Luis Carlos Vélez: ¿Usted cree que lo nombraron por ser leal al presidente, por ser del Centro Democrático o por tener pasado vinculado a las Fuerzas Militares?
Diego Molano: Todas las anteriores. El presidente Duque ha impulsado la meritocracia para un grupo de personas que él considera que cumplen con las características para los propósitos que se les ha señalado. Yo tengo 25 años de carrera profesional, estuve muy cerca cuando trabajé en Acción Social a los temas de acompañar la acción integral de la seguridad democrática; en el ICBF, coordinando con la Policía todos los asuntos de seguridad para garantizar los derechos de los niños; en la Fundación Bavaria también trabajamos en algunos programas en zonas de violencia, y como director del Dapre participaba de todos los consejos de seguridad. También, con las Zonas Futuro, que es un programa de seguridad y de inversión en las zonas más afectadas por la violencia en el país.
L.C.V.: ¿Usted esperaba llegar al Ministerio de Defensa en algún momento de su carrera?
D.M.: Yo he estado en el servicio público más de 25 años. Mi deseo siempre ha sido servir en lo público. Nunca había tenido una aspiración en el Ministerio de Defensa, pero, por supuesto, siempre el principio y el trabajo de seguridad lo he desarrollado en todo lo que he hecho en mi vida.
L.C.V.: Pero usted tiene vínculos familiares con los militares…
D.M.: Sí, yo soy hijo de militar, estudié en el Colegio Patria y durante toda mi vida he tenido vínculos muy fuertes con las Fuerzas Militares y, particularmente, con el Ejército.
L.C.V.: ¿Hasta qué grado llegó su padre?
D.M.: Él tenía grado de mayor, pero murió cuando yo tenía 11 años.
L.C.V.: ¿Qué lo marcó del servicio de su padre?
D.M.: Lo que más me marcó fue ese compromiso y ese amor de patria que tienen todos los oficiales y los soldados. A nosotros nos impulsaba mucho el amor de patria y la disciplina para salir a trotar temprano todos los fines de semana.
L.C.V.: ¿Somos muy desagradecidos los colombianos con nuestras Fuerzas Militares?
D.M.: Creo que los colombianos, en general, admiramos y apreciamos a las Fuerzas Militares, pero creo que se puede más. Es importante reconocer a 400.000 hombres y mujeres que a diario se juegan la vida por garantizar el bienestar y los intereses de la nación.
L.C.V.: Ha habido ciertos casos de abuso y corrupción dentro de las Fuerzas. ¿Son casos representativos?
D.M.: Llevo pocos días de empalme y lo que veo es que aquí hay una organización impresionante con doctrina, con disciplina, con protocolo. Y un gran apego a los derechos humanos, al derecho internacional humanitario, también con canales para la transparencia. Cuando suceden hechos de corrupción o de abuso, creo que no son de ninguna manera generalizados, sino individuales y aislados, en los que se tiene que respetar la presunción de inocencia. Si esas personas resultan culpables, pues hay que desvincularlos.
L.C.V.: ¿Las críticas que les hacen a las Fuerzas Armadas son justificadas?
D.M.: Yo creo que las críticas son menores en comparación con el aprecio que los colombianos les tenemos y que les demostramos en pequeños gestos cuando los vemos, por ejemplo, en las carreteras. En los barrios de las ciudades, muchos jóvenes y niños quieren en su futuro ser policías. Cuando se han presentado críticas, son por hechos que han cometido personas de forma aislada. Hay más admiración y respeto a las Fuerzas.
L.C.V.: ¿Hay más soldados de los que realmente necesitamos?
D.M.: Tenemos el tamaño de unas Fuerzas Militares y de Policía que corresponden a un Estado como el colombiano. Este es un país con dos océanos, una distribución territorial muy amplia, y con eso lo que necesitamos hoy es mucha más consolidación territorial. Eso es lo que representan las Fuerzas Militares y de Policía. De hecho, parte importante de lo que sucedió durante muchísimos años es que, al no tener la presencia de las Fuerzas en todas las regiones, surgieron la guerrilla y los paras. Hoy hay nuevos grupos de narcoparamilitares y de guerrillas que buscan generar desestabilización. En la Policía deberíamos tener, por ejemplo, mayor pie de fuerza para la realidad del país.
L.C.V.: En esa realidad que usted describe, ¿cómo se ven los grupos armados ilegales?
D.M.: La mayor amenaza que tiene Colombia hoy es el narcotráfico. Estos grupos son una representación de esa amenaza; son cinco enemigos especialmente. Primero, por supuesto, el ELN; segundo, las disidencias de las Farc; tercero, el Clan del Golfo; cuarto, esta ‘narcotalia’ que ha surgido; y, quinto, el grupo de los Caparros. Esos son los que hoy buscan amedrentar en las regiones, usando todo tipo de actividades ilegales: el narcotráfico, el microtráfico, la extorsión y la minería ilegal. Lo que debemos desmantelar es el narcotráfico, que es la cúspide de toda esa cadena de negocios ilegales, para quitarle el combustible a la violencia.
