El caso del periodista Javier Contreras se convirtió en el emblema de una problemática de la que poco se habla en Colombia. Contreras contó, en entrevista con Semana.com, que la lucha por poder visitar a su hijo Ismael es una odisea que no le desea a ningún padre.El drama del comunicador se inició al tiempo que su hijo estaba en el vientre de la madre. El periodista tuvo que apelar a una prueba de ADN para demostrar su paternidad. Pero la batalla por darle el apellido a Ismael fue un triunfo pírrico.En agosto del 2015, la juez Katherine Andrea Rolong Arias, titular del Juzgado Primero de Familia del Circuito de Medellín, falló a favor de Contreras para que se le reconociera como padre del menor. El fallo se limitó, exclusivamente, a los aportes por cuota alimentaria, pero se abstuvo de fijar un régimen de visitas y demás derechos. El argumento: la contraparte no asistió a la diligencia de conciliación.“No puedo ver a mi hijo, pero sí tengo que pagar la cuota alimentaria sin falta”, cuenta Contreras haciendo fuerza para que su voz no se desgarre. “Lo que yo busco es que Ismael sepa que tiene un padre que lo ama y espero que pueda acompañarlo en los momentos importantes de su vida”, agrega.Lo que ocurre en casos como el de Javier Contreras no es común. Usualmente, son las mujeres las que tienen que acudir a los juzgados para que los hombres respondan por sus obligaciones. Sin embargo, no son pocos los casos en los que el padre tiene acudir al sistema judicial para poder compartir tiempo con sus hijos.Aunque este tema es complejo de cuantificar porque cada caso tiene particularidades, en términos globales, el ICBF tramita 64.548 casos de custodia de niños, niñas o adolescentes, y adelanta 7.482 casos de regulación de visitas y 5.649 investigaciones de paternidad.La abogada María Cristina Ferrucho, que lideró por varios años la Fundación Padres por Siempre, es tajante cuando afirma que “muchos hombres sufren discriminación de género en el sistema judicial”.En entrevista con Semana.com, la jurista explicó que “las decisiones o sentencias en algunos juicios no parten del principio de igualdad y equidad y las sentencias son poco favorables a los hombres. No se puede negar que hay muchos prejuicios. Todavía existe una desconfianza e incredulidad de los operadores judiciales”.Juan José Ramírez* cuenta con amargura que tuvo que sufrir por cuatro años los prejuicios en los juzgados de familia a la hora de definir temas como la custodia o el régimen de visitas de los niños. “Escuché una frase descorazonadora: deben entender que cualquiera puede ser padre, pero madre sólo hay una”.Las autoridades colombianas no tienen cifras exactas de cuántos padres luchan en los estrados judiciales para poder ver a sus hijos. Tampoco hay una estadística exacta del porcentaje de fallos que favorecen a las madres. La abogada Ferrucho no se arriesga a dar una cifra, pero afirma que el tema es una especie de violencia silenciosa contra padres que sí quieren ser parte fundamental de la formación de sus hijos.Ante esto, Semana.com consultó con Lina Patricia Rodríguez, coordinadora de autoridades administrativas del ICBF. La funcionara expresó que, como autoridad, no puede opinar sobre las decisiones que toman los jueces, pero sí hizo un llamado para que “cada caso sea valorado de forma particular”.Los niños son los afectadosLina Patricia, del ICBF, hizo hincapié en el tema de fondo, “muchas mujeres y hombres utilizan a los niños como herramientas de venganza contra sus exparejas porque no superan bien los duelos amorosos”. El problema es que los niños quedan en medio de un sinfín de disputas y terminan afectados para toda la vida.Según estudios realizados en todo el mundo sobre la siquis de los hijos del divorcio, no es la separación la que puede causar problemas a los menores, sino el conflicto. Expertos consultados por Semana.com señalan que en una circunstancia de separación de sus padres, de la única manera en que salen perdiendo los hijos es en aquella en la que la seguridad, la claridad, la verdad y la amabilidad desaparecen.Con excepciones que confirman la regla, por lo general una separación deja heridas en la pareja y estas, casi irremediablemente, van a formar parte del ámbito en que se desenvuelven los menores. En estos casos el punto de salvación, según los sicólogos, está en la manera como los padres asuman la eventualidad, pensando más en los hijos que en ellos mismos.