Alaín Suaza, conocido como el Pablo Escobar del contrabando y lavado de activos, fue capturado por las autoridades tras varios meses de investigación y seguimiento en su contra, lo que llevó a conocer más información de este delincuente que se codeaba con toda la alta sociedad de la Costa Caribe.

Una de los lujos que poseía Suaza era su isla privada, llamada Majayura, ubicada a cerca de una hora de Cartagena en el archipiélago de las Islas del Rosario.

Este archipiélago está conformado por 28 islas que se han convertido en uno de los atractivos turísticos más demandados de Colombia debido a su belleza, a los arrecifes coralinos que se pueden ver allí, así como a toda la fauna marina que lo habita.

La Isla Majayura se encuentra ubicada en el Parque Nacional Marino Corales del Rosario y San Bernardo junto a otras conocidas como Isla Rosario, Isla Múcura, Isla Grande y Barú, entre otros paraísos.

Todos estos lugares albergan hoteles exclusivos y Majayura no iba a ser la excepción. De acuerdo con la información de las autoridades, a finales de este año se inauguraría un exclusivo ecohotel en este territorio.

La isla era uno de los lugares más exclusivos que tendría Suaza y hasta allí llegaban lujosos yates con miembros del jet-set colombiano y se realizaban fiestas privadas de alto nivel con los miembros de la alta sociedad del Caribe.

De hecho, según dio a conocer las autoridades, Suaza disfrutaba de su gusto por los yates de lujo en los que organizaba fiestas que luego terminaban en la Isla, su joya de la corona, donde también se tejían negocios.

Aunque es considerado el Pablo Escobar del contrabando, Alaín Suaza contaba con formación académica y social que le servía para pasar desapercibido. Se mostraba como un exitoso empresario, vestía con prendas de marca y frecuentaba sitios exclusivos tanto en Estados Unidos como en Colombia. Su comportamiento no era de traqueto, sino de hombre de negocios. De esta manera, se relacionaba con importantes empresarios y gente de la farándula y el jet-set criollo, a sus anchas se movía en estos círculos, y nadie sospechaba de su oculta carrera criminal. Pasaba desapercibido.

En Miami verifican si un apartamento valorado en 350.000 dólares es de su propiedad. Lo mismo que otros dos lujosos inmuebles en Cartagena y Barranquilla, que valdrían más de 7.000 millones de pesos. Los autos suntuosos eran su debilidad, en Colombia usaba una camioneta blindada de más de 400 millones. Era usual verlo en carros deportivos de alta gama en Colombia y Estados Unidos; así aparecía en sus redes sociales, en las que publicaba videos manejando a alta velocidad.

El imperio que este hombre creó mediante empresas fachadas, costosas propiedades en Estados Unidos, Colombia y Panamá, entre las que se encuentran la exótica isla, y vehículos deportivos de alta gama se vino al piso en los últimos días. En una operación conjunta entre la DIAN, la Policía Fiscal y Aduanera y la Fiscalía, capturaron a Suaza en Cartagena, casualmente cuando se dirigía a su lujosa isla.

Para desenredar el esquema de corrupción, contrabando y narcotráfico, desde hace años se venía trabajando con el apoyo de la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos y el ICE (aduanas).

Alaín Suaza se daba una vida de lujos. Incluso tenía una isla en el Caribe llamada Majayura. Andaba en costosos carros deportivos y yates.

Al lado de Suaza cayeron algunos de los principales miembros de la organización, entre ellos contadores y personas que conocían al dedillo el manejo de los dineros ilícitos y cómo triangulaban las millonarias sumas para pasar desapercibidos. Su exesposa, quien tiene orden de captura, se fugó tan pronto Suaza y seis de sus cómplices fueron capturados. Su último rastro muestra un retiro de 25 millones de pesos en efectivo y abordó una lujosa camioneta con rumbo desconocido.

Ahora está respondiendo ante las autoridades en Colombia, donde el caso ya fue presentado por la Dirección Especializada contra Delitos Fiscales de la Fiscalía, y aunque no aceptó cargos, ante la contundencia de las pruebas un juez ordenó enviarlo a la cárcel. Pero la factura es larga y las cuentas pendientes están vivas en Estados Unidos, donde no se descarta que sea pedido en extradición. Finalmente, parte de la filigrana empresarial para el lavado de activos tiene sede en ese país.