La captura de Aida Merlano no solo desató una nueva tensión diplomática entre Colombia y Venezuela. De hecho las relaciones ya venían rotas desde hace más de un año. El episodio dejó en evidencia también la poca capacidad de maniobra de Juan Guaidó como autoproclamado presidente de esa nación: pese a contar con notables respaldos internacionales, localmente no tiene el poder para llevar a cabo ni si quiera una deportación. No tener en su haber a las fuerzas armadas lo deja más como un mandatario que se mueve en el plano de lo simbólico. Esa es una realidad de a puño. No han sido pocos los que han criticado al gobierno de Iván Duque por haber intentado tramitar el proceso de extradición de Aida Merlano a través del gobierno de Guaidó. Dicha petición, todos lo saben, se quedará en el papel. Aprovechando la situación, Nicolás Maduro se pronunció lanzando insultos, burlas y críticas a Duque. Y en las últimas horas dijo estar dispuesto a restablecer las relaciones con Colombia. Lo que muchos se preguntan es si en el fondo –y más allá de los adjetivos que usó- sus palabras llevan algo de razón. SEMANA analizó su discurso y las posibles salidas que puede llegar a tener este lío diplomático que parece estar lejos de resolverse.
Maduro: “Puede haber diferencias ideológicas, políticas, diplomáticas, económicas, pero estamos obligados por ser países vecinos y por ser países hermanos a tener relaciones de comunicación permanente para atender los problemas diarios”. Aunque Nicolás Maduro tiene razón en este punto hay que decir que fue él quien formalmente rompió relaciones con Colombia. El 23 de febrero del año pasado, el mandatario sacó toda la artillería de sus insultos contra Iván Duque y dio por terminadas las relaciones formales: "He decidido romper todas las relaciones políticas y diplomáticas con el gobierno fascista de Colombia y todos sus embajadores y cónsules deben salir en 24 horas de Venezuela ¡Fuera de aquí, oligarquía!", dijo Maduro, ante una multitudinaria manifestación en Caracas. Sin embargo, este rompimiento tenía un antecedente no menor. Y fue el no reconocimiento por parte de Colombia de Maduro como presidente de Venezuela. Carlos Holmes Trujillo, ministro de relaciones exteriores para enero de 2019, habló del concepto de ilegitimidad de Maduro, apoyándose en una postura que asumió el Comité Permanente de la Organización de Estados Americanos, OEA. Aunque Trujillo insistió en que no se romperían las relaciones diplomáticas, el hecho de reconocer a Guaidó como presidente daba a entender que los canales con Maduro se habían agotado.
Los problemas diplomáticos entre ambos países, sin embargo, venían de tiempo atrás. En 2017, Colombia retiró a su embajador de Caracas. Y Venezuela hizo lo propio en 2018. Una premisa básica indica que para que haya relaciones se necesitan dos. Y tanto Maduro como Duque han sido hostiles entre sí a la hora de dar declaraciones. Para Duque, Maduro es un dictador. Y para Maduro, Duque es un fascista. Ahora bien, Colombia no es el único país que reconoce a Guaidó como presidente legítimo. De ese grupo hacen parte Bolivia, Canadá, Chile, Costa Rica, Ecuador, España, Estados Unidos, Francia, Guatemala, Perú, Paraguay y Reino Unido, entre otros. Son más de 50 países en total. Según Duque, el simple reconocimiento internacional haría que con el tiempo las fuerzas militares de Venezuela le fueran retirando el apoyo a Maduro. Sin embargo, esto nunca pasó. Lo que Duque llamó el “exitoso cerco diplomático” se desvaneció a la vuelta de un año. O al menos no obtuvo los resultados que se promocionaron en su momento. Y Guaidó, por mucho que sea reconocido afuera, no tiene el poder de facto en su país. Su presidencia se ha venido quedando en el papel y en el plano de lo meramente simbólico. Maduro: “Si cometen esa estupidez: Duque, manda tu carta a Guaidó, comete otra ‘imbecibilidad’ (cita textual) más a ver a quién te manda Guaidó pa’ allá”. Más allá de los insultos, es en este punto en el que Maduro puede tener la razón. Resultó sorpresivo que el Ministerio de Justicia de Colombia comunicara que haría la solicitud de extradición de Aida Merlano –capturada el pasado lunes en Maracaibo- ante el “legítimo gobierno de Venezuela, en cabeza de Juan Guaidó”. Aunque esta petición puede leerse como coherente y consistente frente al discurso que asumió el gobierno, en el plano real resulta irrealizable. Tanto así que el gobierno de Guaidó emitió un comunicado en el que prácticamente se zafaba del lío con Merlano, esgrimiendo el “secuestro institucional” que