El arranque del presidente Duque al frente de la jefatura del Estado no ha sido fácil. Con un par de excepciones en momentos coyunturales, la imagen positiva del presidente no ha despegado y normalmente oscila entre los 23 y los 35 puntos porcentuales. La más reciente encuesta de Gallup registra que dos de cada tres colombianos consideran que el país va por mal camino y en casi todos los factores que fueron medidos se evidencia un pesimismo generalizado de los ciudadanos. A esa situación ya poco deseable para cualquier gobernante, entre esta y la semana pasada se le sumaron una serie de factores que han hecho que, sin lugar a equivocarse, se pueda afirmar que Iván Duque atraviesa hoy su más difícil momento desde que le entregaron las llaves de la Casa de Nariño. Los últimos días han estado plagados de noticias políticas, económicas, ambientales y de salud, de la cuales casi todas son negativas. Aunque no todas las situaciones obedecen a variables que estén necesariamente bajo el control del ejecutivo, la tormenta, como siempre, recae en manos del presidente y éste requerirá de una auténtica maniobra de habilidad para salir del atolladero en el que hoy se encuentra. En términos políticos, el panorama difícilmente podría ser más oscuro. Las revelaciones hechas por el periodista Gonzalo Guillén dieron inicio al escándalo que se conoce como la ñeñepolítica. Se trata de unos audios que estaban en poder de la Fiscalía como parte de un proceso que esta entidad adelantaba contra del Ñeñe Hernández, un personaje del que hasta hace poco el país no sabía prácticamente nada.

Hernández estaba siendo investigado por su presunta participación en un homicidio, así como por sus supuestos vínculos con el narcotráfico. No obstante, en las más de 25.000 interceptaciones legales a su línea telefónica, salieron a relucir una serie de conversaciones que podrían comprometer de manera grave a la campaña presidencial del hoy mandatario de los colombianos. En la transcripción de una de estas llamadas, se oye al Ñeñe hablando con su interlocutora sobre la necesidad de mover dineros por debajo de la mesa para garantizar el triunfo de Duque en La Guajira. Hasta el domingo pasado, aunque había especulaciones, no era claro con quién estaba conversando el Ñeñe, pues en la transcripción a la persona se le identificaba como MD (mujer desconocida). No obstante, luego de que el periodista Julian Martínez afirmara que se trataba de María Claudia Daza, mano derecha de Álvaro Uribe en el Senado, terminó siendo el propio Uribe quien confirmó esa versión. Minutos antes de salir al aire en Semana TV, el exmandatario afirmó que había recibido información que indicaba que en efecto sería Cayita Daza quién estaba hablando con el tristemente célebre Ñeñe. Estando Uribe al aire con Vicky Dávila, se conoció el comunicado de la funcionaria en el que presentaba renuncia irrevocable a su cargo, negaba lo dicho por su jefe y afirmaba que no podía seguir trabajando con alguien que había perdido la confianza en ella. Pero este escándalo va mucho más allá de la funcionaria y tiene al Gobierno en pleno en una tormenta mediática. Con el paso de los días, han ido saliendo un sinnúmero de fotos, videos y testimonios, que evidencian que el Ñeñe en efecto era un personaje de la entraña del círculo cerrado del uribismo.

Se han publicado fotos de este último asistiendo en un lugar privilegiado a la posesión de Iván Duque, posando con el presidente, con el senador Uribe, con María Claudia Daza y hasta los trinos de condolencia escritos por Uribe y por José Félix Lafourie cuando el Ñeñe fue asesinado en Brasil. Hoy, para muchas personas es claro que, a pesar de las explicaciones, el Ñeñe sí era muy cercano a la dirigencia del partido de gobierno. Según los periodistas que destaparon la ñeñepolítica, lo que hasta ahora se conoce es apenas la punta del iceberg y este escándalo va para largo. Como si eso fuera poco, a la tormenta política local se sumó, casi en simultánea, la tormenta económica y de salud pública mundial que ya empezó a tener coletazos en Colombia. Este lunes, que fue denominado como ‘el lunes negro’, los mercados globales se vinieron abajo, el valor de las acciones cayó como piedra y el precio del petróleo se vino al piso. Es bien sabido que la economía colombiana depende en gran medida del petróleo. Ese es el insumo principal de las finanzas nacionales, por lo que un cambio tan drástico en el precio del barril tiene efectos dramáticos en el país. El lunes pasó lo que hasta hace poco tiempo era impensable: el dólar superó la barrera de los 3.800 pesos. Casi mil pesos por encima que cuando Iván Duque asumió el poder.

