tres semanas Gustavo Petro y Roy Barreras. Ingresar a dicha colectividad sería un suicidio electoral al comienzo de su precandidatura porque no hay duda de que la izquierda radical está con el líder del petrismo. “La mejor campaña de expectativa: nadie se ha hecho rogar tanto en tan poco tiempo. Yo he dicho que me gustaría que Gaviria compita. Haríamos un debate interesante, aunque nadie sabe cómo le iría”, dijo Roy Barreras.

César Gaviria insiste en que aspire como independiente, y los liberales y un grueso del Partido Verde estarían acompañándolo. Recoger firmas lo pondría en ventaja frente a los demás candidatos porque empezaría la campaña de inmediato.

La idea es que tras su renuncia a la universidad, el exministro guarde silencio durante unas semanas y estructure lo que será su plan de gobierno. Además, fije sus posturas frente al aborto, el glifosato, la eutanasia, temas sensibles que le han costado más de una crítica por parte de la derecha.

Entre el próximo 23 y 25 de julio, en el hotel Sheraton de Bogotá, más de 200 jóvenes de un sector de las juventudes liberales elaborarán un plan de gobierno junto con rectores de 20 universidades cuyo eje central será la crisis por la que atraviesa Colombia. La idea es que Gaviria asuma el proyecto, un momento que podría convertirse en el preámbulo de la oficialización de su candidatura.

En uno de los tres días del encuentro, denominado ‘Alguien tiene que llevar la contraria’ –como el libro de Alejandro Gaviria–, se homenajearán los 30 años de la Constitución, según confirmó en un video John Baquero, director de la Organización Nacional de Juventudes Liberales. Asistirán César Gaviria, Antonio Navarro, Claudia López, Rosita de Serpa y la familia de Álvaro Gómez Hurtado.

Este no es el primer evento en el que está involucrado el académico. El 7 de julio presidió un conversatorio privado por Zoom con el grupo Jóvenes con Alejandro Gaviria, quienes impulsan su nombre desde las redes sociales. Dialogaron sobre ‘el país que queremos’, aunque aclararon que no era un tema político.

SEMANA conoció que Gaviria está tan tentado a candidatizarse que elevó consulta a dos exmagistrados del Consejo de Estado para determinar una supuesta inhabilidad en la que podría incurrir porque su esposa, Carolina Soto Losada, es codirectora del Banco de la República. “No existe inhabilidad”, coincidieron los juristas. Él, para su tranquilidad, prefiere que ella renuncie a su cargo en los próximos meses.

Su salida al ruedo no será sencilla. Gustavo Petro sabe que le arrebatará de sus manos el electorado académico, sindicalista, parte de la izquierda y centroizquierda, mientras que la derecha también lo ve como una amenaza electoral, por lo que lo convertirán en presa fácil de críticas.