Sin lugar a dudas, Seuxis Pausias Hernández Solarte, alias Jesús Santrich, fue una de las mayores decepciones del proceso de paz con las extintas Farc. Cuando fue abatido, el 17 de mayo de 2021, murieron con él su arrogancia y su no arrepentimiento frente a los crímenes cometidos bajo las órdenes de Tirofijo y luego en la Segunda Marquetalia.
Desde el inicio de los diálogos en La Habana, se burló del país y especialmente de las víctimas con su “quizás, quizás, quizás...”. En 2017, seis meses después de la firma del acuerdo de paz, le hizo trampa al Estado colombiano al acordar, con el cartel mexicano de Sinaloa, un envío de 10 toneladas de cocaína a Estados Unidos a cambio de 15 millones de dólares. Después de ser detenido, fue él, respaldado por Iván Márquez, quien comenzó con la teoría de un supuesto montaje en su contra.
Luego, la burla continuó al fugarse del país en medio de la controversia y en manos de la JEP, la Fiscalía y la Corte Suprema de Justicia. Como representante a la Cámara y pedido formalmente en extradición por la Justicia de Estados Unidos, escapó por la frontera con La Guajira hacia Venezuela para sumarse a la disidencia de Iván Márquez.
A pesar de esto, el Gobierno Petro insistió esta semana en recordar a Santrich como un colaborador clave en la búsqueda de la paz y reforzar la tesis del fallecido jefe guerrillero que lo enmarca como víctima de un entrampamiento orquestado por la Fiscalía y la DEA.
El presidente Gustavo Petro, por medio de Twitter, sostuvo que la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez le tendió una trampa a Santrich. Incluso, sugirió que se “fabricaron” las pruebas que evidencian su participación en el negocio de la droga y culpó a las autoridades por el regreso a las armas de miles de personas.
Pocos días después, el canciller, Álvaro Leyva, aseguró que el jefe disidente lo acompañó en el diseño de la JEP y la Comisión de la Verdad. Lo calificó como un guerrillero “entrampado y asesinado”.
Un año después de la muerte de Santrich, el Gobierno retomó la tesis de la Comisión de la Verdad. En el informe Los obstáculos para la continuidad de los procesos de paz en Colombia, ese organismo argumenta que la DEA y la Fiscalía indujeron a Santrich a cometer delitos. Esto, según expone el documento, fue un ataque directo a la credibilidad del acuerdo de paz, causando desestabilización, cuestionamientos y la desvinculación de los líderes que luego conformarían la Segunda Marquetalia.
La Comisión, basada en un artículo de prensa, señala directamente a la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez de intentar, por varios medios, de deslegitimar el acuerdo de paz por medio de montajes y trampas para los involucrados. En el caso Santrich, retomando las versiones de prensa, dice que Martínez Neira participó en la manipulación de la situación e incluso sugiere que autorizó el uso de cocaína incautada para el supuesto entrampamiento.
“¿Quién entregó la droga? Según El Espectador, la droga fue aportada por la Fiscalía, a través de una entrega controlada, como aparece en un oficio de esa entidad firmado por Bertha Neira, Fiscal 14 especializada, adscrita a la Dirección Especializada contra el Narcotráfico”, dice el documento de la Comisión de la Verdad.
Entre las fuentes del artículo, citan a El Espectador y decenas de noticias de otros medios de comunicación, relatando varias etapas de la que llaman “novela” del jefe guerrillero. De la Fiscalía solo se incluyó un boletín informativo y dos respuestas a solicitudes. Una de ellas fue una consulta poco trascendental sobre los procesos abiertos contra Marlon Marín, testigo protegido por la DEA en el caso y sobrino de Iván Márquez.
Frente a la gravedad del informe y las acusaciones contra la Fiscalía, el exfiscal Martínez Neira le envió una carta al padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión, rechazando lo dicho en el documento, el cual no fue contrastado con su versión y con la evidencia que recolectó sobre las negociaciones criminales protagonizadas por Santrich. A duras penas toman apartes de su libro Las dos caras de la paz.
Incluso, para que la verdad salga a la luz, Martínez Neira le propuso a De Roux que se integre un tribunal de honor para que se evalúen todas las pruebas y el testimonio de los protagonistas del delito en cuestión, quienes hoy están extraditados y enfrentando la justicia en Estados Unidos.
Martínez pide que se colabore con las autoridades norteamericanas para obtener estos testimonios. Con las pruebas, confía el exfiscal, se comprobará que la cocaína no la proporcionó la Fiscalía. En ese caso, le pidió al padre un reconocimiento público y que esa parte del capítulo sea excluida.
Después de que se conociera la respuesta del exfiscal, De Roux le restó contundencia a las afirmaciones del documento. El presidente de la Comisión de la Verdad aseguró que el fragmento que acusa a la Fiscalía de proporcionar la droga no se les puede atribuir a los comisionados, sino a un “periodista de la época” que escribió el artículo de El Espectador.
Frente a la falta de contraste de la información, De Roux aceptó que no se contactó a Martínez, pero que se intentaron comunicar con la Fiscalía, intercambio que, según él, no se logró, a pesar de que obtuvieron respuesta de dos solicitudes. Aun así, sin la evidencia recolectada por el ente investigador y acusador, publicaron el anexo. Con todo esto, quedó en evidencia la falta de rigor de la Comisión de la Verdad.
Sin todos los testigos
A pesar de que Marlon Marín tuvo su propia mención en el documento, tampoco se tomó en consideración lo que dijo sobre la cocaína y su origen. En el texto, de forma explícita, la Comisión de la Verdad le quita importancia al hecho de que el excolaborador de Santrich dijo, bajo la gravedad de juramento, que la droga fue proporcionada por su socio.
En Colombia, con las declaraciones del Gobierno, la versión de De Roux y la solicitud de Martínez, el entrampamiento o culpa de Santrich es un debate abierto. Por otro lado, en Estados Unidos, la justicia cuenta con más pruebas de la responsabilidad del abatido jefe disidente.
Fabio Younes y Armando Gómez, socios del jefe guerrillero en la operación, extraditados en 2020, se declararon culpables ante la Corte del Distrito Sur de Nueva York por la intención de transportar 10 toneladas de cocaína al país norteamericano. Ambos esperan sus sentencias, que podrían ser leídas en los próximos días.
La Comisión de la Verdad sacudió al país con una información sin contraste y sin tener en cuenta las voces de los responsables más cercanos al sanguinario jefe disidente, borrando de la historia la versión del exfiscal Martínez Neira, quien investigó el caso de primera mano y fue respaldado, el día de la captura de Santrich, por el entonces presidente Juan Manuel Santos.
El canciller Leyva, quien, se supone, representa a un Gobierno con intención de reconciliar a un país polarizado, reavivó el debate defendiendo a un criminal imposible de justificar si se juzga por sus acciones. Provoca, a su vez, a las víctimas de las Farc y de la Segunda Marquetalia.
Se desconoce si se conformará un tribunal de honor para esclarecer lo que ocurrió tras la captura, liberación y posterior fuga de Santrich. Lo cierto es que, en un país herido y dividido como Colombia, es cada vez más urgente una verdad íntegra, sin sesgo y que no intente enmarcar como víctima a uno de los peores criminales de la historia del país.