Esa es una realidad que resulta preocupante no solo desde el punto de vista económico sino desde el punto de vista político. Si la crisis se profundiza y las campanas de pánico económico mundial siguen sonando, el Gobierno necesariamente tendrá que pensar en radicar una nueva reforma tributaria. Aprobar en el Congreso una ley de esa naturaleza es una tarea de marca mayor para cualquier gobierno. Pero para este puede resultar aún más complicado. Haber presentado la ley de financiamiento apenas empezó la administración Duque fue uno de los principales factores que la sumió en una impopularidad de la que hasta ahora no ha podido salir. Ahora, ya cerca de la mitad del gobierno y sin los votos garantizados en el parlamento, una nueva reforma podría poner al ejecutivo contra las cuerdas. Pero los problemas de la Casa de Nariño no paran ahí. Además de la crisis política y del pánico económico, ahora el Gobierno tendrá que hacer frente a la llegada del temido coronavirus a Colombia. Esa epidemia que nació hace semanas en Wuhan, China, y que se fue extendiendo a lo largo del mundo, acaba de llegar al país y aún no es claro qué tan preparado esté el sistema de salud para enfrentar la propagación de la enfermedad.

El coronavirus ya ha cobrado más de 3.000 víctimas mortales y países con sistemas de salud más desarrollados que el colombiano han tenido que declararse en emergencia. En las últimas horas, se anunció que toda Italia entraría en cuarentena pues en solo 24 horas el virus mató a 168 personas. Al hacer un breve recuento de las problemáticas que hoy aquejan al gobierno, queda la impresión de que a este le hubiera llegado una especie de maldición en los últimos días. Todo se juntó. La nueva ministra del Interior, Alicia Arango, tuvo una serie de declaraciones y salidas en falso al referirse a los asesinatos de los líderes sociales que no cayeron nada bien en la opinión; Aida Merlano lanzó desde Venezuela acusaciones de compra de votos en la campaña presidencial; se desataron fuertes tensiones entre el gobierno y las Naciones Unidas por el informe sobre los derechos humanos; la tormenta de la ‘Ñeñepolítica’ llegó justo cuando está por empezar la legislatura, lo que hace mucho más difícil el trámite de las reformas de fondo; la oposición ya anunció debates de control político por cuenta de las acusaciones de compra de votos; y se publicaron encuestas en donde el apoyo de la gente al gobierno parece ser cada día menor. Adicional a este sinnúmero de chicharrones, dos de las principales banderas de la administración Duque sufrieron golpes contundentes en menos de 48 horas: la economía y la lucha contra los cultivos ilícitos. El crecimiento económico del 3.3 por ciento, muy por encima del de la región, era uno de los indicadores con los que el gobierno sacaba pecho. Pero con la aparente crisis económica mundial, y con el precio del petróleo reducido a la mitad de lo que se había presupuestado, eso seguramente será muy difícil de mantener. Por el lado de las drogas, otra de las principales causas del partido de gobierno, esta semana se conoció que el área sembrada en coca, en lugar de disminuir, ha aumentado desde que Duque asumió la presidencia. Se trata entonces de un momento de situaciones complicadas en todos los frentes que de seguro pondrá a prueba el liderazgo de Iván Duque. Como se dijo anteriormente, si bien algunas de estas problemáticas dependen del ejecutivo, hay otras que obedecen a factores externos sobre los cuales no se tiene ningún control. Para el próximo 25 de marzo está convocada otra jornada del paro nacional y el gobierno deberá mover muy bien sus cartas para sortear los problemas y lograr que la situación de descontento generalizada no se profundice aún más.