Pedro de la Torre arrancó su educación con un diccionario como única fuente de consulta, en el remoto corregimiento de Hibácharo donde no tenía luz, agua o alcantarillado, menos una escuela. Ahora es un investigador de la Universidad de Harvard en la lucha contra la sordera, sus logros fueron destacados por revistas especializadas en el mundo de la ciencia y en Colombia apenas lo empiezan a conocer.
Fue Pedro con su “coste english” quien le advirtió a las autoridades del Atlántico la necesidad de cerrar el departamento para evitar la entrada del Covid-19, lo hizo en tres intentos y no le respondieron. Un mes después del carnaval, Barranquilla tenía las cifras más altas de contagios del país.
Cuando tenía cinco años, la familia de Pedro entendió que tenían un genio en su casa. Había repasado tres veces el diccionario, el único libro del corregimiento. Por eso decidieron buscar un colegio en el municipio de Sabanalarga que lo recibió tarde, pero, en cuestión de días, estaba en primera fila, el más avanzado que el resto de sus compañeros.
La situación económica para la familia Pedro, como muchas otras en el Atlántico, era dramática. Tuvo que alternar su ilusión de completar el bachillerato y el amor por la química, con la venta de los sapotes que bajaba en los patios de sus compañeros de colegio.
“Los bajaba y vendía en las tiendas por 500 pesos, era con lo que a veces teníamos que pasar el día”, cuenta Pedro mientras camina por el campus de la Universidad más costosa del mundo y donde él trabaja. “Fueron años muy complicados y mi familia convencida de la educación como la única forma de salir adelante”.
SEMANA llegó a Harvard, al evento anual de la Asociación de Colombianos en esa Universidad y donde Pedro es su presidente. Un costeño que todos conocen en el campus, que extraña la arepa de huevo y que recuerda con nostalgia sus años de estudio en la Universidad del Atlántico, como el único, en ese momento entre más de 40 inscritos, que se graduó de química pura.
“Busque la forma de continuar los estudios después de salir de Universidad del Atlántico y le aposte a una beca en Chile, un doctorado que complete y de donde logré trazar la ruta para la Universidad de Harvard”, cuenta Pedro de sus estudios en química avanzada, con la frescura de un costeño, en un tema creado para genios como él y otros colombianos que lo acompañan en su propósito de vida: curar la sordera.
Pedro y otros científicos colombianos en posdoctorado de Harvard son los encargados de recibir y orientar a quienes sueñan con lo que ellos alcanzaron: sentarse en las escuelas de formación, vivir la experiencia de Harvard y retribuir al mundo parte de las bendiciones recibidas.
“Algún día esperamos regresar a Colombia, ayudarle a mi gente en Hibácharo, que podamos curar la sordera… vamos bien, las pruebas con ratones fueron exitosas y seguimos trabajando”, dice Pedro cuando cuenta, con humor, como a un ratón, que le podían poner un picó al lado y no escuchaba nada, ahora parece un costeño en carnaval.
Luego de completar el doctorado en Chile, se quedó haciendo algunos experimentos que llamaron la atención de mentores en Harvard, no de Colombia, se lo llevaron y lo convirtieron en residente de los Estados Unidos. Desde el balcón de un cómodo apartamento en Boston, Pedro recuerda los días en Hibácharo, en Sabanalarga, en Barranquilla y apenas puede creer dónde está.
“Hibacharo se está hundiendo, le he pedido al Gobierno que le pare bolas, ya movieron el pueblo, pero la situación es crítica para las familias, se requiere con urgencia atención, sin antes no se tenía nada, ahora imagínate”, cuenta preocupado Pedro por la comunidad que lo vio crecer.
Pedro se mueve con propiedad, se burla de quienes no le entienden. Se sube al autobús, al tren y al metro repleto de latinos que salen de trabajar en Boston y nadie se imagina que al lado tienen un investigador de Harvard que busca curar la sordera en el mundo, aunque muchos en Colombia, sin problemas de oído, no quisieron escucharlo.