atraviesa Venezuela. Y la verdad es que Guaidó no tiene cómo llevar a cabo esa operación: no tiene el control ni de la policía ni del Ejército. Todo esto pude terminar beneficiando a la misma Merlano, quien tiene varios pendientes con la justicia colombiana por fuga de presos y una condena a 15 años de prisión por los delitos de concierto para delinquir agravado, corrupción al sufragante y tenencia ilegal de armas. Maduro: “¿Cuántos problemas de seguridad tiene la frontera? Y el gobierno de Duque la tiene abandonada”. Esta es una responsabilidad de ambos países, luego Maduro no puede endilgarle toda el agua sucia a su vecino. Colombia y Venezuela comparten 2.200 kilómetros de frontera. En muchos puntos de este territorio campean los grupos armados (hay oenegés que hablan de 14 organizaciones al margen de la ley), el contrabando de gasolina y el narcotráfico. Por allí pasan también todos los días cientos de migrantes que salen de Venezuela por la crítica situación económica que allá se vive. En un estado normal de relaciones entre ambos países, la cooperación de las dos fuerzas policiales ayudaría a minimizar las condiciones de ilegalidad en esa suerte de tierra de nadie. Pero esto no ha sucedido ni cuando ha habido relaciones formales ni cuando se han roto. Antes de que se firmara el proceso de paz entre el gobierno colombiano y las Farc, desde Bogotá se tenía la sospecha de que en Venezuela no perseguían a la guerrilla. Hoy esa duda persiste frente a los grupos disidentes que no se acogieron al proceso de paz. Colombia siempre ha creído que Iván Márquez y Jesús Santrich se esconden en ese país. Ahora bien, el gobierno de Duque también tiene una enorme responsabilidad frente a los vacíos de Estado que hay en la frontera. Hay indicios claros frente a que Juan Guaidó ingresó a Colombia el año pasado con ayuda de Los Rastrojos. El presidente interino no ha dado las suficientes explicaciones sobre fotos suyas con alias El Brother Armando y El Menor, integrantes de esa organización ilegal. Maduro: “Tenemos a más de 30 detenidos aquí, con código azul, amarillo, rojo, ¿a quién se lo entregamos?”. Aquí Maduro plantea una premisa que es cierta y una pregunta sin respuesta. Venezuela hace parte de los países miembros de Interpol. En teoría esto quiere decir que entre los 194 Estados miembros aplica el principio de colaboración entre sí y con la Secretaría de ese organismo para intercambiar información policial. Hay que decir que una circular roja, como es la que pesa sobre Aida Merlano, no es una orden de captura. Es una simple alerta que permite a un país ubicar a una persona que buscan en otro. "Interpol no puede obligar a ningún país miembro a arrestar a una persona que sea objeto de una Notificación Roja. Cada país miembro decide por sí mismo qué valor legal otorgar un Aviso Rojo dentro de sus fronteras". Esto permite una detención provisional del sujeto buscado para facilitar mecanismos de cooperación y ahí sí llevar a cabo una deportación.
En la práctica, sin embargo, estos mecanismos no han fluido entre Colombia y Venezuela en la época reciente. El gobierno de Duque ha hecho públicas sus preocupaciones respecto a la presencia de miembros del Eln en Venezuela, sujetos sobre los cuales recaen circulares rojas. El 4 de enero pasado, por ejemplo, la Cancillería colombiana envió una carta a Maduro pidiendo hacer efectiva dichas circulares. No hubo respuesta. Maduro: “La política extremista, ideologizada, en el campo internacional con Venezuela, impuesta por el subpresidente Duque, lo que ha traído es atraso e inseguridad y de cooperación entre los dos países. No doy ni un paso yo para decirle, rectifíquese, señor Duque, porque sé que es un obtuso...”. Lo que quiere Maduro es que el gobierno de Duque le pida expresamente a él que deporte a Aida Merlano. Y Duque ya dio muestras de que no lo hará, porque cree que eso sería legitimar de nuevo a quien ha desconocido. En las últimas horas, Nicolás Maduro aseguró que está dispuesto a restablecer las relaciones con Colombia. ¿Tendrán algún efecto sus palabras? El excanciller Julio Londoño Paredes asegura que aún en los momentos más críticos en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, se mantuvieron contactos entre ambos países con propósitos específicos. “Yo creo que se ha demostrado a lo largo de la historia que puede haber negociaciones y eso no implica un reconocimiento ni restablecimiento de relaciones. Es simplemente abrir paso a soluciones para determinados en asuntos que interesan a uno u otro país”.