Las calles y contenedores de Bogotá se convirtieron en un basurero que afecta la salubridad y convivencia de los ciudadanos, y el Distrito no logra dar solución a esta problemática. Por esta razón, la concejal Diana Diago evidenció los resultados negativos de los contenedores y el sistema de aseo en la ciudad.

Uno de los hallazgos es la falta de operatividad, porque a pesar de contar con el decreto que establece el plan integral de residuos sólidos desde hace dos años, la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (Uaesp) hasta ahora adelanta los estudios técnicos para saber en dónde ubicar los contenedores.

“La falta de gerencia es notoria. En una problemática que aqueja a los ciudadanos y la entidad competente no hace mayor gestión para entregar soluciones y que la ciudad deje de ser un basurero”, señaló la concejal Diago.

La cabildante del Centro Democrático también expuso que, a pesar de contar con una cláusula en los contratos con los operadores que los obliga a mantener limpios los contendores y lavarlos tres veces al mes, no se cumple porque no cuentan con el recurso humano y físico para hacerlo.

“Lime cuenta con tan solo 12 operarios para limpiar 2.192 contenedores, Área limpia con 22 operarios para 2.726, Ciudad Limpia con 25 para 1.992 contendores. Cómo van a lograrlo si se desborda la cantidad de contenedores frente al número de personal, ni magos que fueran”, manifestó.

“Los contenedores solo se lavan con agua a presión, no se utiliza jabón o algún producto que limpie y desinfecte. ¿Cómo quitar ese olor nauseabundo o los gérmenes que produce la basura?, imagínese lavarse las manos con agua a presión, ¿le quedarán limpias?”, le cuestionó la concejal a la directora de la Uaesp.

Adicionalmente, le solicitó a la Secretaría de Salud pronunciarse y tomar las medidas necesarias frente a esta limpieza que puede traer problemáticas de salubridad para los ciudadanos.

Frente a la recolección de residuos domiciliarios, durante 2021, los operadores de basura recogieron 27.149 toneladas menos de esta basura comparado con los años anteriores, por esta razón, Diago cuestionó la gestión de la Uaesp frente a esto. “La población aumenta, la ciudad crece, ¿entonces cuál es la razón?”, precisó.

“Es claro que la política de los contenedores fracasó. No sirven para separar los residuos, porque hizo falta cultura ciudadana para entender cuál era su dinámica, y si se convirtieron en trinchera para vándalos durante las manifestaciones, desvare para los delincuentes y baños públicos”, puntualizó la concejal.

Carrera séptima, deteriorada

En un recorrido que hizo SEMANA por la carrera séptima y luego de una conversación con diferentes actores, pudo evidenciar el abandono total en el que se encuentra esta emblemática vía de la ciudad. Vendedores ambulantes adueñados del espacio público, contaminación auditiva, habitantes de calle que esculcan entre las canecas y bolsas de basura, regueros de residuos, delincuencia, mafia y extorsión son tan solo algunos de los síntomas de esta cruda realidad, en la que la administración de la alcaldesa Claudia López brilla por su ausencia.

“Esto es un desastre, los vendedores ambulantes y los habitantes de calle se adueñaron del espacio público, son intocables, no se les puede decir nada y la Policía no hace nada al respecto”, relató a SEMANA un abogado que durante 20 años ha tenido su oficina sobre la séptima entre las calles 20 y 21. Mientras lustraban sus zapatos en la plaza de las Nieves, de forma irónica y preocupante, expresó: “¿Sabe por qué las Nieves? Por lo blanca de la cantidad de droga que se vende”.

Sin embargo, el microtráfico no es lo único que reina en la séptima. El paisaje que adorna este corredor es un verdadero mercado de las pulgas: venta de ropa y zapatos usados, baterías dañadas de celulares, monitores de computador descompuestos, cables de cargadores en mal estado y cuanto objeto se pueda imaginar; sin contar la infinidad de grafitis, de carretas de habitantes de calle y hasta los olores desagradables que se perciben por el baño público en el que se convirtió esta vía.

Como si fuera poco, el parque Santander se volvió un parqueadero a cielo abierto, en donde vehículos contratistas de la Alcaldía Mayor, de la Policía y hasta de Colsanitas se parquean como si nada, a pesar de su prohibición.

“Total abandono, perdimos los peatones, perdió el comercio que paga impuestos; pero no es solo la séptima, es el centro en general que está lleno de basuras, sin iluminación, con vendedores ambulantes sin control, con habitantes de calle sin atender. Para muchos bogotanos, caminar desde la plaza de Bolívar hasta la calle 26 es una alternativa, pero la inseguridad, la basura, la contaminación visual y auditiva han impedido que la gente pueda gozar de este espacio”, señaló la concejala Lucía Bastidas.

Para Germán Sarmiento, activista y experto en desarrollo urbano, el objetivo de peatonalizar la séptima fracasó. “Claramente, no es el espacio que se proyectó ni el que se les prometió a los ciudadanos. Es un corredor que debería ser la mejor zona de espacio público de Bogotá y el país, en el que la gente se sienta segura, pero no es así. Una peatonalización no es simplemente cerrar una vía, es gestionar el espacio público, mantenerlo y apropiarlo por parte de los ciudadanos y residentes, pero lo único que se ve es una falta de gestión por parte de la Alcaldía. Es un corredor que se ve sucio, sin organización”, dijo.