En la historia del narcotráfico las mujeres han ocupado un lugar secundario. Es un mundo tradicionalmente dominado por hombres, en el que para sobrevivir y llegar a la cúspide hay que imponerse a bala. Los más sanguinarios y violentos son los que mandan. En ese terreno muy pocas han logrado igualar el papel de los hombres. Una de las escasas excepciones se llama Sandra Ávila Beltrán, quien incluso llegó a ser mucho más poderosa e importante en el hampa internacional que algunos de los más reconocidos y buscados capos.A la mayoría de los colombianos este nombre no le dice nada. De hecho, su captura hace tres semanas en Ciudad de México prácticamente pasó inadvertida en el país. Sin embargo, la importancia de Ávila y su relación con Colombia son indiscutibles. Durante casi una década esta mexicana fue la dueña de las principales y más rentables rutas para el transporte de cocaína desde Colombia hacia México. La mayoría de sus embarques de coca salía desde diferentes lugares en la costa pacífica colombiana. Las rutas de Ávila fueron tan efectivas, que en el mundo de la mafia era conocida como la 'Reina del Pacífico'. En Colombia tuvo negocios con los más diversos personajes del narcotráfico criollo. Los carteles de Medellín, Cali, Norte del Valle, así como paramilitares y grupos guerrilleros fueron socios y le vendieron droga a Ávila, quien la comercializaba con los carteles mexicanos.La vida y la forma como Ávila terminó metida en el mundo del narcotráfico es digna de una novela. De hecho, el escritor Arturo Pérez-Reverte se basó en la vida de esta mujer cuando escribió el libro la Reina del Sur, que fue todo un best seller. Ávila nació y vivió prácticamente toda su vida metida en el mundo del narcotráfico. Es sobrina de Miguel Ángel Félix Gallardo, quien durante los años 70 fue uno de los narcos más conocidos de México. Su madre, María Luisa Beltrán Félix, conocida con el alias de 'Doña Chata', hoy es buscada también por narcotráfico, ya que, junto con sus hermanos Arturo y Roberto, es fundadora del Cartel de Sinaloa. Aparte de su familia, Sandra Ávila conoció todos los secretos y contactos del negocio del narcotráfico gracias a que fue la mujer de varios de los capos más poderosos de la mafia mexicana. En su larga lista de romances figuran Ismael, el 'Mayo' Zambada; Joaquín, el 'Chapo' Guzmán; Ignacio, 'Nacho' Coronel, y José Gil, el principal lugarteniente de Amado Carrillo, el 'Señor de los Cielos'. Aunque a Ávila la describen como una mujer fría y calculadora, su belleza y su simpatía fueron las claves que le permitieron mantener relaciones con todos estos capos, muchos de los cuales eran rivales a muerte. Durante años, las autoridades antinarcóticos siempre tuvieron sospechas de Ávila y el origen de la inmensa fortuna que ostentaba. Sin embargo, sólo fue en 1999 cuando comenzaron a darse cuenta de que sus millones de dólares no eran simplemente producto de las relaciones que había tenido con los capos mexicanos. Ese año Ávila se casó por quinta vez, con el colombiano Juan Diego Espinoza. Conocido con el alias del 'Tigre', este hombre era un anónimo pero importante personaje de la mafia. A finales de los años 80 trabajó para los carteles de Medellín, Cali y el Norte del Valle, como enlace con los mexicanos. A comienzos de los años 90 las agencias antidrogas perdieron el rastro del 'Tigre', quien se refugió en México para escapar de la persecución de las autoridades y las vendettas en Colombia. Cuando el 'Tigre' se casó con Ávila consiguió que la mujer hiciera algo que muchos consideraban imposible. Una especie de pacto de paz entre varios de los carteles mexicanos que estaban enfrascados en vendettas por quedarse con el dominio del negocio del narcotráfico. El 'Tigre' y la 'Reina del Pacífico' crearon una especie de federación de carteles en la que todos ganaban por igual y de la cual el colombiano y la mexicana eran los jefes. Aquellos que no acogieron esa iniciativa simplemente fueron eliminados por la pareja. El 'Tigre' reactivó sus contactos en Colombia para la exportación de droga. El cartel del Norte del Valle y varios grupos de paras se convirtieron en los principales proveedores de coca. La fortuna de la pareja creció descomunalmente, pero también los puso aun más en la mira de las autoridades. En 2001, la Procuraduría General de la República (PGR) y la DEA incautaron un barco con nueve toneladas de coca en las costas mexicanas. La droga había sido embarcada en el puerto de Buenaventura y los dueños de ese cargamento eran el 'Tigre' y su esposa. Pocos meses después, dos mujeres, entre ellas la cuñada del 'Tigre', fueron arrestadas en el aeropuerto de Ciudad de México cuando intentaban viajar hacia Colombia con maletas en las que llevaban tres millones de dólares en efectivo. Estos hechos les demostraron a las autoridades internacionales que la pareja era mucho más activa y poderosa de lo que habían pensado. El 'Tigre' y la 'Reina del Pacífico' fueron incluidos en las listas de los narcos más buscados. Durante los siguientes seis años, el 'Tigre' y la 'Reina del Pacífico' se escondieron en diferentes ciudades de México. A pesar de que el colombiano y la mexicana eran perseguidos, la clandestinidad nunca fue un obstáculo para que durante ese tiempo continuaran al frente de sus negocios de tráfico de drogas, muchos de ellos con grupos paramilitares colombianos. El pasado 28 de septiembre, Ávila estaba esperando tranquilamente a que Espinoza llegara hasta un exclusivo restaurante en la capital mexicana. Ese día los dos fueron arrestados por miembros de la PGR y así terminó la historia del 'Tigre' y la 'Reina'.