Vidrios rotos, rejas y puertas destruidas, paredes maltratadas o invadidas de mensajes, vehículos averiados o incendiados. Esas son algunas de las imágenes del vandalismo que han visto los colombianos a través de la televisión, y que ha dejado hasta ahora el paro nacional en la infraestructura de las ciudades más afectadas.
Las pérdidas materiales apenas empiezan a cuantificarse y ahora salen a relucir, con estadísticas tangibles que miden las dimensiones de los efectos, tras los datos que consolida Fasecolda, el gremio de las aseguradoras, los cuales fueron publicados por el diario El Tiempo.
Con corte a mayo, van unos $146.000 millones en reclamos de pólizas, contando los pagos y reservas técnicas para futuras reclamaciones, que han hecho las empresas y personas, para cubrir los daños y las pérdidas.
Las ciudades con mayores afectaciones son evidentes: Cali, Bogotá y Medellín. No obstante, la capital vallecaucana lleva la delantera, con el mayor costo en seguros por destrucción en el paro: 15,6% del total, lo que representa $22.825 millones.
No hay una póliza de vandalismo como tal
Desde Fasecolda, el vicepresidente técnico, Carlos Valera, explicó en SEMANA que no existe una póliza de vandalismo como tal, sino que hay aseguramiento por daños, el cual tiene diferentes nombres según el público al que va dirigido.
De esa manera, existen pólizas de hogar, que cuentan con una colección de cobertura, entre las cuales se pueden mencionar los terremotos, los incendios, las inundaciones y similares.
El cubrimiento en estos casos estaría dentro de los aseguramientos en caso de actos mal intencionados de terceros (AMIT) o cobertura de huelga, motín, asonada y conmoción civil (HMACC). “Esas son las coberturas comunes en las pólizas de hogar, de las empresas y de las entidades del Estado, las cuales se contratan para proteger bienes inmuebles”.
¿Qué tanto las adquieren?
Según explicó Varela, los hogares en Colombia tienen una baja profundización de ese tipo de seguros: “entre el 5 y el 10%”.
Claro está, hay que tener en cuenta que, en hechos como los ocurridos en Colombia durante el último mes, los hogares no son el objetivo de vandalismo. Sin embargo, terminan metidos en la ola, por vecindad con los puntos focales, que, en este caso, han sido las estaciones y vehículos de los sistemas de transporte; los bienes en espacio público como estatuas que hacen parte de los símbolos de algún hecho histórico en el país; los vehículos, entre otros.
El Estado está obligado a asegurar los bienes
En el caso de las empresas, como hay de todo tipo, también el nivel de aseguramiento es muy variado. Las mipymes (micro, pequeñas y medianas), que podrían ser las que en general están ubicadas en áreas donde ocurren los actos vandálicos, porque son los negocios del comercio, restaurantes y similares, tienen baja protección de sus bienes inmuebles. “Las cifras preliminares que estamos consolidando nos dicen que en las pymes el nivel de aseguramiento, si bien es mayor que el de los hogares, es relativamente bajo”.
Entre tanto, las entidades del Estado, ellas sí están obligadas por ley a tener estas pólizas contra daños en bienes. De hecho, según las estadísticas de Fasecolda, casi la mitad de los siniestros ocurridos durante el paro (47,6%) afecta bienes públicos, mientras que el restante 52,4% corresponde al sector privado.
Varela enfatiza en que Fasecolda apenas está consolidando la información, puesto que hacer efectiva una póliza en estos casos no es algo inmediato, debido a que “la mayoría de las pérdidas no son totales. Cuando hay un seguro y la pérdida de lo asegurado es total, el proceso es rápido, pero en estos casos no. Al ser pérdidas parciales, se requiere la participación de un perito que evalúe los daños”.
Cultura del aseguramiento
El panorama alrededor de las pólizas que cubren los daños por vandalismo muestran lo clave que es cultivar la cultura del aseguramiento. Cuando no está en el horizonte el riesgo, se piensa que nunca va a suceder nada que requiera tener un seguro.
De acuerdo con lo expresado por Varela, por lo general, “después de grandes siniestros, en especial aquellos de naturaleza catastrófica, las personas tienden a asegurarse”.
Pero, tomar ese camino “no es lo deseable. Lo que queremos es que las personas entiendan la virtud del seguro como una herramienta de transferencia de riesgo, que los cubre contra eventualidades de todo tipo: las pequeñas (como un daño o robo menor); las medianas (como los daños por agua, daños por granizo, la caída de un árbol que afecte un bien), y las grandes (como los riesgos que tienen la capacidad de acabar con nuestro patrimonio, como un incendio, inundación o terremoto)”.
El vicepresidente técnico de Fasecolda indicó que “sin lugar a dudas, quienes resultaron afectados y contaban con un seguro, verán minimizado el impacto de los daños provocados por el vandalismo. Aquellos que no tenían un seguro, deberán asumir estos daños de su propio bolsillo”.