El senador Gustavo Bolívar publicó varios trinos en los que rechazó la amonestación en contra de Alexander, el vendedor ambulante al que la alcaldesa Claudia López le pidió apartarse de la ciclovía por estar ocupándola y al que horas después la Policía le impuso un comparendo, que terminó con el joven botando su carro de comidas rápidas ante la impotencia, según comentó.
En redes sociales no se hizo esperar la respuesta, y uno de los primeros en contestar fue Bolívar, quien relató que durante varios años, cuando tenía 14, fue vendedor ambulante en la ciudad, a las afueras del estadio El Campín, para poder pagar sus estudios.
Con un grupo de personas que trabajaban en la calle para poder mantener a sus familias iba vendiendo diferentes productos. Según comentó el congresista, el papá del magistrado del Consejo Nacional Electoral, Luis Guillermo Pérez, les proveía los productos para que los fueran a vender.
Aunque no siempre contaban con éxito y tenían que volver en la noche a pagar por los artículos. Sin embargo “muchas veces no llegaron”, porque pasaban la noche en una estación de Policía.
“En aquella época, años 80, era muy común que pasara un camión recogiendo vendedores, y nos echara a un camión, como animales y nos trasladaran a los calabozos de una estación q hay cerca al estadio en Bogotá. Delito: trabajar para pagarnos los estudios, otros la comida de sus hijos”, escribió Bolívar.
Según relató, siempre, a las afueras de las estaciones, se agolpaban madres y esposas de los vendedores a preguntar por los detenidos y a pedir que los liberaran, argumentando que ellos no eran “ladrones ni delincuentes. Ellos respondían, con razón, que estaban cumpliendo órdenes del alcalde. Es decir el HPTA político incapaz de resolver los problemas sociales nos impedía resolver nuestras necesidades con nuestro propio esfuerzo”.
Bolívar también indicó que dentro de los calabozos, muchas personas afirmaban que se convertirían en delincuentes “para que los persiguieran con una justa razón”, lo cual muchos cumplieron, según el senador de la Lista de la Decencia.
El también escritor contó que en muchas ocasiones tuvo que lavar los baños de las estaciones de Policía para que lo liberaran. “A veces me decomisaban las mercancías y duraba meses pagándolas a cuotas”.
A continuación, Bolívar preguntó a sus más de un millón de seguidores si podrían imaginar la frustración de un niño de 14 o 15 años al salir de allí y preguntarse: “¿qué hice mal?”
Luego de que se conoció el caso de Alexander, Bolívar indicó que se sintió identificado con él, “un joven rebuscándose la vida honradamente en un país con una tasa de desempleo anual del 15,9 %. Un país confinado por el virus sin una renta básica”.
“¿Que los vendedores ambulantes estorbamos? Sí, Claudia, estorbamos. Pero un atracador no estorba, un atracador mata y en eso se convierten muchos de los vendedores que ustedes hostigan a diario”.
Ante esto, el senador invitó a la alcaldesa a que si no quieren que estas personas “estorben”, que resuelva sus situaciones sociales.
Según escribió, para él es increíble que 30 años después, las cosas sigan igual. La policía persiguiendo a quien trabaja por orden de un alcalde que recibe cumplidamente su salario mensual.
El senador también criticó que a Alexander le hayan impuesto un comparendo, el cual se ofreció a pagar, mientras que “a los ladrones de la patria, los que se roban el erario a manos llenas, los que adjudican subsidios del agro a los más ricos de Colombia, los que reciben sobornos billonarios de Odebrecht, los que venden la patria a pedazos a cambio de jugosas coimas en paraísos fiscales, a esos no les hacen comparendos”.
Por último, el congresista indicó que le parece “increíble” que un joven que quiera estudiar tenga que conseguir fiadores y endeudarse con el Estado, que tenga que huir como delincuente por estar trabajando.
“Los vendedores estorban y hacen ver fea una ciudad, pero de algo tienen que vivir en este país gobernado por déspotas ilustrados e indolentes”, dijo Bolívar, quien agregó que si ese joven, cansado de buscar oportunidades, se va a la delincuencia, a la guerrilla o a una Bacrim, “se les abre la bocota pidiendo en los medios: ¡todo el peso de la ley contra ese asqueroso terrorista!”.