Hace cuatro años, durante su campaña a la Presidencia, Álvaro Uribe prometió que no despejaría ni un centímetro del territorio nacional y que no haría intercambio humanitario para liberar a los secuestrados en poder de las Farc. En cambio, prometió que los rescataría a sangre y fuego. Sin embargo, antes de finalizar 2005, y en plena campaña por la reelección, el mismo Uribe aceptó la propuesta que hicieron Suiza, Francia y España, de desmilitarizar 180 kilómetros entre Valle y Tolima, para hablar con esta guerrilla sobre las condiciones del intercambio. "El Gobierno colombiano acepta esta propuesta. Confieso que implica, lo confieso humildemente, una concesión por parte del Gobierno que presido", dijo Uribe al consumar su 'patrasiada'. Esta vez, la propuesta parece más realista. Emisarios de los tres países europeos se reunieron con Pablo Catatumbo, un dirigente de las Farc que actúa bajo el mando de Alfonso Cano, y de quien se sabe está al frente de los diputados del Valle desde cuando fueron secuestrados, en abril del 2001. Propusieron como sitio del encuentro el caserío El Retiro, en Pradera, y un sofisticado acompañamiento internacional que contempla la presencia de 30 observadores ubicados en los perímetros del sitio de encuentro. Según la propuesta, en los 180 kilómetros no habrá presencia militar ni de guerrilla ni de la fuerza pública. ¿Qué diferencia hay entre esta propuesta y las anteriores? En primera instancia, que sea un tercero -los tres países- quien propicie el encuentro y actúe como garante del mismo. La segunda es que definitivamente se trata de un "despeje". Tercero, esta vez no hay precondiciones ni gestos de buena voluntad previos al encuentro. Y, por último, Uribe ahora es un candidato al que se le ha subido el costo político de no hacer el intercambio, especialmente desde cuando las Farc asesinaron al ex congresista opita Jaime Losada. Como se sabe, la esposa de Losada se encuentra en cautiverio y sus hijos lo estuvieron hasta hace poco. Públicamente, el dirigente político había admitido que había pagado a la guerrilla por la libertad de su familia. La falta de ofertas para viabilizar el intercambio también puso a Uribe en una permanente controversia con los ex presidentes Alfonso López y Ernesto Samper. Con la Iglesia, pues le dio facultades a monseñor Luis Augusto Castro de iniciar prediálogos, pero ningún aval específico. Y con el gobierno de Francia, donde hubo, más que controversias, verdaderas tormentas diplomáticas. Emisarios de ese país estaban buscando contactos con las Farc para abogar por la libertad de Íngrid Betancourt, sin que sea claro si el gobierno colombiano estaba o no informado de los mismos. Pero, así como el espíritu navideño y el ánimo de la reelección hicieron el milagro de que Uribe se "echara para atrás" y decidiera aceptar un despeje, ese mismo ímpetu electoral puede terminar siendo la carga de fondo contra una propuesta seria y técnicamente viable como ésta. Fuentes cercanas a las Farc temen que esta propuesta aún no llene las expectativas de los guerrilleros. En primer lugar, porque los guerrilleros quieren ver despejados dos municipios, Pradera y Florida, en Valle. Así lo reiteraron en septiembre pasado, cuando el gobierno ofreció la vereda Bolo Azul, también en Pradera, para hacer el encuentro. En esa ocasión, 'Raúl Reyes' explicó ampliamente las razones de seguridad que les llevaban a exigir el despeje de dos municipios durante un mes. Las Farc aspiran a un despeje de la fuerza pública, pero difícilmente aceptarán que sus propios hombres armados tampoco ingresen a la zona de distensión. Segundo, porque el gobierno de nuevo hizo público un documento confidencial, que debía ser tramitado en secreto, con la clara intención de sacarle partido en la campaña de reelección. Antes del período electoral, Uribe siempre actuó en contravía de un posible acuerdo que implicara despeje. Hizo durante tres años la promesa de una guerra que doblegaría a las Farc. Ofreció diálogos en una iglesia o fuera del país. Liberó unilateralmente a 23 guerrilleros acusados de rebelión y les puso la tentación de la Ley de Justicia y Paz a 38 presos de las Farc acusados de delitos atroces, muchos de los cuales son candidatos a salir de las cárceles si hay intercambio. Un tercer aspecto es que, tarde o temprano, el tema de 'Simón Trinidad' y 'Sonia', dos importantes guerrilleros que fueron extraditados, se tendrá que poner sobre la mesa. Ello implicará que Estados Unidos juegue un papel mucho más activo en el intercambio, pues no hay que olvidar que la guerrilla tiene en su poder a tres norteamericanos que cumplían labores en el Plan Colombia. Resulta obvio que la decisión de aceptar un despeje es un acto de campaña, y en ese sentido es muy poco probable que se avance en un intercambio antes de las elecciones. ¿Por qué le darían las Farc semejante triunfo político a Uribe? Todas estas consideraciones han hecho que se tome con calma y poco entusiasmo el anuncio del gobierno. Infortunadamente, en este tema se mantiene la tendencia a que prime el cálculo político antes que las razones humanitarias. Y los grandes lesionados son las víctimas de este perverso pulso de poderes: 34 militares y policías, los 22 políticos y los tres contratistas de Estados Unidos. Y sus familias, que pasarán la Navidad aferradas a la ilusión de que así como Uribe se 'patrasió', las Farc hagan un gesto de buena voluntad.