No es una renuncia cualquiera. Al contrario, sus consecuencias son imprevisibles. La congresista y exsecuestrada Clara Rojas se marginó este lunes de la Comisión de Paz de la Cámara de Representantes como consecuencia de un escrito insultante de la semana pasada de las FARC que la consideró no víctima del conflicto armado pese a haber estado en cautiverio durante seis años por esa guerrilla. Rojas envió una carta a la Presidencia de la Cámara de Representantes en la que explica las razones por las cuales renuncia a la Comisión de Paz de la Cámara y a la copresidencia de la misma, argumentando implicaciones personales que afectan a su familia. “Mediante el presente escrito presento renuncia a esta y al cargo de copresidente por cuanto los hechos sucedidos la semana anterior, los cuales son de público conocimiento, revisten gran importancia y sus consecuencias derivan en implicaciones personales que afectan a mi familia y a mi condición personal”, señala la misiva. La renuncia es inquietante por el peso específico que ella simboliza no sólo dentro de las víctimas, sino en el país en general. Entonces, ¿cuándo las FARC sientan que un personaje de la vida pública les incomoda, lo insultan y así lo hacen a un lado? La semana pasada, las FARC, en un escrito colgado en su página web, cuestionaron que la congresista sea realmente una víctima del conflicto armado, pese a que la mantuvieron secuestrada desde febrero del 2002 hasta enero del 2008, tras tomarla como rehén cuando era compañera de fórmula a la Vicepresidencia de la entonces candidata presidencial Íngrid Betancourt. Según el escrito de las FARC, que causó rechazo en el Gobierno y la sociedad civil, el caso de Rojas no fue un secuestro puesto que ella pidió acompañar a Betancourt debido a que, según la guerrilla, ambas mantenían “una relación sentimental desde mucho antes de su captura”, entre otros alegatos polémicos. Rojas aseguró que es totalmente desafortunado que la guerrilla quiera desconocer a las víctimas y justificar una acción como el secuestro del que fue víctima. “Creo que es importante que a través de pronunciamientos como este vayamos aclarando lo que piensan las FARC de las víctimas y si las respetan, es algo que tienen que responder”, dijo Rojas en ese momento a los medios de comunicación. El día que se conoció el escrito, el jefe del equipo negociador del gobierno colombiano en el diálogo con las FARC en Cuba, Humberto de la Calle, expresó la “más enérgica protesta” por las opiniones vertidas sobre esta mujer que estuvo secuestrada en la profundidad de la selva. La polémica se da justo en momentos en que el Gobierno y las FARC debaten en La Habana el tema de víctimas, el cuarto de los cinco de la agenda de negociación para un acuerdo de fin del conflicto armado. Posteriormente, el grupo guerrillero aclaró en un comunicado que ni “la delegación de paz de las FARC ni nuestra organización como tal han emitido valoración ni descalificación alguna sobre las señoras Clara Rojas e Íngrid Betancourt” y dijeron que lo consignado en el escrito es una “narración” hecha por una guerrillera. Un argumento baladí porque en las FARC nadie puede lanzar opiniones que difieran o contradigan la línea política del grupo. Clara Rojas fue elegida miembro de la Cámara de Representantes de Colombia en las elecciones del pasado 9 de marzo por el Partido Liberal. Con información de EFE