Cuando se suponía que el capítulo de las chuzadas ilegales era un tema superado, revive con fuerza el fantasma de las interceptaciones ilegales en el país. Y esta vez no sólo por cuenta de la existencia de una oficina fachada que estaría interceptando a los negociadores del gobierno en La Habana, entre otros. Hace casi cinco meses, el pasado primero de agosto, ocurrió un hecho extremadamente inusual que hasta el momento se ha manejado con bastante sigilo. Por orden de la Fiscalía, una de las salas de interceptaciones del Ejército, conocida con el nombre de 'sala gris', fue cerrada, sus equipos desmontados y trasladados a las instalaciones del búnker. La razón de esa decisión tendría que ver con el hecho de que en ese lugar, entre otros, se habrían efectuado escuchas ilegales a gran variedad de personas, entre las que habría civiles, miembros de la fuerza pública, incluidos oficiales de alto rango del propio Ejército y otras fuerzas. Durante varios años y hasta hace cinco meses la 'sala gris' funcionó en las instalaciones de la central de Inteligencia y Contrainteligencia Militar ubicada en el norte de Bogotá, conocida como CIME. La 'sala gris' forma parte del llamado sistema Esperanza, que es el sistema matriz de interceptaciones legales de la Fiscalía General de la Nación (FGN), el cual entró en funcionamiento a mediados de los años 90 bajo el auspicio y el financiamiento de los gobiernos estadounidense y británico. El sistema, bajo administración y control de la FGN, cuenta con 18 salas en total, la mayoría en las instalaciones del búnker. Otras como la 'sala gris' del Ejército están por fuera. Como el Ejército no tiene funciones de Policía Judicial para realizar una interceptación, deben contar con la presencia y la supervisión de funcionarios del CTI y fiscales para garantizar la legalidad de las interceptaciones. En el pasado la 'sala gris' del Ejército ha sido fundamental en algunos de los más contundentes golpes de la fuerza pública contra el terrorismo. Allí se realizaron parte de las interceptaciones que resultaron claves en operaciones que terminaron en éxitos militares contra peces gordos de la subversión como 'Alfonso Cano' y el 'Mono Jojoy'. Esa sala también jugó un importante papel dentro de acciones de contrainteligencia que permitieron, por ejemplo, detectar un grupo de militares activos y retirados que trabajaban para el extraditado jefe del cartel del norte del Valle, Diego León Montoya, alias 'Don Diego'. Más recientemente también la sala tuvo gran protagonismo en las investigaciones contra algunos militares que participaron en los llamados falsos positivos. Su trascendencia en algunos temas de inteligencia y contrainteligencia del Ejército no tiene discusión. Justamente por estas razones el cierre y el desmonte intempestivo de la 'sala gris' es una señal de que algo estaba ocurriendo allí. “Usted no desmonta algo tan importante para el Ejército y el Estado a menos que sea por algo grave. En el pasado hubo problemas y aun así siguió funcionando (ver Los antecedentes oscuros de la sala gris). Sólo ahora la desmontan. La 'sala' no sólo es gris. La puerta de entrada a un mundo negro, muy complejo que va más allá y que es mejor no averiguar (ver ¿Alguien espió a los negociadores de La Habana?). Es como el cuento de la morcilla: a todos les gusta pero nadie quiere saber cómo se hace. En este caso es qué es lo que hacen”, dijo a Semana.com un oficial de inteligencia militar. “En teoría están todos los seguros posibles para que no se metan goles. Cuando se va a ingresar un número por parte de ellos (los militares) se piden todos los soportes necesarios y hasta se les hace poner firma y huella a los responsables antes de pasar esa orden de interceptación para ser autorizada por el fiscal correspondiente y con el aval de un juez", explicó a Semana.com uno de los funcionarios de CTI que trabajó en esa sala. Adicionalmente, "cuando la línea ya es autorizada y desde el búnker se permite que la señal pueda ser escuchada en la 'sala' nosotros tratamos de escuchar lo que oye el analista para verificar que la voz y lo que se conversa corresponda a lo que se autorizó y al caso que se está investigando. El sistema como tal tiene todos los seguros posibles. Pero su debilidad son las personas, pues como cualquier cosa que cuente con participación de humanos, eso hace posible que alguien se tuerza y meta un gol”, contó el funcionario. “Ante las versiones que empezamos a tener sobre irregularidades optamos por cortar por lo sano y desmontar y trasladar la 'sala gris' de inteligencia militar y traerla al búnker, en donde hay posibilidades de tener mayores controles”, explicó en su momento el fiscal general de la