La primera vez que fui al Yad Vashem, el Museo del Holocausto en Israel, tenía 7 años. Mis padres nos llevaron a mis hermanos y a mí en 1994. Recuerdo estar viendo los zapatos, la ropa y el pelo de niños y niñas que fueron asesinados en campos de concentración nazis, solo por ser judíos. En total fueron seis millones, incluyendo 1,5 millones de niños.

A esa temprana edad, esa experiencia me produjo una mezcla de emociones que, a través del tiempo y después de mucho estudio, me inculcaron unas ideas y unos valores inalterables sobre la condición humana.

¿Cómo pudo ser que, en la Alemania de los años 1930 y 1940, una de las sociedades más avanzadas y educadas de la época, se ideó y permitió la ejecución sistemática de un grupo de personas por sus creencias?

Cuando mi bisabuelo paterno llegó a Colombia en 1927, aquí le abrieron las puertas cuando muchos otros países las tenían cerradas. Mi abuelo materno llegó a Panamá en esa misma época, huyendo por las mismas razones: cuatro de sus hermanos murieron en el holocausto nazi. Como cuarta generación de inmigrantes judíos, no tengo sino agradecimiento con la generosidad del pueblo colombiano. Nos ha brindado todas las oportunidades y garantías para trabajar, vivir en libertad, siempre con respeto por todas las religiones y minorías.

Es por esa gratitud infinita, y ahora con el privilegio de ser accionista de Publicaciones SEMANA, que tomé la decisión de emprender este importante proyecto periodístico de largo aliento sobre los nazis y su influencia en Suramérica.

No hay persona más respetada en Colombia y con más experiencia en estos temas que el periodista e investigador Alberto Donadio. Hace seis meses lo busqué para proponerle esta idea. Pensamos en cómo hacer algo diferente, de alto impacto y que dejara un legado. Donadio me dijo en ese entonces que no conocía de un medio de comunicación en America Latina que hubiera hecho un proyecto de esa envergadura.

Hoy es una realidad el “Atlas del Nazismo en América del Sur.” Fueron miles de horas de investigación, preparación y dedicación. Quiero agradecerle especialmente a Alberto Donadio y a todo el equipo periodístico de SEMANA que ayudó a hacer de esta idea una realidad.

Espero que esta investigación sea un referente para los jóvenes, las universidades y toda la sociedad sobre los peligros de la xenofobia y la intolerancia. Ojalá aporte un granito de arena en la construcción de una sociedad más justa, con menos odio y más comprensión.

Como dijo Eli Wiesel, sobreviviente del holocausto, escritor, activista, y premio Nobel, “debemos tomar partido. La neutralidad ayuda al opresor, nunca a la víctima. El silencio alienta al atormentador, nunca al atormentado. A veces debemos interferir. Cuando las vidas humanas están en peligro, cuando la dignidad humana está en peligro, las fronteras nacionales y las sensibilidades se vuelven irrelevantes. Dondequiera que hombres y mujeres sean perseguidos por su raza, religión o puntos de vista políticos, ese lugar debe, en ese momento, convertirse en el centro del universo”.