Lo que empezó como un caso de desaparición, se fue transformando en un paseo millonario, luego en desaparición forzada y terminó en homicidio. Esos son los dramáticos giros que dio en menos de diez días la macabra historia sobre la muerte del excongresista y exdiputado vallecaucano Octavio Zapata Rodríguez, un hombre de 74 años que hace décadas se alejó de la política para dedicarse por completo a sus negocios particulares como empresario del transporte público. Cuando la familia del político conservador daba por sentado que su muerte fue por una sobredosis de escopolamina mientras era atracado, surgieron nuevos detalles que le agregaron más dramatismo a este penoso caso de paseo millonario en la capital del Valle. Se supo que a Zapata Rodríguez lo arrojaron vivo al río Cauca bajo los efectos de burundanga y que detrás de su muerte, al parecer, está una banda de fleteros integrada por cuatro miembros de una misma familia, padre e hijos. Uno de ellos era una joven mujer que se hizo conocer como locutora practicante en emisoras caleñas. En menos de diez días las autoridades capturaron a seis de los nueve integrantes de la temida banda, quienes están presos a la espera de juicio y solo dos de ellos aceptaron cargos de desaparición forzada, hurto y decidieron colaborar con la justicia. El caso que cuenta con un testigo estrella, está en manos de Elox Gabriel Prada, un experimentado fiscal caleño. Los hechos Esta aterradora historia empezó en la tarde del lunes 24 de junio a las 4:30 p.m. cuando el excongresista le pidió a su conductor que lo dejara en un punto específico del norte de Cali, donde al parecer tenía una cita previa. El chofer se fue y Zapata quedó en su automóvil un Renault Megane. Según explicó el coronel Javier Navarro, jefe del Guala de la policía en Cali, el encuentro era con una mujer que la banda de fleteros usa como señuelo para atraer a sus víctimas. La mujer, al parecer, era Marisol Wong, una joven de 24 años de edad graduada como locutora en una academia caleña y, como estudiante, incursionó como practicante en varias emisoras locales. Ahí se hizo conocer y se fotografiaba con cuanta figura pública se topara. De hecho, su perfil en una red social está lleno con fotos de esos encuentros. La prueba reina contra Marisol es que mientras estaba en el motel con Zapata, a las 5:38 p. m. hizo una llamada desde el celular del político, a la casa donde ella dejó a su hijo de cuatro años de edad. Ese hecho se suma a los testimonios de un testigo estrella y la confesión de uno de los capturados, donde también la mencionan.
Un dato que demostraría la frialdad y confianza de esa banda de fleteros, es que días después de la muerte del excongresista, usaron sus tarjetas de crédito en Bogotá, en compras de elementos de cómputo por valor de once millones de pesos y Marisol por su parte se sometió a una cirugía estética. Lo sorprendente es que Marisol no era la única Wong involucrada en la macabra muerte del excongresista. Su padre Fabián Javier, contador de profesión y sus hermanos Luis Fernando y Jonnatan, completaban el cuarteto. Según la investigación, la banda tenía como fachada un almacén de sistemas eléctricos y computadores, en un centro comercial de Cali Además, el sitio donde llevaron a Zapata la noche de su muerte, fue la finca Los Wong, que está ubicada en la vereda La Dolores, entre Cali y Palmira y es allí donde viven. De hecho, el testigo estrella de la Fiscalía en el proceso, es Ruperto Vélez, mayordomo de la familia Wong.
La credibilidad del mayordomo quedó demostrada cuando entregó a las autoridades medicamentos y un billete de un dólar con la inscripción a mano que decía: “T. A. Papá”. Resulta que ese billete lo tenía el excongresista el día del paseo millonario, porque era un regalo que días atrás le dio su hija; el billete llegó a manos del mayordomo porque los Wong le dieron la orden de quemarlo junto a otras evidencias.
La ruta de la muerte Pruebas en poder de las autoridades indican que la ruta macabra de ese 24 de junio, duró casi ocho horas y empezó cuando Marisol y Zapata ingresaron a un motel a las 4:57 p. m.; allí el excongresista pagó una cuenta de 60.000 pesos por la habitación, una gaseosa, una caneca de aguardiente y una chuleta. De ese lugar se retiraron a las 7:00 p. m., y luego se dirigieron hacia un restaurante típico donde consumieron otra caneca de aguardiente, no sin antes ser identificados por varios clientes y empleados. Del restaurante salieron para la finca Los Wong, donde lo despojaron de sus pertenencias, tarjetas bancarias, le pidieron las claves y según relató el mayordomo, en la finca le dieron una nueva dosis de escopolamina. Al respecto, el intendente Édgar Otálora, uno de los investigadores del caso, explicó que esa sobredosis se la suministraron en vista de que el político aún conservaba su cordura y no estaba bajo el completo dominio de sus captores. Esa misma noche a eso de las 11:30 p. m., sacaron al político de la finca en su propio carro y se dirigieron hacia un puente que atraviesa el rio Cauca, entre Yumbo y Cali. Allí lo arrojaron al afluente -al parecer- con vida. Esa conclusión se desprende de dos hechos contundentes. El lunes 8 de julio, cuando Medicina Legal confirmó que el cadáver hallado en el río era el del excongresista y agregó un dato que pasó inadvertido: la causa de su muerte figura como ahogamiento. "Se quejaba" Ese dato contrastaba con las primeras versiones oficiales en el sentido de que Zapata murió durante el fleteo, por sobredosis de escopolamina, y que ante esa situación los atracadores decidieron arrojar su cuerpo al río Cauca. Sumado a ello, en la declaración de uno de los delincuentes que confesó, se deja entrever que la víctima estaba viva cuando la arrojaron al río. Ese dato lo reveló Héctor Fabio Agualimpia, quien que manejó el carro del político. Agualimpia aseguró que cuando llevaron el cuerpo de Zapata hacia el puente “el señor estaba roncando y se quejaba”. Por otro lado, el mayordomo también contó que en la finca donde escondieron a la víctima, presenció una discusión entre los integrantes de la banda, donde uno de ellos recriminó a los otros por la muerte del excongresista. Las autoridades también tienen indicios que permiten intuir que ese paseo millonario fue planeado con días de antelación y la víctima fue sometida a seguimientos y vigilancia por parte de la banda. Uno de los hechos que revela ese detalle, es que al mayordomo le habrían presentado el político antes de su muerte, con la excusa de que lo ayudara a conseguir un buen trabajo. Los investigadores también descubrieron que entre los planes de la banda estaba el vender al excongresista a un grupo criminal que opera en el norte del Cauca, para que cobraran por su rescate o liberación. Ese indicio surgió luego de que hallaran el carro de Zapata en manos de una temida banda delicuencial de Corinto, Cauca. El sepelio del excongresista Octavio Zapata se realizará este miércoles 10 de julio en la capital de Valle. En medio del dolor de sus familiares y el asombro de los caleños hay algo positivo para rescatar de este penoso caso de paseo millonario: las autoridades lo resolvieron en tiempo récord y contrario a lo sucedido con el caso del agente de la DEA, James Watson, la inteligencia en esta investigación fue completamente criolla.