Nación, Eduardo Montealegre a Semana.com, y afirmó que esa misma decisión se adoptó con otras salas, incluidas dos que estaban funcionando en la sede del desaparecido DAS. Curiosamente esa entidad que todos daban por liquidada aún tiene a 300 funcionarios y sigue relativamente viva. La decisión del fiscal general, Eduardo Montealegre, fue valiente y no tiene antecedentes. Semana.com estableció con diversas fuentes militares que la determinación generó controversias y reclamos no sólo por parte de los propios uniformados, sino incluso de altos funcionarios del Gobierno, como el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, quienes respetaron pero no compartieron la determinación. No pocos militares consultados por este portal manifestaron su inconformismo con la medida, a la vez que algunos de ellos señalaron que, como consecuencia del desmonte de la 'sala gris', algunas operaciones que estaban en curso podrían verse afectadas. A pesar de esos escándalos del pasado (Ver 'Grises antecedentes') que poco atención pública tuvieron en su momento, la 'sala gris' siguió funcionando durante años sin mayor problema hasta hace pocos meses. ¿Qué fue lo que pasó entonces para tomar la decisión de cerrarla? La sombra de la CIA Localizado sobre la calle 100 con carrera octava, en el norte de Bogotá, está un complejo en el que sobresale un edificio en ladrillo. Es la CIME. Allí operó la 'sala gris'. Desde cuando empezó a funcionar esa sala contó con un padrino bastante relevante: la CIA. “Ellos (la CIA) suministraban apoyo económico y técnico para que la sala pudiera funcionar. Todo, absolutamente todo lo que aquí ocurre es de conocimiento de ellos. Ellos saben qué, a quién y por qué se intercepta en la sala. En términos prácticos, ellos eran los verdaderos jefes de esta sala”, contó a Semana.com uno de los militares que allí trabajaron. Dicha información fue ratificada por varios de los analistas de la 'sala' y funcionarios de la embajada estadounidense. En documentos oficiales en poder de este portal la relación de la CIA con la 'sala gris' está documentada no con la sigla oficial de esa agencia, sino bajo la denominación ORA, que es la sigla de Office of Regional Affairs. En teoría, la presencia de la CIA que no es algo nuevo ni sorprendente, se supone que está encaminada dentro del marco de la cooperación en la lucha contra el terrorismo, especialmente contra las FARC. El asunto no deja de ser polémico si se considera que tenía acceso a información sobre las 440 líneas que tenía capacidad de interceptar esa sala. “En teoría son los analistas del CTI los que por ley deberían estar oyendo las líneas como parte de los controles para garantizar la legalidad del monitoreo. El problema con la 'sala gris' es que había militares también que hacían eso. Eso en teoría no es permitido y era imposible saber qué oían. Se supone que gente ajena a la 'sala' no debe ingresar, pero eso también pasaba. Ellos sí podían estar ahí todo el tiempo, pues estaba dentro de una instalación militar y ellos tenían gente todo el tiempo. Nosotros, aunque tratamos, no podíamos estar ahí metidos 24 horas. Ellos sí. Nosotros tratamos de evitar que nos metieran goles, pero pudo pasar. El sistema (Esperanza) no puede evitar un corrupto”, ratificó a Semana.com otro funcionario del CTI. Y efectivamente los "goles” ocurrieron. De las 440 líneas que tenía autorizadas la sala en octubre del año pasado se detectó que más de 100 no tenían los soportes adecuados. Esto quiere decir en términos simples que no cumplieron los protocolos de legalidad. O sea serían chuzadas ilegales. “Si es juiciosa la investigación ahí van a terminar encontrando de todo. Van a aparecer políticos de izquierda, ONG consideradas sospechosas de estar con la guerrilla, entre otros”, dijo uno de los militares que trabajó allí. Finalmente, el 1 de agosto del 2013, de un momento a otro y sin dar mayor dilación al asunto, la 'sala gris' fue trasladada al búnker. En ese entonces no se había logrado determinar con claridad quiénes en la línea de mando del Ejército pudieron haber estado al tanto de las irregularidades de la 'sala'. Lo cierto del caso es que tan solo una semana después, el 8 de agosto, el presidente Santos anunció el cambio de toda la cúpula de las Fuerzas Militares, Ejército y Policía, incluido el general Sergio Mantilla. El anuncio causó sorpresa, pues en teoría esos cambios se producirían unos meses más tarde, y dio para todo tipo de especulaciones en su momento. No es claro si lo que pasó en la 'sala gris' pudo influir en la decisión del jefe de Estado. En este momento lo único cierto es que el fantasma de las chuzadas quedó rondando y tiene inquietos a no pocos militares.