Fue la misma Marelbys Meza quien advirtió que mientras era sometida a un interrogatorio en los sótanos frente a la Casa de Nariño, con prueba de polígrafo incluida, quedó completamente incomunicada. Los policías que se encargaban de hacerle las preguntas le quitaron el celular y se lo devolvieron horas después.
Al parecer, el aparato celular fue sometido a un hackeo, o a la realización de una copia espejo, por los uniformados. Lo llevaron, se investiga, hasta el piso 13 del edificio de la Dian, ubicado a solo unos metros de la Casa de Nariño y allí sacaron todo su contenido. La información es parte de unas indagaciones que adelanta la Fiscalía en el capítulo de las interceptaciones ilegales.
Marelbys Meza le confirmó a SEMANA que, efectivamente, le quitaron el celular, no le permitieron comunicarse con nadie mientras estuvo en los sótanos durante el interrogatorio que la Fiscalía General calificó de ilegal. Fue durante ese lapso, al parecer, que se realizó la copia espejo del aparato, razón que mantuvo por tanto tiempo incomunicada a la niñera.
“Ellos me dijeron: ‘Entregue el celular’, luego me metieron al sótano y de manera repetida aseguraban que yo era la responsable del hurto, que dónde estaba la plata, que ellos podrían hacer un allanamiento en mi casa y en la casa de mis hermanos, que cómo sabía si en ese momento no estaban haciendo un allanamiento donde mi familia”, aseguró Marelbys a SEMANA.
Fuentes cercanas a la Presidencia aseguraron que, efectivamente, en una zona del piso 13 del edificio de la Dian funcionan unas oficinas dedicadas de manera exclusiva a garantizar la seguridad del presidente de la República en los constantes desplazamientos que hace por el país. Un escenario similar a un Puesto de Mando Unificado.
Sin embargo, lo que está por corroborar es qué clase de actividades se desarrollan más allá de garantizar la seguridad del presidente en sus desplazamientos, y si allí mismo el celular de la exniñera de la exjefa de Gabinete del Gobierno nacional fue sometido a un hackeo, o lo que se conoce en el escenario judicial como una copia espejo del aparato.
La propia Marelbys Meza, en el recorrido que hizo con SEMANA por los alrededores de la Casa del Nariño, mientras recordaba paso a paso cómo llegó a los sótanos de poligrafía, no identificó el edificio de la Dian; en otras palabras, nunca estuvo en ese sitio. Lo que intentan ahora establecer los investigadores es si el aparato efectivamente llegó al piso 13.
Adicionalmente, los fiscales a cargo de este capítulo, en el gran escándalo que enredó a Laura Sarabia y su niñera, es conocer con certeza los alcances que tendrían, en materia de inteligencia, los funcionarios y los equipos dispuestos en el piso 13 del edificio de la Dian.
“Yo me senté en una silla, me brindaron un tinto y esperé a lo del polígrafo. Ya después me entraron a una sala como una oficina pequeña, salí, me quitaron el teléfono por primera vez y cuando terminé lo del polígrafo, me lo volvieron a quitar, me dejaron incomunicada… Temor, porque yo sentía que me iban a dejar aquí, que no iba a volver a salir”, dijo Marelbys.
Será en cuestión de días que la Fiscalía logre llevar ante los jueces el material de prueba, no solo de las inspecciones que se realizaron frente a la Casa de Nariño, en el edificio Galán, sino las que en adelante se programen de cara a establecer la responsabilidad en las interceptaciones ilegales de que fueron víctimas Marelbys Meza y Fabiola, dos exempleadas de Laura Sarabia.
La otra “chuzada”
“Quisiera verles la cara a ellos, quisiera verles la cara y que me digan: ‘Negra, vos fuistes la que hicistes esto con el Clan del Golfo”, dijo Fabiola, la mujer que junto a Marelbys Meza fue interceptada ilegalmente por la Dijín de la Policía mientras los uniformados buscaban el dinero hurtado en el apartamento de Laura Sarabia, jefe de gabinete del Gobierno nacional.
