La escalofriante historia de Nohemí*, reseñada por el columnista Daniel Coronell en la edición más reciente de SEMANA, sigue siendo una noticia que conmueve a la opinión pública colombiana (Vea la columna).  La mujer que denunció los abusos que sus padres cometieron en contra de la menor de edad durante dos décadas, Mónica Sánchez Beltrán, fue más allá de la carta abierta que dirigió a sus padres, y en una entrevista, concedida en exclusiva a Semana.com, vía Skype, reveló más detalles sobre esta historia, en la que una menor de 5 años de edad fue sometida, durante su niñez y su adolescencia, a maltratos mental, físico y sexual. Mónica, de 52 años, es traductora y vive en Canadá. Está casada con un ciudadano de ese país y tiene dos hijos de 22 y 23 años de edad. Ella, junto a seis hermanos y Nohemí, integra la familia Sánchez. “Esta historia me siguió toda la vida. Sucedió cuando estaba muy pequeña. Nohemí tenía como cinco años más que yo. Desde que me acuerdo que existo, mi madre la maltrataba mucho. Eso sucedió durante muchos años, era muy cruel, era humillada permanentemente”, relata la mujer, quien, aunque viajó a varios países, nunca olvidó los atroces episodios. “Siempre tenía esa historia en mi cabeza”, dice. El caso de esclavitud que hoy conmueve al país se convirtió en desgarrador cuando Mónica relató, a través de la carta abierta, cómo eran los maltratos. “Como aquella vez que la amarraron, literalmente suspendida de una viga por las muñecas, y la azotaron entre ambas con el cable de la brilladora... hasta que perdió el conocimiento. Cuando volvió en sí, estaba tirada en el piso, en un charco de sangre. ¡Qué orgía!”. Según la mujer, la señora Eunice Beltrán de Sánchez, su madre, era una ama de casa que le gustaba ir a la finca, coser y hacer negocios, mientras su padre, el oficial retirado Vitaliano Sánchez, perteneció a la Armada de la República de Colombia hasta 1975. Ambos, Eunice y Vitaliano, viven todavía y aún tienen todas sus facultades mentales, reconoce la mujer.   “Nohemí logró escapar de la casa después de años de esclavitud y sólo 40 años después se atrevió a reclamar”, escribe Coronell. Por su parte, Mónica la recuerda como “la esclavita de la casa”. Mónica le relató a Semana.com cómo fue su reencuentro con Nohemí, después de decenas de años de esa cruda realidad. “Llegando a Bogotá, fui a la casa de ella, a pasar días con ella, a pedirle perdón”. Cuando habló con Nohemí, una madre de familia que hoy tiene unos 57 años de edad, sobre el abuso del señor Vitaliano, recuerda que le dijo: “Yo la llamé y le dije que ya sabía quién la violaba, y ella me dijo: ‘Sí, él me violó y también sus tíos me violaron’”.   Cuando Nohemí le confesó el maltrato sexual a la que fue sometida por el señor Vitaliano, quien siendo teniente fue nombrado alcalde militar del municipio de Anzoátegui, Tolima, Mónica supo que esta historia “no podía quedarse así, que no pudiera reclamar y que su vida terminara con tanta dificultad porque ella todavía sigue trabajando, está muy cansada y envejecida”, asegura.   En ese sentido, la mujer señala que no dudó en apoyarla e indica que a partir de ese testimonio comenzó la búsqueda de la justicia a través de la demanda. Desde ese entonces, la mujer no habla con sus padres. (Vea la tutela). Mónica asegura que sus padres siempre tuvieron “muchachitas que traían de otras regiones”, pero no eran tan jóvenes como Nohemí y sí regresaban a sus casas. “Él se metía a las piezas de las muchachitas y las violaba”, recuerda.  El fin de esa tortura comenzó cuando Nohemí se escapó de la casa. Mónica recuerda que en los años 1975 o 1976, Nohemí huyó de ese hogar cuando tenía unos 16 años. “Un día llegamos del colegio y ella no estaba. Ella cogió su ropita y se fue y no supimos cómo. Ella volvió y nos contó que la había ayudado a escapar la hija de otro oficial, otra amiga nuestra, que era muy sensible y sabía lo que estaba pasando, y la ayudó con el chofer del papá. Se la llevó para donde una tía de ella”. La mujer reconoce que Nohemí regresó porque los Sánchez eran su única familia y con el ánimo de que la señora Eunice la quisiera y le reconociera algún mérito. No obstante, asegura que su madre la ponía a lavar los platos para recordarle su cruel pasado.  La mujer, quien para sentir un alivio con el pasado, decidió respaldar la denuncia en contra de sus padres, asegura que su decisión fue motivada desde su papel como madre. “Un problema así se resuelve fácilmente cuando uno piensa en sus propios hijos, y el hecho de que ellos (sus padres), ni siquiera pasados tantos años, hubieran tenido el corazón de decir: ‘Hombre, nos equivocamos’”. Ahora, Mónica asegura que el Ministerio de Interior está a cargo de buscar la familia biológica de Nohemí y realizar campañas para que no se repitan estas agresiones. “Ahora lo importante es encontrar los rastros de la familia de Nohemí, eso para ella es una obsesión que la ha perseguido toda la vida. Entender por qué su mamá la entregó de esa forma”. Mónica asegura que hoy Nohemi está “más tranquila y se ha ido, poco a poco, dando cuenta de la magnitud de lo que está pasando”. Asegura que en un principio no estaba muy interesada en el asunto. “Leí el fallo de la tutela, estaba temblando, y me dijo: ‘No mamita, léalo sumercé que yo ya me tengo que ir a trabajar’, y se fue para su trabajo, no estaba consciente de lo que estaba pasando”. Finalmente, la mujer aseguró que en estos días Nohemí leyó el fallo completo y la llamó para decirle que estaba “sorprendida y que era enorme lo que había pasado”. Semana.com intentó contactar a la familia Sánchez, pero no recibió respuesta antes de la publicación de esta nota. * ”Nosotros la conocimos como Nohemí. Nohemí, sin más. Ese nombre bíblico que en hebreo significa ‘dulzura’ y paradójicamente, corresponde a una mujer desplazada por el hambre”, dice Mónica Sánchez en la carta abierta.