L.C.V.: Esos son los actores… ¿Las cifras?
D.M.: Hoy tenemos un reto importante. Las cifras son tozudas, y los hechos de disminución de delitos son evidentes. Tenemos la tasa de homicidios más baja en los últimos 46 años; eso significa que hay una política de seguridad que salva vidas. Tenemos una tasa de secuestro que es la más baja en los últimos 35 años; eso significa que Colombia abandonó las imágenes de personas amarradas y guardadas en la selva durante años, esperando regresar alguna vez a sus casas. De hecho, los delitos comunes como el hurto disminuyeron en 30 por ciento el año anterior. Sin embargo, en regiones en donde se presenta esa característica de narcotráfico y confrontación entre esos grupos, se ha generado una percepción de problemas de inseguridad, homicidios colectivos y muertes de líderes sociales. Pero ese dilema de tener unos buenos resultados y las percepciones de inseguridad no debe continuar. Lo que hay que garantizar es que haya seguridad para todos, pero que también avancemos en el debilitamiento de estos grupos que afectan la percepción y la realidad de las regiones.
L.C.V.: Pero esos números se deben en gran parte a la pandemia…
D.M.: Es evidente que la pandemia deja un contexto en el que es posible que eso se haya dado. Pero también es una demostración de que el Gobierno y las Fuerzas hicieron presencia y no se guardaron porque el delito no descansa. El delito también hubiera podido aprovechar esta pandemia para desarrollar todo tipo de actividades. Aquí lo que se evidencia es que nuestras Fuerzas actuaron no solo para ayudar a atender la pandemia, sino para generar mecanismos de control.
L.C.V.: ¿Por qué tanta masacre?
D.M.: Si usted mira el contexto de dónde sucedieron, por ejemplo, si revisa los 33 hechos de homicidios colectivos del año pasado, 14 fueron cometidos por el ELN o por el Clan del Golfo, y otros ocho, por las disidencias de las Farc. ¿Qué quiere decir esto? En donde están pasando estos hechos lamentablemente hacen presencia grupos armados que se disputan los territorios; que tienen vendettas con el narcotráfico; o que inclusive tienen negocios en el microtráfico, como sucede con el Clan del Golfo. Esa disputa conduce a que entre ellos mismos se afecten o que caigan líderes en particular. Hay que golpear a estos grupos, que son la fuente principal de la violencia. También hay que brindar medidas de seguridad individual y colectiva para estos líderes, y es algo que vienen haciendo el Ministerio del Interior y la Fiscalía.
L.C.V.: ¿Insistir con el término “homicidios colectivos” no es bajarles la caña a las masacres?
D.M.: No, la verdad son masacres, así lo conocen popularmente las personas. Aquí lo que importa es que esos hechos que nos duelen tanto a los colombianos no sucedan más.
L.C.V.: ¿Durante su administración en el Ministerio iniciará la aspersión con glifosato?
D.M.: La disminución de las hectáreas de coca en Colombia debe ser un propósito fundamental. Para ello, vamos a reforzar la erradicación, los programas de sustitución, y, en ciertos territorios donde debamos hacer aspersión, se hará cumpliendo con todas las condiciones que estableció la Corte Constitucional.
L.C.V.: ¿Cómo está la seguridad en las ciudades?
D.M.: En las ciudades también todos los delitos bajaron el año anterior en el contexto de la pandemia. Pero el riesgo de la seguridad en las ciudades tiene que ver de nuevo con el microtráfico. Lo que viene sucediendo es que esos grupos de narcocriminales han encontrado unos aliados en las ciudades, las bandas de microtráfico. Estas inundan las capitales, especialmente en los colegios en donde venden papeletas de bazuco y de cualquier tipo de drogas. Por eso se incrementan los robos cerca de los parques, luego el cosquilleo. Hay una iniciación al delito que se está dando a través del microtráfico. Solo el año pasado más de 6.000 jóvenes menores de 18 años ya habían cometido un delito. El 80 por ciento de ellos, relacionados con robo, y 80 por ciento de ellos eran consumidores. Esa será una prioridad.
L.C.V.: ¿Qué le sorprende de los primeros días en el cargo?
D.M.: He visto muy comprometida a la Policía, al Ejército y a la Armada en la protección a las zonas de parques naturales de la deforestación, la minería ilegal y los cultivos ilícitos. Hay una decisión del presidente de incentivar la protección del agua y la biodiversidad, y veo a las Fuerzas muy comprometidas con esa necesidad de proteger las reservas naturales, que son un patrimonio muy importante para los colombianos.
L.C.V.: ¿Cómo le gustaría ser recordado en su periodo en el Ministerio de Defensa? D.M.: Primero, como un ministro de Defensa que ha impulsado un legado muy importante del presidente Duque, de una legalidad que significa que en Colombia, en cualquier región, no importa qué tan alejada esté, se preserva la vida y se garantiza la tranquilidad de la familia. Y, en segundo lugar, como un ministro que trabajó articuladamente con todos los demás sectores para que, además de la seguridad, se permita la inversión social y el emprendimiento.