La señora Fabiola llegó a Bogotá desplazada por la violencia en el Valle del Cauca y ahora su nombre apareció en un informe falso de la Dijín, vinculándola con el Clan del Golfo, con una dirección en Chocó y con un alias: La Cocinera, supuesta encargada de llevar información a cabecillas de esa organización criminal.
“Yo vivo de mi trabajo (servicio doméstico), y al escuchar el mundo entero una cosa de esas, quién me va a contratar, si yo soy una criminal según la Policía, se me viene el mundo encima. Tengo miedo, no puedo ir a trabajar, es un daño terrible que le hacen a uno”, señaló la señora Fabiola, al confirmar que estuvo en la Fiscalía entregando detalles de su situación.
El número telefónico de Fabiola se incluyó en una solicitud de interceptación que hicieron los investigadores de la Policía a un fiscal en el Chocó. Ella le ruega a Dios por su seguridad, pues como víctima de la violencia sabe lo que representa ser marcada en un bando criminal. Le entristece que siempre confió y defendió a la Policía, ahora les envía un mensaje.
¿Quién ordenó las chuzadas?
Más de ocho días completa la crisis más aguda que ha tenido que afrontar el presidente Gustavo Petro en sus diez meses de mandato. En cuestión de horas, el escándalo desatado por las graves denuncias de la niñera Marelbys Meza en SEMANA derivó en las alarmantes revelaciones de la Fiscalía que apuntan a que integrantes de la Dijín interceptaron ilegalmente no solo a Marelbys, sino también a Fabiola, otra humilde mujer que trabajaba en la casa de Laura Sarabia, jefa de gabinete.
El país se escandalizó al conocer que la niñera fue sometida al polígrafo de la Casa de Nariño sin ser funcionaria. Según su relato, tres hombres la mantuvieron incomunicada durante cuatro horas en un sótano ubicado en un edificio al frente de la Presidencia. Allí habría recibido amenazas y presiones para que confesara que se robó una fuerte suma de dinero de un maletín en la casa de Sarabia. Se ha hablado de 3.500 dólares, 7.000 dólares y hasta de 150 millones de pesos en efectivo. Las versiones más audaces se atreven a hablar de sumas mayores.
El escándalo ya tumbó a Sarabia, mano derecha del presidente, y se llevó por delante al embajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti, quien se convirtió en la sombra de Petro en la pasada campaña electoral y fue fundamental para el triunfo en las urnas. Hoy, todo el país quiere saber las respuestas a estas preguntas: ¿quién ordenó las chuzadas?, y ¿por qué intentaron convertir un robo doméstico en un asunto de seguridad nacional que incluso ponía en riesgo la integridad de Petro y Francia Márquez? La Fiscalía argumenta que todo lo que hicieron fue solo para recuperar el dinero y que el episodio nada tenía que ver con riesgos para el país.
“Las chuzadas regresaron a Colombia”, advirtió el fiscal Francisco Barbosa, quien comparó lo ocurrido con los crímenes que cometieron el DAS y el F-2, ya extintos. Por eso, la inquietud que surge es si este es un episodio aislado o es apenas la punta del iceberg de una repudiable práctica que ya se habría instalado en el Gobierno Petro para perseguir a opositores, periodistas y todo aquel que piense distinto al presidente. Ante las evidencias de la Fiscalía, y visiblemente molesto, Petro se negó a aceptar que, bajo su administración, se esté chuzando.
Tan pronto estalló este escándalo, el pasado sábado 27 de mayo, tras la publicación de SEMANA, la Casa de Nariño se convirtió en un infierno. El presidente guardó un extraño silencio frente al tema, habló de un “golpe blando” y durante horas casó peleas en Twitter que incluso lo llevaron a recibir un fuerte jalón de orejas de parte del Consejo de Estado.