Un llamado de atención sobre los constantes hechos de violencia contra la prensa realizó este martes 2 de noviembre de 2021 la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), en el marco de la conmemoración del Día internacional para poner fin a la impunidad de los crímenes contra periodistas.
La organización señaló que en el reciente informe de tendencias mundiales sobre seguridad de los periodistas de Unesco se registró una disminución del 20% en el número de asesinatos a periodistas entre el 2016 y 2020, comparado con el periodo entre 2011 y 2015.
Sin embargo, en Colombia esta tendencia -señala la FLIP- es contraria. “En los últimos cinco años fueron asesinados ocho periodistas en el país, mientras que entre el 2011 y 2015 fueron asesinados siete. Esto evidencia la violencia contra la prensa y la persistencia de los homicidios como la forma más severa de silenciamiento”, sostuvo.
De acuerdo con la FLIP, la impunidad en estos crímenes genera un “ambiente de permisividad” para que los violentos sigan agrediendo a la prensa “sin temor a consecuencias”. “En Colombia, entre 1938 y 2021 han asesinado a 163 periodistas por razones vinculadas a su oficio. En el 78.8% de estos casos no se ha proferido ninguna condena a los responsables y solo en uno de ellos, el caso de Orlando Sierra, se ha logrado una justicia plena”, indicó.
La organización manifestó que el caso más reciente se presentó el 19 de septiembre de este año, cuando el periodista Marcos Efraín Montalvo fue asesinado en Tuluá en hechos que aún no han sido esclarecidos, pero sobre los cuales, según la FLIP, “existen indicios suficientes para sostener que su homicidio está relacionado con las denuncias que realizaba”.
En otros crímenes contra la prensa el panorama es similar, de acuerdo con la organización. “En los últimos cinco años las amenazas han ido en aumento hasta consolidarse como la agresión más recurrente contra periodistas. Durante todo el 2020 la FLIP registró 152 amenazas, y en lo corrido del 2021 van 132. A pesar de algunos avances en las investigaciones, la Fiscalía General de la Nación mantiene el 98% de los casos de amenazas a periodistas en la impunidad”, apuntó.
Según la FLIP, a pesar de que el Estado ha implementado estrategias para “avanzar en la investigación y sanción de los responsables de estos crímenes”, estas “han sido insuficientes y no analizan el fenómeno de la violencia de manera integral”.
En ese sentido, se menciona que la falta de sistemas de información unificados para obtener un diagnóstico real de la problemática, investigaciones que no exploran motivaciones de los victimarios relacionadas con el oficio periodístico, la falta de recursos físicos y de personal idóneos, largos periodos de inactividad procesal, y la ausencia de independencia de los funcionarios “son algunos de los factores que obstaculizan el acceso a la justicia y que originan las altas cifras de impunidad”.
Para la Fundación para la Libertad de Prensa, el Estado debe cumplir “la deuda histórica” en la lucha contra la impunidad de los crímenes contra los y las periodistas. “Solo a través del trabajo diligente de las entidades encargadas de la investigación y judicialización se podrán disminuir las cifras de ataques contra la prensa y se logrará justicia”.
De acuerdo con la organización, las medidas de reparación ordenadas por la Corte IDH en el caso de la periodista Jineth Bedoya, constituyen “una nueva oportunidad y una hoja de ruta clara para que el Estado avance en la dirección correcta para formular una política integral de prevención, protección y procuración de justicia en los crímenes contra la prensa”.
Finalmente, la FLIP señaló que en 2013 la Asamblea General de las Naciones Unidas, proclamó el 2 de noviembre como Día internacional para poner fin a la impunidad de los crímenes contra periodistas. ante el alto número de casos de violencia contra medios y periodistas y los escasos avances judiciales sobre los mismos. “Ocho años después, en Colombia predomina una impunidad que amedrenta a la prensa e incentiva a los violentos a atentar contra los periodistas”, subrayó.