Medellín es la ciudad de la eterna primavera. El verde de las montañas que la rodean, los árboles de sus calles y sus orquídeas hacen de esta ciudad una de las más agradables para vivir. Todo apunta además a que el futuro aún será mejor.Detrás de la campaña 'Medellín cultura viva, ciudad de Botero', que se emite por prensa y televisión, está un ambicioso proyecto que tendrá como protagonista a Fernando Botero, quien regresará así por la puerta grande a la tierra de sus orígenes, y como escenario central al Museo de Antioquia.El plan, impulsado por la alcaldía de Juan Gómez Martínez, con la ayuda de Bancolombia, será el eje para la profunda recuperación del espacio público. La imagen de Botero que anuncia la obra del nuevo Museo de Antioquia no se quedará sólo en palabras ya que allí estará la colección más completa del artista en su conjunto, 14 esculturas monumentales y 24 dibujos.Con este legado se espera convertirlo en el epicentro del cambio cultural de Medellín y que, de paso, sirva para transformar la vida social de esta capital. El museo está desde hace 43 años en el corazón de la ciudad. Sin embargo, y ante el crecimiento de ésta surgió la idea de trasladarlo a un lugar más amplio y acogedor. Así, en abril de 1997 la junta directiva le pidió a Rodrigo Restrepo, arquitecto de la restauración del Palacio Cultural Rafael Uribe, su concepto técnico sobre la posibilidad de adaptar el antiguo Palacio Municipal, una sólida construcción de 1932. Aunque su respuesta fue positiva de todas maneras se abrió la discusión pública acerca de cuál podía ser el mejor lugar para ubicarlo. De algunos sectores surgieron voces que proponían que lo trasladaran a los terrenos de la Fábrica de Licores de Antioquia, cercano al metro. Otros abogaron porque el museo pasara a formar parte de las áreas aledaños a la Universidad de Antioquia. También se sugirió levantarlo en los terrenos de la antigua cárcel de La Ladera. "Factores prácticos y relacionados con la importancia de dejar el museo en el centro de Medellín como motor vitalizador de éste definieron que se quedara en la antigua sede de la Alcaldía de Medellín", dijo a SEMANA Pilar Velilla, su directora. Es así como este edificio será rehabilitado y adecuado con la tecnología que se usa en los mejores museos del mundo. La idea es traer exposiciones de importantes artistas internacionales en intercambio por colecciones propias o financiadas por la Fundación que velará por sus recursos. Los diseños de lo que va a ser el museo como tal y el espacio urbanístico que lo rodea, conocido como La Plazoleta de las Esculturas, fue ganado en el concurso público de ideas urbanísticas y arquitectónicas por Stoa, un grupo de arquitectos, profesores de la Universidad Nacional, que se unieron temporalmente para sacar adelante esta idea. El grupo está integrado por Beatriz Jaramillo, Emilio Cera, Tomás Nieto y Darío Ruiz Gómez."En la primera fase la intervención será realizada sobre el ala norte, allí se ubicarán seis salas de exposición, algunas tiendas del museo, restaurante y cafetería, locales comerciales, auditorio, sala de audiovisuales y biblioteca", afirmó Beatriz Jaramillo, gerente de Stoa. Esta fase se dará al servicio en junio de 2000, para lo cual se cuenta con 5.000 millones de pesos. Otra parte clave del centro cultural será una amplia plazoleta que estará al frente del edificio. Este será el escenario urbano de las esculturas donadas por Botero, varias de las cuales forman parte de la colección que ha estado exhibiendo en las principales ciudades del mundo.En forma simultánea al despegue de la obra un grupo liderado por el arquitecto Tulio Gómez, con la asesoría y colaboración de la administración pública, la Promotora Inmobiliaria y Pilar Velilla, se encuentran actualmente coordinando la remodelación del edificio, la adquisición de terrenos, generación de nuevos espacios y la importación de las obras donadas por Botero, las que llegarán al país en los primeros meses del próximo año. La importancia de este proyecto llevó a la Alcaldía de Medellín a incluirlo en el Plan de Ordenamiento Territorial, identificándolo como el componente cultural y estratégico que jalonará el reordenamiento y será, a la vez, un símbolo de ciudadanía.